Caídos del mapa, capítulo estreno

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La histórica Resolución número 68/304 de Naciones Unidas del día de ayer deja girando en el vacío, una vez más, a los predicadores de nuestro supuesto aislamiento del mundo. La posición Argentina frente a los fondos buitres no sólo ha recibido el inédito respaldo de una abrumadora mayoría de países, sino que ha servido como punta de lanza para comenzar a instrumentar un nuevo diseño de arquitectura financiera global, que proteja las reestructuraciones de deuda de los embates de estos grupos especulativos.

En los últimos meses, el gobierno anunció el acuerdo con el Club de París para el pago de la deuda a los miembros de la entidad, firmó importantísimos convenios comerciales y estratégicos con Rusia y China y ocupó un rol preponderante en la última cumbre de los Brics, por mencionar algunos hitos salientes, al tiempo que no ha dejado de bregar por la consolidación del proceso de integración con los países miembros de Unasur, Celac, Alba y Mercosur. ¿Cómo se explica entonces la persistencia en el discurso opositor del tópico del aislamiento? La respuesta a este interrogante no se encuentra en una obstinada ceguera ante las evidencias enumeradas, sino en el propio proyecto de política exterior e integración regional que comparten los principales candidatos de la oposición.

Sergio Massa, en plena campaña electoral el año pasado declaró: “Es tiempo de repensar quienes son nuestros socios en el mundo”. Al mismo tiempo, incorporaba a sus filas, como “asesor de lujo” en materia de política exterior a Santiago Cantón, quien fuera durante mucho tiempo Secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y actualmente se desempeña como director del centro Robert F. Kennedy. Por su inacción ante el golpe de estado en Venezuela en el 2002, su reconocimiento al gobierno efímero de Pedro Carmona Estanga y su posterior informe lapidario sobre la violación a las garantías constitucionales y la libertad de prensa una vez restituido el presidente Hugo Chávez, fue calificado por este como: “excremento puro, purito”. Presentado por los medios hegemónicos como la “izquierda” o el “progresismo” del Frente Renovador, Santiago Cantón fue también el encargado de organizar la última gira de Sergio Massa por Estados Unidos, con un calendario cuanto menos curioso para un argentino vinculado con la defensa de los Derechos Humanos, ya determinó que el precandidato presidencial se encontrase reunido con funcionarios del Departamento de Estado norteamericano el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Poco después, en una entrevista brindada a Radio de la ciudad, afirmó que actualmente “La Argentina es irrelevante para el mundo” y “la Argentina ha dejado de figurar en el mundo Washington”, en consonancia a los dichos del diputado massista Adrián Perez, al retorno de la mencionada gira: “No hay rumbo claro de la Argentina ni señales razonables. Esto genera desconcierto, desconfianza y por último, indiferencia en la comunidad internacional”. Otros colaboradores de Massa, los ex vicecancilleres Martín Redrado y Andrés Cisneros, dan una pauta más clara de la orientación internacional que adoptaría un hipotético gobierno del Frente Renovador: “A los países de la Alianza del Pacífico les está yendo muy bien”, dice Redrado, “La Alianza del Pacífico es una cosa fantástica y al mismo tiempo normal”, “El Mercosur no se da cuenta que debe girar y volverse hacia el Pacífico (…) Están naciendo con una fuerza y una dinámica que envidiamos. Colombia y Perú pertenecían al Grupo Andino. Chávez los destruyó, entonces se fueron a buscar a otras partes” y “Lo único que se nos ocurre a nosotros hacer es un antinorteamericanismo barato. Llegan a clichés muy antiguos, propios de la década del setenta, que es la no intervención en asuntos de otros estados, tema bastante superado a esta altura”, afirma Cisneros. De modo muy similar se ha manifestado en diversas oportunidades el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, para quien “estamos frente a realidades diversas en la región, pero con una gran oportunidad. Aquellos que han aprovechado ha crecido, como Perú, Colombia o Chile, y en la Argentina a partir del 2015 vamos a seguir la huella de esos países hermanos”.

No es casual, desde luego, esta segmentación de la Patria Grande hacia el lado del Pacífico: formada en el año 2011 por Colombia, Perú, Chile y México, la Alianza del Pacífico no es otra cosa que la versión moderna de experimentos fallidos anteriores promovidos por los Estados Unidos, como el Nafta y el ALCA, todos intentos de instaurar en el continente un modelo de “integración” basado en los tratados de libre comercio y en el sometimiento a la hegemonía del país del norte. Desde el certificado de defunción al ALCA, en Mar del Plata en el año 2005, la mayoría de los países de Sudamérica han optado por el camino de la auténtica integración regional y del ejercicio de políticas exteriores soberanas. De este modo, se fortalecieron instituciones como el Mercosur – que dejó de verse como un mero acuerdo aduanero y comercial para pasar a ser un instrumento integrador también en lo político, social y lo cultural – y nacieron Unasur y Celac, que han tenido incidencia fundamental en el desarrollo y la protección de las democracias del continente.

Con mayor o menor grado de explicitación, los principales referentes de la oposición buscan erigir al México de Peña Nieto como el país líder y el ejemplo a imitar, en reemplazo de un Brasil que, desde Lula y pese a sus problemas de los últimos meses, se empeña –al menos mientras esté el PT en el gobierno- en no dejarse tentar por los llamados de la Alianza del Pacífico y seguir apostando, al igual que la Argentina, por un concepto de integración Latinoamericana que responda a los verdaderos desafíos de un mundo multipolar y a la sostenida crisis de las economías de los países centrales. Es precisamente esta clara orientación en política exterior, su solidaria osadía y su dignidad soberana, lo que a los referentes de la oposición le resulta intolerable y lo que no perdonan. Ayer, la ONU ha brindado otra muestra cabal de que el país transita por el camino correcto y de que cuenta con el respaldo de la comunidad internacional en su lucha contra el capital especulativo, por lo que parece ser que los agoreros de siempre tendrán que seguir aguardando por la tan mentada caída del mapa. Al menos hasta el 2015, si es que acaso la voluntad popular los acompaña en las urnas.

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