Escandalosa reunión de la CGT, con Facundo Moyano como protagonista.

En el día de ayer, se reunió el Consejo Directivo de la Confederación General del Trabajo, donde los secretarios generales de cada gremio expondría su balance luego del paro general y se acordaría una agenda de trabajo para los próximos meses.

Sin embargo la reunión derivó en escándalo y los pases de factura hacia el triunvirato fueron intensos.  Estilos diferenciados y el rumbo de la central obrera y su postura ante el Gobierno tomaron el debate, que parecía habitual hasta que comenzó a tomar calor cuando habló Acuña. Hizo una suerte de mea culpa por la falta de un discurso uniforme del triunvirato y prometió no ir a solas a reuniones ni sacarse fotos que pudieran interpretarse en nombre del cuerpo colegiado.

A continuación tomó la palabra Facundo Moyano, cuya alocución causó el escándalo: arrancó con un pedido de disculpas por haber opinado en medios que el formato de triunvirato no era el adecuado e incluso haber propuesto como único jefe al bancario Sergio Palazzo. Tras prometer que en adelante haría sus críticas puertas adentro, cumplió: dijo que los triunviros habían sido dubitativos en el anuncio de un plan de lucha y le recriminó a la mesa chica por la foto de fin de año con Mauricio Macri en Olivos.

Daer fue el encargado de responderle, y encadenó una extensa lista de reproches al dirigente. Desde sus exposiciones mediáticas con Susana Giménez y Mirtha Legrand hasta endilgarle un aparente intento de lesionar el modelo sindical por su propuesta legislativa de limitar las reelecciones de dirigentes. Incluso, a los gritos, le echó en cara su propia génesis como gremialista, cuando al amparo de los Camioneros de su padre creó el sindicato Sutpa y desplazó a su hasta entonces protector, Antonio «Cacho» López, líder de Uecara.

En ese punto la discusión se desmadró. El primero en retirarse fue el colectivero Mario Caligari (UTA) y le siguió el maquinista de trenes Omar Maturano (La Fraternidad), ambos referentes de la confederación de gremios del transporte (CATT).

En medio del escándalo también hubo reproches al petrolero Pereyra por haber declarado que la CGT parecía «un mamarracho» por los incidentes con los que concluyó el acto del 7 de marzo pasado. Por el neuquino, ausente, respondió su adjunto, Ricardo Astrada, quien se disculpó. Pero faltaba más: sobre el final hubo margen para que Pablo Moyano argumentara que las seccionales del interior de la CGT «se normalizan con kirchneristas» y bajo la responsabilidad de «un dirigente que echó a 500 trabajadores». La alusión era a otro ausente, el metalúrgico Gutiérrez. Para entonces la mitad del Consejo Directivo ya se había retirado.

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