Los eufemismos del discurso opositor

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En su habitual carrera por oponerse a cualquier iniciativa del gobierno, Mauricio Macri y Sergio Massa se apresuraron a manifestar sus críticas al contundente discurso de Cristina Fernández de Kirchner ante la asamblea de la ONU. Ambos coincidieron casi sin matices en lo que denominaron una pelea del gobierno con el mundo, en las inconveniencias de estar contra el mundo.

Teniendo en cuenta que el discurso de la Presidente se produjo en el marco de una histórica resolución del organismo en la cual se aprobó una iniciativa argentina para establecer una nueva normativa que proteja las reestructuraciones de deuda de los ataques especulativos (con 124 votos a favor y tan solo 11 en contra) y que hace apenas tres días el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas avaló por 33 votos a favor contra 5 por la negativa, la propuesta también argentina de investigar el accionar de los fondos buitre, resultan llamativas, por no decir completamente reñidas con estos datos empíricamente comprobables, las declaraciones de ambos precandidatos a la presidencia.

La clave para desentrañar lo que a priori es un dislate tan sorprendente se encuentra en el uso eufemístico dado a las palabras “mundo” y “pelea”. En la notable serie “The Wire” de David Simon se presentaba una escena en la que un grupo de policías lograba la confesión de un acusado mediante el ardid de hacerle creer que una fotocopiadora era en realidad un sofisticado detector de mentiras. Para descifrar el significado último de dichos de Macri y Massa no hace falta máquina alguna. Bastaría con un estudiante inicial de algún curso de técnica de subtitulado o incluso con algún zocalero distraído que por negligencia o aburrimiento escribiese “Estados Unidos”o “Alemania” donde ellos dicen “mundo” o “defensa de la soberanía nacional” donde mascullan “pelea”.

Sin los reflejos necesarios para marcar la agenda opositora y acaso sin el manejo adecuado de la expresión de carácter eufemístico, el también precandidato Hermes Binner se decidió a rechazar el discurso de Cristina en estos términos: “Nosotros seríamos respetuosos de la primera economía del mundo”.

Con mayor o menor grado de explicitación, se advierte el mismo mundo referencial para los tres, con sus nítidos contornos geopolíticos, y la ya no tan secreta añoranza de las lúbricas relaciones del pasado: garantizan, una vez en el poder, la venia, el gesto genuflexo ante los designios de la gran potencia de occidente, lo que no han podido conseguir de los gobiernos populares y soberanos de la América Latina en los últimos años.

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