Mani Pulite y nuevo orden

En su columna en la edición de Página/12 del pasado 8 de mayo, Horacio Verbitsky formuló una denuncia fortísima, que todavía hoy, a trece días de publicada, nadie cree necesario desmentir. Dijo que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, opera en el fuero federal la aceleración de «causas por corrupción», y que se imagina asumiendo en breve el Poder Ejecutivo de la Nación. Siempre conviene ser prudente en lo que a conspiranoia se refiere. Sólo debido a que muchas veces este tipo de personalidades sienten que las anchuras de sus respectivas posiciones de mando les confieren impunidad, y por ende la posibilidad de no responder, no hay que entregarse fácilmente a que quien calla, otorga. Pero el ruido alrededor de Tribunales es ostensible.

En este espacio se suele acudir a Carlos Pagni como termómetro certero del pensamiento liberal doméstico. Revisando el archivo, en una nota suya de 2010 se encuentra una definición muy útil para la comprensión de esta coyuntura. Reprochando a lo que era el Grupo A (la pluricromática mayoría legislativa opositora que no logró condicionar al kirchnerismo durante los únicos dos años de la década pasada en que el gobierno finalizado el 9 de diciembre de 2015 no dominó el Congreso), acusó: «Parte del poder de los Kirchner se asienta sobre el consenso precapitalista de una porción relevante de la clase política argentina». Procuraba, con ello, advertir que, lejos de ser la pareja presidencial el exclusivo escollo para un programa antitético con el por entonces desplegado, se trataba de una convicción estatalista y redistributiva mucho más extendida.

En todo caso, Néstor Kirchner y su esposa serían una versión más eficaz y persuadida en la aplicación y profundización del recetario populista, pero no dos aislados contaminados por el virus.

El 28 de abril último, el mismo Pagni fue bastante preciso en cuanto a la instrumentación del Mani Pulite criollo, que avanza sin rumbo ni límites exactos: «Las represas santacruceñas y los gasoductos cordobeses iluminan otro ángulo opaco: la expansión de China en la obra pública coincide con el aumento de la corrupción. Curiosa ruta del dinero que lleva desde la celda de Báez al diseño de la política exterior». También en ese texto esparció salpicaduras más allá de sólo los integrantes del Frente para la Victoria. Manchó incluso a fuerzas que no han sido hostiles para con sus preceptos, como el delasotismo cordobesista y la tropa amarilla, asimismo implicada en la trama lazarista.

El 9 de mayo, de hecho, el analista calvo pareció ¿apercibir? a los actuales inquilinos de Balcarce 50: “(…) el Gobierno carece de autoridad para, si quisiera, acosar a su adversario.”

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El Mani Pulite local es la punta de lanza de la reconfiguración social, económica e institucional que el Círculo Rojo pretende forzar en Argentina más allá de vaivenes en las urnas. Mauricio Macri, que expresa esas maquinaciones, se impuso en el balotaje, pero no alcanza para tanto con la ecuación de poder que surgió del voto del 25 de octubre de 2015, cuando se definió el reparto legislativo, que además arrastra los sufragios de 2013 (mitad de los diputados) y 2011 (un tercio de senadores). Todos triunfos peronistas, que, entre sus distintas acepciones, prima en el Congreso nacional.

Este marco evoca a la perfección la queja de Pagni arriba aludida. Se impone, pues, una intervención honda sobre el sistema partidario todo, para sintonizarlo con las decisiones amigables para con los mercados a que se aspira a abrir cauce. Quienes se cuadren, podrán continuar; si no, habrá expedientes judiciales que los convenzan de lo contrario. Ergo, mejor si el plantel encargado de estas reelaboraciones es virgen de vínculos con lo antiguo. Eso explica la CEOcracia y el relegamiento del radicalismo a un Poder Legislativo que el ex alcalde porteño saltea a menudo.

El espejo es Brasil: el Lava-Jato va mucho más allá de la presidenta suspendida de facto Dilma Rousseff. Se ha dicho hasta el hartazgo, quienes armaron el impeachment acumulan mayor cantidad de cargos en su contra que ella. Por ejemplo, su sucesor, Michel Temer, quien debutó anunciando una reversión absoluta del legado petista. Demasiado para la provisoriedad que, supuestamente, supone su ascenso al Palacio do Planalto. El resultado final del trámite está cantado, lo que autoriza a hablar de golpe: no habiendo chance de discutir los delitos imputados con imprevisibilidad de desenlace, el procedimiento disfraza los verdaderos propósitos, que van por otro lado.

Vale la pena estudiar fundamentalmente la geoestrategia de este desplazamiento: el nuevo canciller, José Serra, es, según Marcelo Falak, un empecinado antimercosuriano.

El ex JP Morgan Alfonso Prat Gay festejó el quiebre brasileño como la ocasión para coordinar la penetración allí de EEUU y la UE bajo la fachada de acuerdos bilaterales de comercio, poco recomendables para el desarrollo de los países sudamericanos. El de la política internacional es uno de los territorios de peores disensos entre neoliberales y populistas. Los vientos del cambio traen, aquí y allá, aromas de reinserción acrítica en la hegemonía global norteamericana.

No es, así las cosas, casual la impugnación que citáramos de Pagni a China; menos, que la bastonera de la cruzada moral argentina sea Elisa Carrió, famosa por sus viajes a EEUU para querellar a “la dictadura kirchnerista”. Varios la han descalificado como vocera de la Embassy.

De la que Temer, se ha sabido, es informante; y donde Macri iba a venderse como market friendly.

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Casi a renglón seguido de la revelación que Lázaro Báez hizo de los negocios en que se asoció con el primo testaferro presidencial, Ángelo Calcaterra, el ministro de Justicia, Germán Garavano, salió a suavizar el discurso PRO respecto de Cristina Fernández. Aconsejó cautela a los magistrados en las actuaciones que la involucran. De inmediato, Lorenzetti contradijo al funcionario. La vuelta de campana en marcha sufre la carencia de un estallido que prologara el ajuste. Sólo así es posible en democracia (1989/2001). A falta de ello, se lo presenta como única opción frente al latrocinio K.

Daría la sensación que, dicho sencilla y vulgarmente, el establishment está midiéndole el aceite a Macri. No sólo debe el Presidente mostrarse convencido en relación a las modificaciones demandadas, lo que no sería un problema con él, sino también apto para controlar las variables en juego en el escenario cuyo vértice ocupa. Las complicaciones que atravesó desde el regreso al primer plano de su predecesora; agravadas por la movilización obrera del #29A y la emergencia laboral que, simultáneamente, evidenció su fragilidad parlamentaria y la oportunidad de reunificación en la acción del peronismo, hicieron que cayeran sobre el presiones varias del modo en que habitualmente se las suelta de entrada: a través de llamados de atención en letras de molde.

Esto llevó al hijo de Franco Macri a abandonar el durabarbismo zen que cultiva desde la campaña electoral y endurecerse, llegando su circuito al extremo de embestir contra el papa Francisco. Lógico: el Santo Padre es el jefe antineoliberal más convocante del mundo, con obvio predicamento en su patria. Y es la voz del pobrismo, pato de esta boda. Una referencia obstaculizadora.

Cualquier vestigio de la Argentina bienestarista, en definitiva, está en remate por estas horas. Hay cierta incomprensión acerca de estas novedades. No estamos ante un giro del péndulo hacia otras políticas dentro de un universo de competencia compartido, sino un copamiento estructural con más la esterilización del enemigo para inviabilizar la hipótesis de su retorno. La defenestración del kirchnerismo busca convertirlo en un agente extraño al esquema, para con eso invalidar su siembra. Es la edificación de un nuevo statu quo. De ahí tal vez la torpeza que aún se observa en los formatos de oposición a este artefacto. Si la empresa falla vía carriles regulares, el Mani Pulite serviría para licuar todo lo existente que lo impida, Macri incluido. Sólo una excepcionalidad semejante, impulsada desde los jueces, habilitaría la eventualidad de Lorenzetti a Casa Rosada. Para curarse en salud, Carrió embiste contra él, metiéndolo en sus clásicos desparramos de mugre.

El proyecto de ley antidespidos no habría impactado tanto. Tampoco prosperará una norma de promoción a PyMEs. El choque es filosófico: el aparato público está ahora al servicio de otros.

Pero cuidado con la pesada herencia de un piso social tan alto como no se registraba desde Perón.

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Pablo Papini

Abogado (UBA) // Twitter: @pabloDpapini