Barrionuevo. De quemar urnas al saqueo

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Corre el mes de marzo de 2003 y el pueblo de Catamarca asiste, atónito, a uno de los acontecimientos de violencia institucional más graves en la historia reciente de la provincia: Inhabilitado por la justicia electoral para postularse como candidato a gobernador por no cumplir con los cuatro años de residencia efectiva establecidos en la Constitución provincial, el sindicalista y senador Luis Barrionuevo desata toda su furia y su capacidad para generar zozobra con el objeto de impedir que se efectúen los comicios. Sus patotas bloquean los ingresos a las escuelas donde se realizaría el sufragio, amedrentan a los votantes o roban y queman las urnas, demostrando el desprecio más absoluto por las instituciones de la democracia y por la voluntad popular. El objetivo se cumple y el entonces gobernador Oscar Castillo suspende las elecciones, no sin antes denunciar la presencia de grupos armados entre los barrionuevistas.

“Se trata de un personaje al que no puedo controlar”, declaró en la ocasión el Presidente interino Eduardo Duhalde. Sin embargo, la Comisión de Asuntos Constitucionales, presidida por la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner, decidió actuar y pidió la expulsión de Barrionuevo del cuerpo parlamentario: “Una urna es el símbolo vivo de la democracia, la razón por la que estamos sentados acá: el voto popular”, expresó por entonces, ante la sonrisa irónica del dirigente gremial: sabía que los votos del menemismo y del duhaldismo eran suficiente para salvarlo, lo que efectivamente ocurrió. Con ese marco de impunidad y como represalia a lo actuado en la mencionada Comisión, sus partidarios agredieron ferozmente con insultos y huevazos a Cristina en Catamarca un mes más tarde.

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Teniendo como antecedente los episodios de saqueos organizados de fin del año 2012 y recordando que lo consignado sobre las elecciones en Catamarca es apenas uno de una larga lista de hechos violentos que lo tuvieron como protagonista, no se pueden tomar las expresiones de Barrionuevo como una simple bravuconada verbal o como un comentario provocador dicho al pasar.

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El jueves pasado, el titular de la CGT Azul y Blanca se despachó con su enésima sentencia antidemocrática: “Cuanto más pronto el 2015 mejor. El tiempo político, de los políticos, no es el tiempo nuestro”. Al mismo tiempo, lanzó una advertencia: “Los conflictos se van a acelerar, la plata cada vez va a ser menos” y anunció un “estallido para diciembre”. Teniendo como antecedente los episodios de saqueos organizados de fin del año 2012 y recordando que lo consignado sobre las elecciones en Catamarca es apenas uno de una larga lista de hechos violentos que lo tuvieron como protagonista, no se pueden tomar las expresiones de Barrionuevo como una simple bravuconada verbal o como un comentario provocador dicho al pasar. Mucho menos como editorializa el diario La Nación, esto es, como un mero “pronóstico” objetivo basado en un análisis de una situación social que estaría favoreciendo la generación de ese clima.

Por el contrario, el “nosotros vamos a accionar” con el que acompañó esos comentarios, hace pensar, en virtud de la historia personal del gremialista de desprecio por las instituciones democráticas, no en la supuesta convocatoria a una marcha, sino en el anuncio apenas velado de su voluntad de generar episodios de caos, de “incendiar” el país con distintos focos de violencia orquestada, como nuevo embate destituyente para intentar recobrar por esa vía la situación de poder que supo ostentar durante la década del noventa y que hoy su falta de representatividad popular y su desprestigio acumulado le niegan.

Así lo entendió también la justicia federal de Mar del Plata, que en el día de ayer llamó a declarar a Barrionuevo, en el marco de una investigación por los delitos de “sedición” y “asociación ilícita” ocurridos a fines del año pasado. Aún se aguarda, eso sí, el repudio a sus expresiones por parte de sus socios del Frente Renovador, que hasta el momento hacen un llamativo mutis por el foro.

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