Cristina 2015: un sueño nacional

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En Argentinos Juniors, Máximo Kirchner sorprendió por partida doble. En primer lugar porque por primera vez se dejó escuchar en público; en segundo lugar por haber tenido el coraje de decir lo que la mayoría del pueblo argentino siente: que en 2015 se pierde la posibilidad de votar a la única persona que tiene una legitimidad probada para conducir los destinos de la nación: Cristina Fernández de Kirchner.

Es que 2015 plantea un escenario en que la oposición carece de un liderazgo claro sin mencionar que carece de ideas claras. En otras palabras, en estos 11 años la oposición no hizo más que pelearse por los restos sin siquiera atinar a esbozar un mínimo programa de gobierno. Es evidente cuando arranca el raid mediático, que nunca se trata de exponer las diferencias en cuanto a la gestión kirchnerista, sino más bien de aglutinar el odio irreflexivo de aquella porción de la sociedad, que encuentra en los medios hegemónicos, el canal para traducir sus malestares más íntimos y personales a la esfera política.

Es por ello que el problema de la gobernabilidad a la hora de las elecciones, deja de ser un mito en que se apoya el peronismo, para convertirse en una cruda verdad. En 2014 la gobernabilidad ya no pasa por reducir el conflicto social, como en 2001, sino que aparece atada a la idea de proyecto y de nación. No es otra cosa a su vez, que el desenvolvimiento del conflicto social que se corre de la dimensión del caos institucional propia del 2001, hacia la dimensión del desarrollo tras 11 años de proyecto nacional.

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En 2014 la gobernabilidad ya no pasa por reducir el conflicto social, como en 2001, sino que aparece atada a la idea de proyecto y de nación.

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Mientras la oposición, de dudosa calidad moral, se dedica a hablar de la ética institucional como eje de los “graves problemas” que aquejan al país, el kirchnerismo no ha hecho más que avanzar a veces con mayor y otras con menor éxito por la vía del desarrollo económico, el crecimiento y la inclusión social.

El pedido de Máximo Kirchner no hizo más que desnudar una realidad, el proyecto nacional hoy tiene una sola cara, y su opuesto no es otro que la angustia popular por la falta para 2015 de quien hoy representa y ejecuta los designios del pueblo: Cristina Fernández de Kirchner. Nunca podría ser la oposición la contracara por carecer de discurso político. A duras penas aparece despegándose Mauricio Macri con un discurso de derecha clásica que si bien es político, es claramente excluyente.

La discusión no es entonces entre dos proyectos de país, sino en manos de quién va a recaer la continuidad del proyecto nacional como tal, quién va a encarnar el kirchnerismo y cuál será el papel de Cristina en la conducción de ese proceso.

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