Buenos, Malos y pícaros

Sorprendentemente(?) Ernesto Tenenbaum se suma a la diferenciación prepolítica de candidatos buenos y malos. Y en su nota periodística sobre la puja electoral a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, centra su análisis en lo buena e inocente que resulta María Eugenia Vidal y lo malo y siniestro que es Anibal Fernandez… No se anima a decirlo, pero de su artículo y argumentación se infiere con claridad: quiere que ganen los buenos… Es decir el PRO.

Si un espacio político se arroga contener dentro de si LA bondad es porque sus oponentes encarnan LA maldad… Una idea totalitaria digna de temer en un país donde las peores violaciones a sus ciudadanos se hicieron bajo gobiernos y dictaduras que se entendían así mismos como la reserva moral… El genocidio de los pueblos originarios y las desapariciones forzadas de los ’70 tuvieron ese trasfondo interpretativo. Gambeteando ese equívoco fatal, éste gobierno encaró las más duras batallas políticas anunciando de cara a la sociedad que las daba desde su verdad relativa. Entendiendo que había otros posicionamientos e intereses que no compartía por lo que exponía ideas y soluciones distintas. Sí el kirchnerismo buscó anclar su accionar en la tradición de lo popular, de lo nacional, de lo progresista (de verdad), de la justicia social… Es decir se ubicó intentando representar categorías políticas significativas para la historia de las luchas populares, lo que pone de manifiesto la elección de una “verdad relativa”. Algo muy distinto a creerse dueño o representante de LO bueno.

Tenembaum es, además, un periodista con muy buena formación en economía… Y sorprendentemente en su nota no hay una sola mención, ni una línea de análisis sobre los proyectos económicos que enuncian (o callan) el PRO y el FpV… Califica a la candidata del PRO como “prolija, porteña, católica, rubia, de sonrisa limpia, sola, sin aparato, una niña buena, caperucita amarilla” y del otro lado Anibal es el lobo feroz expresión de lo peor del sistema político argentino.

Los que tenemos memoria (más allá de la opinión que nos merezca Aníbal Fernández) sabemos que el verdadero Lobo Feroz de la historia argentina en los últimos 40 años fue el neoliberalismo. Un proyecto económico que el PRO reivindica y trata de reinstalar en sus fundamentos económicos, políticos y sociales y que fue el responsable de desgarrar a dentelladas salvajes el empleo, la inclusión, la posibilidad de superación, los sueños y la dignidad de las mayorías populares. Pero a Tenembaum eso o le resulta intrascendente, lo cual es preocupante; o peor: en su colera antikirchnerista le importa poco que en la canasta de la virginal caperucita amarilla se escondan las plagas del ajuste, la subordinación económica al capital financiero y la ley del “sálvese quien pueda”.

Periodistas como Tenembaum, abjuran y denostan lo que llaman “periodismo militante”; pero se comportan como tales, sin asumirlo. Y por acción u omisión, militan defendiendo intereses de grupos concentrados que sienten como una afrenta que el voto popular les haya quitado la conducción política del país desde el 2003.

Grupos minoritarios que sueñan con que una Caperucita Amarilla que no habla de política y que dice que va a visitar casa por casa a los “vecinos” de la provincia (al parecer desconociendo los 17 millones de habitantes de la misma) les devuelva, en el territorio clave para el resultado electoral, la posibilidad de volver a ser dueños del país como lo son de los principales renglones económicos concentrados.

Ernesto, en los últimos tiempos, parece sentirse más cómodo en el terreno de la ficción literaria que en el del periodismo comprometido con la información veráz. Por suerte, hace 12 años los argentinos dejamos de creer en cuentos.

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Daniel Ezcurra

Docente y militante del FpV // Twitter: @ezcurrad