Vidal no adelanta la elección, y la pelea con Macri es por la CAJA y la POLÍTICA

Por Alejandro Agüero:

El eventual adelantamiento electoral en la provincia de Buenos Aires es el tema político del verano. Es que el amague de la gobernadora puso en debate el liderazgo presidencial, al tiempo que sacudió el tablero puertas adentro de Unidad Ciudadana que parece tener solo en la fortaleza de CFK en el conurbano la única estrategia de campaña. Toda ganancia para María Eugenia Vidal que al recuperar la centralidad política tensiona con Marcos Peña y gana musculatura para rediscutir la caja de la provincia.

El escenario montado detrás de la “comisión bicameral” edificada como prenda de negociación con Sergio Massa para aprobar el presupuesto 2018, junto a las declaraciones de importantes funcionarios vidalistas, hizo de la incipiente versión del desdoblamiento electoral un tema que reactivó la interna dentro de Cambiemos justo cuando el jefe de gabinete archivaba las críticas y se disponía a hegemonizar el timón político rumbo a la campaña de reelección de Mauricio Macri.

En la mesa chica del oficialismo circulan dos visiones acerca de la posibilidad de descolgar el calendario electoral de Buenos Aires. Nuevamente, Vidal, Larreta, Monzó y Frigerio chocan contra las voces autorizadas de Marcos Peña y Durán Barba. Los argumentos abundan y son hartos conocidos, pero más allá de la táctica electoral, de fondo aparece no solo la interna del oficialismo, sino también una falla institucional de la democracia argentina que se ha venido presentando crónicamente durante los último 30 años y que tiene que ver con una tensión irresuelta entre el presidente y el gobernador bonaerense.

Ahogo presupuestario y obediencia debida presidencial

En 1988 se sancionó la Ley de coparticipación 23.548 por la que la provincia cedió 6,5 puntos porcentuales en la distribución de recursos comparado con la anterior norma del año 1973. Fue en 1992 cuando Carlos Menem y Eduardo Duhalde acordaron la conformación del “Fondo del Conurbano Bonaerense” que vino a enmendar parcialmente el desfasaje económico al establecer que el 10% de lo recaudado anualmente por el Impuesto a las Ganancias sería destinado a Buenos Aires.

La reelección del riojano supuso el quiebre político con Duhalde y en adelante el fondo empezó el largo recorrido de deterioro hasta terminar en el año 2016 siendo girado en un 98,5% al interior. El motivo fue que en el ‘96 Menem fijó como monto máximo a transferir $650 millones siendo lo restante enviado proporcionalmente al resto de las jurisdicciones. La salida de la convertibilidad y las devaluaciones de la moneda terminaron desnaturalizando el fondo del conurbano y haciendo cada vez más inviable a un territorio que concentra casi el 40% de la población.

Entrados en el siglo XXI el vínculo entre Daniel Scioli y el kirchnerismo cristalizó con total claridad la fragilidad de una provincia que requiere del auxilio financiero del estado nacional. Ahogo presupuestario y sometimiento político fueron dos claves que en las últimas décadas terminaron de alimentar aquel mito que habla de la imposibilidad de un mandatario bonaerense de acceder al sillón de Rivadavia.

El giro de 360 grados tras el triunfo del 2017

El espaldarazo electoral en las elecciones legislativas le permitió a la Casa Rosada forzar un nuevo Pacto Fiscal que, tras eliminar el Fondo del Conurbano y modificar parcialmente el sistema de coparticipación, le generó a la provincia el compromiso de ingresos por $21.000 millones en 2018 y $ 44.000 millones en 2019.

Cuando María Eugenia Vidal pensaba resuelta la ecuación económica sufrió como pocos gobernadores la crisis cambiaria de la Argentina que la llevó a dar un giro de 360 grados que la situó en el punto inicial. Inflación de casi 50 puntos que desactualizó los fondos acordados junto a un compromiso del gobierno nacional con el FMI de arribar al déficit cero que lo llevó a emprender un feroz ajuste que descargó centralmente sobre el territorio bonaerense.

En este orden de cosas, el presupuesto 2019 explicitó el acuerdo entre el gobierno nacional y los mandatarios del interior de situar la reducción del gasto público de unos $100.000 millones sobre los hombros de la provincia de Buenos Aires.

Por la transferencia del subsidio al transporte y el pago de las tarifas sociales de los servicios públicos junto a la eliminación del Fondo Sojero, la provincia se tuvo que hacer cargo de unos $40.000 mil millones. Es decir, lo obtenido por el Pacto Fiscal en el 2017 lo perdió un año más tarde por una crisis que devolvió al territorio bonaerense a su estado inicial de dependencia económica con el gobierno central.

Elección 2019: Entre la reelección de Macri y la concentración de poder en Peña

El rumor de adelantamiento electoral fue un movimiento ajedrecístico de la mesa chica de la gobernadora que conforman el jefe de gabinete Federico Salvai, el titular de la cámara de diputados Manuel Mosca y el secretario de gobierno provincial Joaquín de La Torre. No solo tuvo la capacidad de paralizar el sistema político, sino que también golpeó a Marcos Peña y obligó a Mauricio Macri a negociar directamente con la propia Vidal.

De fondo aparecen los recursos para Buenos Aires en un año electoral, y más atrás todavía se palpa la lucha de poder por lo que imaginan una eventual sucesión si es que hay un nuevo mandato del ex jefe de gobierno porteño.

Otra vez la provincia de Buenos Aires con su problema irresoluble de la caja sirve de terreno para un disputa recurrente y descarnada por el poder. Cuando muchos imaginaban que esta práctica era propia del peronismo, Cambiemos vino a dejar en claro que la política argentina no distingue de banderías partidarias.

Probablemente Vidal haga gala de la disciplina presidencial y no adelante las elecciones, sin embargo, nadie puede decir que la gobernadora no avisó que va por todo y que como tantos otros bonaerenses buscará pegar el salto hacia la Casa Rosada.

Entonces, más que ser el fondo de la problemática, el calendario electoral es el medio que utiliza María Eugenia Vidal para negociar los recursos de la provincia de Buenos Aires que son un insumo indispensable para construir poder y autonomía política.

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