Ganó Macri: vuelta del bipartidismo y fin de la Argentina dramática

Mauricio Macri resultó electo presidente de la Nación y no será el fin del mundo ni mucho menos. Quienes se asustan y exageran el tipo y la envergadura del “cambio”, olvidan que para destruir lo que Perón construyó hicieron falta cuarenta años, tres dictaduras y una traición.

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Asuntos espinosos como la designación por acuerdo del titular del Banco Central y de la Procuraduría General requieren mayorías en el Congreso, que Mauricio Macri no tiene y lo obligarán a hacer política, acuerdos multipartidarios. El Senado lo controla la oposición peronista, con capacidad de bloquear el Congreso. Mauricio Macri deberá desplegar mucha muñeca, en forma de obra pública, con los gobernadores.

En diputados, grosso modo, el peronismo kirchnerista cuenta 109 diputados, el PRO (40) y la UCR (50) suman alrededor de 90 y el massismo cuenta con 30 diputados. Cambiemos deberá mantenerse unido y sumar adhesiones, el massismo buscará ser el fiel de la balanza e imponer agenda y La Cámpora tiene poder de veto al interior del kirchnerismo, ya que puede partir el bloque. La escasa diferencia de 700 mil votos fueron cualquier cosa menos un cheque en blanco.

No fue casualidad que se menee tanto, desde ambos lados del balotaje, la figura de Frondizi. Objetivamente Mauricio Macri está parado en un lugar similar (abstrayendo el contexto mundial que es otro) porque se encuentra con una herencia que es en muchos casos una gran plataforma para el desarrollo y en otros un piso difícil de perforar. Aunque quisiera, no podría destruir ciertas políticas públicas. El Fútbol para Todos se seguirá viendo gratis con publicidad privada en lugar de propaganda pública. No podría aunque quisiera re privatizar ANSES, YPF o Aerolíneas Argentinas, aún introduciendo cambios como la venta del paquete accionario de ANSES en empresas y una mayor permeabilidad al mercado. Esas son sus limitantes estructurales y las políticas públicas que perdurarán del kirchnerismo.

Seguramente cerrará varios “programas” en distintos Ministerios, algunos más eficaces que otros y alrededor de los cuales se fue generando en los últimos años una gran “estructura” de empleo público. Sumadas PBA y Nación eso constituye su verdadera concepción de reducción del gasto público. Ese será un golpe concreto al kirchnerismo, habrá que ver como se portan UPCN y ATE, pero es una lucha que no conmoverá a la sociedad.

Si habrá guerra material contra el Ministerio de Desarrollo Social o el INDEC, habrá guerra simbólica contra 678 o la Secretaria de Pensamiento Nacional que dirige Foster. Se vivirá como una vendetta la designación del futuro presidente de la Biblioteca Nacional y del Ministerio de Cultura.

Habrá que ver cómo se re ordena el diseño de las carteras ministeriales, cuáles fusiona, baja de rango o empodera. El Ministerio de Industria será un buen caso testigo.

Mauricio Macri devaluará y tomará deuda. Nada sorpresivo ni nada que no fuera a hacer, de otro modo y gradualmente, el mismo Scioli. La pregunta es si será torpe y aplicará una política de shock o hábil y cuidará su imagen pública en las encuestas para no eclipsar su luna de miel con la sociedad. Maquiavelo dice que el daño se hace todo junto y de una vez. Probablemente haga lo primero con la devaluación y lo segundo con los subsidios. Enero, en medio de las vacaciones de verano, siempre fue el mes preferido para hacer pasar lo más inadvertido posible, medidas ingratas.

La política sobre importaciones será un eje crítico a observar. También si la devaluación reactiva las economías regionales y se acumulan reservas con dólares comerciales o con deuda. Los buitres cobrarán, resta ver cuánto y si se logra usar la deuda para obra pública de envergadura que mejore la productividad argentina.

La buena noticia es la recomposición del sistema político argentino. Se sale en ese sentido por fin del post 2001. No existía forma de reconstruir el sistema político argentino, cierto bipartidismo coalicional, si no era desde el control del aparato del estado. Resta ver si el PRO se fagocitará al radicalismo en las provincias, logrando federalizarse para las elecciones de 2017 o si la UCR logra construir un líder desde esta nueva situación de mejoría política.

En el peronismo todo es imprevisible. Por lo pronto, como es norma en el llano, florecerán cientos de fundaciones y asociaciones civiles, habrá que volver a hacer política y renovar liderazgos.

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Santiago Costa

Licenciado en Ciencia Política (UBA). Periodista // Twitter: @san2011costa