Lxs jóvenes no queremos ser más esta humanidad

*Por Pablo Zappulla y Carolina Diaz, militantes de la JP Evita

Miles de personas protagonizamos una nueva “Marcha de la Gorra” en defensa de los derechos humanos y en contra de la brutal violencia institucional protagonizada por Macri y Bullrich.

En medio del contexto con mayor violencia institucional en nuestro país desde el retorno de la democracia en 1983, en distintos puntos del país, lxs familiares de lxs pibes asesinadxs en manos de las fuerzas represivas, junto a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y los movimientos sociales, protagonizamos una nueva edición de “La Marcha de la Gorra”, la primera coordinada a nivel nacional.

Realmente fue emociónate ver cómo, a pesar de tanta mierda que nos quieren hacer tragar, lxs familiares y la juventud marchamos con alegría y un enorme nivel de conciencia para decirle a Macri y a Bullrich que paren la mano. No queremos más pibes asesinadxs, queremos vivir en paz, queremos trabajo, educación, deporte, cultura, vivienda digna y salud. Estamos hartxs de que la resolución a los conflictos de nuestra sociedad, sea a través de las balas.

Esta semana que pasó, muy lejos de ser la excepción, estuvo repleta de sangre:

El jueves 15 de noviembre en medio de un incendio ocurrido en la comisaría 3° de Esteban Etcheverría, Provincia de Buenos Aires, se produjo la mayor masacre en la historia de las comisarías argentinas. La comisaría estaba superpoblada y con clausura judicial. El incendio debió haber sido apagado, pero al parecer, lxs pibxs servimos más muertxs que vivxs. 9 personas asesinadas: Jeremías Aarón Rodríguez (20), Eduardo Rogelio Ocampo (60), Jorge Luis Ramírez (30), Juan Bautista Lavarda (60), Walter Barrios (21), Miguel Ángel Sánchez (31), Elías Soto (20), Juan Carlos Fernández (31) y Carlos Ariel Corvera (25).

El 21 de noviembre Pablito Silva (14), en medio de un confuso episodio entre personas ligadas al narcotráfico -con las armas de la policía que al mismo tiempo libera las zonas para encrudecer la violencia-, recibió un impacto de bala en su cintura que acabo increíblemente con su joven vida.

El 23 de noviembre fusilaron de un tiro en la espalda a Rodolfo Orellana militante de la OLP-CTEP, en medio de un reclamo por viviendas dignas en Villa Celina, Provincia de Buenos Aires.

El 24 de noviembre, otro trabajador de la economía popular, Marcos Jesús Soria (32) también fue fusilado por la espalda en el barrio Villa Angelelli, Provincia de Córdoba, mientras intentaba escapar de una brutal golpiza por parte de la policía.

¡12 personas asesinadas en 9 días! Y suman un total de 950 víctimas por violencia institucional durante los 1000 días de Macri en el Gobierno, con Patricia Bullrich al frente de la cartera de Seguridad. Un promedio de casi un muerto por día, sin tener en cuenta la enorme cantidad que quedan en el anonimato.

La realidad supera a la ficción. ¿Cuándo la muerte se hará humanidad? En el gobierno de estas personas sin alma ya no hay dudas de que jamás.

Luego de estas aterradoras cifras, nos preguntamos si a alguien aún le puede parecer exagerado que pidamos la renuncia de Patricia Bullrich. Su única estrategia estuvo atravesada por llenar de policías las esquinas de nuestras barriadas, legitimar y autorizar la represión a mansalva y hacer declaraciones que nos remontan a las épocas más oscuras de nuestra historia: “Nosotros estamos cambiando la doctrina y hay jueces que no lo entienden”; “Cambiar el paradigma de apoyar al victimario para apoyar a las víctimas”; “El policía Chocobar actuó para ayudar a la gente, actúo como policía de bien”; “Los mapuches son un grupo de extrema violencia”, “El que quiere estar armado que ande armado, el que no quiere estar armado que no esté armado, la Argentina es un país libre”.

De esta forma se genera un combo explosivo. Todas estas palabras que, en principio, parecen aisladas, sumado a los asesinatos que ya mencionamos, la criminalización de las personas que ejercemos nuestro derecho a la protesta (consagrado por la Constitución Nacional y los tratados internacionales) contra un gobierno que empeoro de manera indiscutible nuestras condiciones de vida, un poder judicial que actúa en connivencia con las agencias represivas abalando, en el campo de la política criminal, la expansión del poder punitivo, la producción de leyes y decretos que le otorgan mayores facultades a las fuerzas de seguridad para que nos encarcelen y nos maten, las horas y horas de cadenas de noticias mostrando a las fuerzas de seguridad disparando balas y gases como algo natural, junto a la permanente estigmatización de seres humanos, que pierden su condición de personas para transformarse en entes peligrosos, tienen dos claros objetivos que se entrelazan: por un lado, legitimar desde el Estado todas estas prácticas violentas que van a ir en aumento (las cifras de los asesinatos y el incremento de personas detenidas dan cuenta de esto), generando consenso en un amplio abanico de la población, y por otro, fabricar un enemigo interno (que debe estar muerto o encerrado de manera perpetua) para que como sociedad creamos que los responsables de la “inseguridad” en nuestro país son nuestros vecinos. Y la verdad que sí, podemos cometer errores y actuar con violencia en innumerable cantidad de episodios. Pero tenemos claro que somos el chivo expiatorio más próximo al alcance de sus manos, el eslabón más frágil en una cadena cuya composición tiene como verdaderos y principales responsables a los sectores de poder, a esas personas que no podemos ver ni tocar.

Es hora que, como militantes sociales y como juventud, podamos estar atentos a estos detalles. Todos los procesos genocidas a lo largo de la historia comenzaron con estas prácticas y discursos legitimantes que, años más tarde, sirvieron para que a los ojos de la sociedad sean imperceptibles las muertes y las desapariciones forzadas de personas. No es joda. En nuestras manos tenemos la tarea de caminar codo a codo. Organizarnos, cuidarnos y tomar consciencia. Luchar para construir una seguridad democrática donde organizaciones y personas comprometidas con los derechos humanos podamos intervenir en el diseño de esas políticas.

Tenemos claro que este sistema no va a reconocer que su propia desidia es la responsable de tanta muerte y tragedia, pero más claro tenemos aún que no vamos a retroceder. Que nuestros sueños están vigentes y que tenemos de nuestro lado el amor y el respeto por la dignidad de las personas.

Nuestro horizonte orientador debe estar atravesado por el ejemplo y las palabras que siempre pronuncian nuestras Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, junto a  las madres de víctimas de gatillo fácil, a quienes el capitalismo salvaje les arrebató de sus corazones a lo más preciado. Nuestra lucha no es con violencia ni venganza. Es con amor, memoria, verdad y justicia.

Y por último el mensaje es ese, como dice Susy Shcok y animándonos a agregar algo más, no queremos ser más esta humanidad. Y es desde esos valores que heredamos que venimos a construir un nuevo mundo donde todxs lxs que nos faltan sean posibles.

(Visitas Totales 1 , 1 Vistas Hoy)