Paro. Patrón. Proyecto.

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El paro fue contrario a los intereses de la nación, y por tanto, se contrapuso a las mayorías populares. Lo que lo convirtió, en el actual contexto, en un paro buitre, contra un gobierno nacional y popular.

El paro es la acción de lucha de los trabajadores, una expresión de su concreta y real organización y una herramienta para resistir a un gobierno que no da respuesta a los reclamos y necesidades de los trabajadores.

Ese parece ser el ruedo del escenario mediático e incluso político. Transitar este sendero nos conduce a la puerta de la restauración. De cruzarla, el campo popular se ubicará en compartimentos estancos y contrapuestos. Ergo, la clausura de la transformación.

Es necesario debatir y construir una tercera posición.

Un sector del sindicalismo, que hasta hace poco acompañaba al gobierno, ya está lanzado en otra dirección y eso no tiene retorno en el corto plazo. No se busca reeditar un análisis atemporario, sino construir otro que pueda poner en discusión las dos miradas que se ofrece para entender este problema, puesto que ninguna es conducente para los objetivos de la transformación.

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Que la realidad se presente tan suturada, tan “clara”, no siempre es un atributo, puede también ser un problema, uno que opere en censura del cambio y de la transformación. Una construcción argumental antipopular.

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La deconstrucción del escenario.

Esta ecuación antinómica ofrece una cómoda y rápida herramienta para la acción e interpretación política. El atributo central de ambas es apropiarse de una razón formal, que ofrece además, una clara y determinada maniobrabilidad política, lo cual siempre resulta muy preciado en el campo de la acción.

O acaso ¿e gobierno nacional no puede dar evidencia histórica de ser quien más ha hecho por los trabajadores en los últimos 50 años? ¿No es por eso mismo, que el gobierno nacional ahora enfrenta un reflujo del sistema financiero, justamente por las batallas libradas para avanzar en un modelo de trabajo y empleo por sobre el financiero? Y en ese contexto, parte del sindicalismo paró contra el…la nominación del paro buitre llega sola al transitar ese camino.

Pero acaso, también, ¿el paro no es LA herramienta del movimiento obrero, la expresión de lucha por excelencia de la clase trabajadora? ¿Pueden ser los trabajadores, en ejercicio de sus derechos, una expresión de los intereses antinacionales, los buitres locales? ¿Algún Peronista puede, sin negar condición, sostener eso sin más? ¿U acaso no existe una puja distributiva donde los trabajadores son los primeros afectados?

Según parece, así están dadas las cosas, pero lo dado también es construido.
Cómo, quién y para qué se realiza esa construcción es lo que importa, es lo que es preciso observar para construir el mejor escenario y una posición al respecto.

La realidad ofrece dos miradas fáciles, rápidas y cómodas para entender el problema. Son seguras para marcar posición, y como si fuera poco, ofrecen lo necesario para maniobrar políticamente frente al conflicto. Pero justamente ese es el problema, cuando un escenario se presenta “dado” es necesario primero pensar quién “da” lo dado del escenario. A priori, parece un escenario inmejorable para el campo analítico y político, una polarización simple que permite operativizar posiciones. Pero es posible poner en discusión ese criterio. Que la realidad se presente tan suturada, tan “clara”, no siempre es un atributo, puede también ser un problema, uno que opere en censura del cambio y de la transformación. Una construcción argumental antipopular.
A la cancha se llevan botines y no patines, por más que estos estén regalados.

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El proceso para el cambio de articulación se llama distribución. Es por esa decisión política, que se busca desplazar al gobierno nacional como el eje de articulación entre el capital y el trabajo. Pero el desplazamiento requiere de otro eje articulador, emerge allí un eje restaurador concreto que demanda conducción, un bloque de poder antipopular.

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Desandado posiciones

La concepción peronista de este gobierno, comprende un tipo justicialista de articulación entre capital y trabajo. Ésta solo es posible cuando existe un poder político popular, que desde un estado soberano, conduce y construye un sentido emancipatorio para esa relación, orientado por el faro de la justicia social. El poder político articula así, vía el estado, intereses encontrados entre el capital y el trabajo, en función del interés nacional.

Un paro es una fisura en esa articulación, pero también puede implicar una pugna mayor, que exhibe una disputa por el sentido mismo de esa articulación.

Las luchas tienen su lógica, nadie hace la historia por descuido. El gobierno nacional perdió ese lugar de articulación porque no contempló los intereses de los trabajadores ni de los empresarios… con esa lógica el paro tendría un sentido determinado. Implicaría, en ese caso, que contempló otros intereses por sobre los del capital productivo y el trabajo, pues nadie asume batallas gratuitamente.

Si el capital local (empresarios) y un sector de los trabajadores organizados, enfrentan en armonía, al poder político nacional, se debería observar entonces otro marco de alianzas del ejecutivo que se contraponga y den sentido a esa confrontación. Sin estas partes, cabe esperar una la alianza del gobierno nacional con el otro tipo de capital, el financiero, para avanzar en otro modelo de acumulación que prescinda de empresarios y trabajadores. Pero la evidencia señala que existe una confrontación plena, al mismo tiempo, con los fondos buitres para no endeudar al país y poder seguir desplegando un modelo sustentado en el empleo. Esta lógica, por la que el estado pierde su capacidad de articulación, ahí se agota. Salvo, que la conducción política del gobierno no tenga lógica, y que asuma batallas políticas sin objetivos concretos. Esa hipótesis, con un gobierno de once años de gestión y consensos, también es ilógica.

¿Cuál es entonces el proceso por el cual parece haber cambiado el eje de articulación entre una facción del capital y del trabajo?

El proceso para el cambio de articulación se llama distribución. Es por esa decisión política, que se busca desplazar al gobierno nacional como el eje de articulación entre el capital y el trabajo. Pero el desplazamiento requiere de otro eje articulador, emerge allí un eje restaurador concreto que demanda conducción, un bloque de poder antipopular.

La composición del nuevo eje con vocación hegemónica cuenta con el apoyo corporativo de los grupos económicos concentrados, un aparato político territorial, un monopolio comunicacional y una burocracia sindical. Estos elementos tienen un rango de integración amplio, que va desde conservar a restaurar. Desde la conservación de sus burocracias sindicales hasta la restauración de sus márgenes de ganancias empresariales. Basta, por ejemplo, con ver la conformación de los equipo del Frente Renovador para ver la expresión concreta de estos intereses.

Basta, por ejemplo, con preguntarle al compañero, ¿Cómo entender que tu patrón esta de acuerdo con tu paro?

Se intenta desplazar al estado como eje de articulación entre capital y trabajo. Y su lugar lo reclama el empresariado. La disputa es por virar de un gobierno popular a un gobierno empresarial. Un sector de la burocracia esta al servicio de este proceso.
El paro expresa una ofensiva en la disputa entre dos bloques de poder, o se consolida una hegemonía popular o se impone una hegemonía empresarial.

La organización de los trabajadores es un eje central para el tipo de resolución que se despliegue. En este sentido, no se debe negar el paro, ni denostar la organización sindical, sino superarla.

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Una nueva institucionalidad popular es el gran desafío para dirimir la disputa hegemónica.Una institucionalidad donde se integren los trabajadores no sindicalizados, con los formales, con las organizaciones territoriales y el marco de alianzas partidarias.

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En los desafíos habitan las respuestas

La premisa NacyPop, no debe ser negar la organización de los trabajadores, denostando su paro porque no se adhiere a su criterio, de entrar en esta trama argumental, el bloque antipopular lograría escindirnos del actor central que debe tener un proceso de distribución en el marco de un modelo de acumulación productivo, la organización de los trabajadores. Los sindicatos también deben estar unidos y organizados. Es necesario dar la disputa en esa organización.

Una nueva institucionalidad popular es el gran desafío para dirimir la disputa hegemónica. Una institucionalidad donde se integren los trabajadores no sindicalizados, con los formales, con las organizaciones territoriales y el marco de alianzas partidarias.

A la posición de la “razón formal”, (expresada al inicio de esta nota) se propone la razón real, que implica dar el paso entre tener la razón, a imponerla, ejecutarla, ampliarla y organizarla. Esa posición contribuye a construir los caminos necesarios para la continuidad y profundización del gobierno popular y de su proyecto. Por eso es posible optar por deconstruir ese escenario “dado” para construir un escenario propio y ubicar mejor los desafíos.

Ante la evidencia de la razón real de este gobierno, se debe trabajar por ampliar sus espacios de representación, puesto que solo allí se puede llevar adelante la implementación de las políticas que se requieren. Los votos, tienen que llegar también a los puestos de trabajo.

Una cifra da un escenario a estos desafíos. Las estimaciones más optimistas indican que la inserción gremial de los trabajadores se aproxima a 25 %. En 1954 era del 50%.

Para ir por todo, tienen que estar todos. Sino, vendrán a llevarse por delante a todos.

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