LAVAGNA y el desafío de hablarle a 8 MILLONES de argentinos

Por Alejandro Agüero

La elección presidencial nos muestra un fraccionamiento preliminar de tercios entre kirchneristas, macristas y electores que, colocándose inicialmente por fuera de la grieta, esperan que su demanda de representación obtenga una respuesta por parte del sistema político.

En números ese tercio representa algo así como 8 millones de electores. Un universo sumamente heterogéneo al que tanto la Casa Rosada como el Instituto Patria apuestan a conectar a partir de la negatividad del otro proyectando un eventual balotaje.

Frente a un escenario política cambiante que presenta a un oficialismo debilitado por la economía y con un liderazgo presidencial desafiado al interior de su coalición electoral, la oposición busca construir relatos que tiendan a dialogar con esos 7 de cada 10 argentinos desencantados con la gestión de Mauricio Macri.

En este orden de cosas, el primer test electoral en la provincia de Neuquén sirvió de estimulo para candidatos que buscan colocarse por fuera de la polarización forzando interpretaciones de las urnas al realizar dudosas lecturas a escala nacional de un comicio de tan solo 400 mil electores.

Más allá de la lectura sobre el triunfo del MPN y de marcar el grosero error del kirchnerismo al involucar a la ex mandataria en la campaña, lo cierto es que la elección patagónica sirvió para acelerar los tiempos de Roberto Lavagna.

«Desde el punto de vista político, Macri y Cristina son dos extremos; después cada uno tiene particularidades, pero desde el punto de vista político, los dos tienen una vocación de absorberlo todo, de permanencia. No tienen en la cabeza la idea de la alternancia, de buscar consensos de manera permanente», delineó Lavagna en declaraciones radiales en las que habló tambien de su coqueteo con Marcelo Tinelli.

El ex ministro suma exposición en la opinión pública y se constituye en un actor medular de una coyuntura política que, con los ojos puestos en la fecha de presentación de listas el próximo 22 de junio, ensaya movimientos de negociación y posicionamiento.

Roberto Lavagna es el tema de la política por estas horas, demostrando en parte lo efímero e imprevisible que resulta la política doméstica. Con su irrupción, radicales y peronistas presionan al macrismo y al kirchnerismo para negociar espacios de poder a la espera de ver si finalmente el ex ministro de economía es algo más que una novedad pasajera.

Dentro del radicalismo -aunque resulta complejo invocarlo como un todo- la figura de Lavagna aparece como una oportunidad para darle entidad a la exigencia de reestructurar el diseño de la coalición de gobierno. De igual forma, para el peronismo federal el ex ministro abre una llave para negociar con el kirchnerismo. Quien mejor decodificó los riesgos de su irrupción fue Sergio Massa, que rápido de reflejos salió hacer medios con el objetivo de ratificar su lugar justo cuando amagaba un entendimiento con la ex presidenta.

La demanda de representación de la sociedad es clara, sin embargo, la oferta muestra lo conservador y estatuquista que resulta ser una clase política que resguarda espacios de poder y que suele esquivar los riesgos que implican la construcción de algo nuevo que se mueva de la zona de confort.

8 millones de electores es el universo inicial que mira Roberto Lavagna. Foto que pinta el paisaje de un momento en una película cambiante que tiene en Cristina Fernández un actor determinante que puede modificar el contorno de la elección presidencial.

Mientras el ex ministro se decidió a jugar y el presidente naufraga con las complejidades de todos los días, CFK espera la evolución de una Argentina poco previsible con la convicción de que sus 30 puntos pueden llevarla a ser parte de la construcción de una nueva mayoría.

Apareció Lavagna, y es toda una novedad para la monotonía de la política argentina.

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