Incómodos

Daniel Ezcurra se desempeña como Director Nacional de Formación de Actores Territoriales del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Es además Coordinador de las Cátdedras Bolivarianas de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Y es también Secretario Nacional de Formación de Kolina.

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EL ESTADO Y LA ÉLITE

La consolidación del Estado nacional allá hacia finales del siglo XIX significó, luego de décadas de luchas políticas, la victoria de un país agro-exportador conducido por una élite liberal en lo económico, conservadora en lo político y eurocéntrica en su forma de entender el mundo. Nuestras instituciones e identidad, el sistema político, el ordenamiento económico-productivo-educativo tienen en su ADN constitutivo la huella indeleble que aquel momento fundacional.

LOS DUEÑOS DE LA REPÚBLICA

Los sectores económicos-políticos concentrados tuvieron la gran capacidad de convertir aquella circunstancial victoria política en sentido común, despojándola de sus connotaciones históricas para dotarla, en reemplazo, de una carga de valores imposibles de cuestionar. ELLOS son la República, la cultura, la civilización, la decencia… y tienen que gobernar el país porque son los mejores, los más preparados y cultos y además, los dueños de todas las otras cosas… Aquellos que desafiaran la legitimidad de ese orden «natural», debían hacer frente a sus tentáculos tan contundentes como imperceptibles.

EL DESAFÍO PLEBEYO

De principios a mediados del siglo XX, en medio de fuertes disputas por la hegemonía mundial y de una profunda crisis económica del capitalismo; primero el radicalismo yrigoyenista y luego el peronismo no solo se hicieron con el gobierno sino que incomodaron el sentido común impuesto por la élite agro-exportadora argentina poniéndolo en tensión y disputa. Aquella maravillosa experiencia amplió los márgenes de la identidad nacional, incorporando a los derechos, la ciudadanía y el consumo a millones de argentin@s antes excluidos. Las huellas de esa incomodidad sin duda nos persiguen hasta el presente.

EL MALÓN DE LOS OTROS

Uno de los tópicos preferidos por las élites y quienes adoptan su particular mirada del mundo sin serlo, es la estigmatización de los otros por no ser portadores de los valores de los «iguales». «Los 13 ranchos», «la chusma», «Hacen asado con el parquet», «aluvión zoológico», «malón policial», «se embarazan para cobrar», «los arrean en colectivos», «planeros», adjetivaciones todas que dan cuenta de la construcción del otro no como un ciudadano con capacidad de elegir, sino como un ser degradado, manipulado demagógicamente por intereses inconfesables, y para quien no deben ser las políticas públicas sino la caridad y la filantropía desde arriba.

Y aquí es necesario decirlo palabra por palabra; el peronismo, fue y es el vehículo político que más ha incomodado ese sentido común pastoril, aun con todas sus contradicciones y complejidades.

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«Hoy una multitud fue a acompañar a la presidenta del país, a la jefa del Estado, a la conductora del movimiento nacional para dar testimonio de la alegría común de ser parte de la construcción de un país que sentimos propio y que nos convoca a poner nuestras mejores energías para sostenerlo y profundizarlo».

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LA INCOMODIDAD DEL SIGLO XXI

Después de que el neoliberalismo militar y civil (desde 1976 hasta el 2001) arrasaran el país para intentar volver a entronizar la argentina del «centenario y el granero del mundo» (cooptación vergonzante de la conducción del justicialismo menemista mediante) y otra vez con el telón de fondo de una crisis económica y política mundial; apareció con Nestor Kirchner y Cristina Fernandez el contexto de posibilidad de retomar el hilo histórico de la incomodidad liberal.

Esta década definitivamente fue incómoda para los grupos concentrados y su gerencia política. Y fue incómoda por muchas razones. Porque perdieron privilegios, porque el Estado recupero capacidad de controlar al mercado, porque se conquistaron derechos y se ampliaron oportunidades. Porque conduce una mujer. Porque «desnudamos al Rey», de aquellos poderes que no se los vota pero que siempre condujeron desde las sombras. En definitiva porque tenemos un proyecto de país distinto y pudimos empezar a plasmarlo. Y eso los incomoda, y mucho.

LOS PROFETAS DEL ODIO

La conductora del movimiento nacional en su último mensaje en el Congreso, apeló a la noción de incomodidad. Desde el entramado político/económico/cultural/mediático opositor se reconoce su existencia y se la describe como crispación, grieta, conflicto permanente, irrespeto por las instituciones y la justicia, etc. Como nos recordara Arturo Jauretche, los sectores concentrados «Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor». Es decir que la existencia del discurso del odio y la incomodidad de los poderosos da cuenta de la existencia de un proyecto que conmovió simbólica y materialmente a los que se sienten dueños de todas las cosas.

LA ALEGRÍA DE CONSTRUIR

Volvemos a Jauretche; porque la batalla que estamos dando no empieza hoy. Viene de lejos y se inscribe en nuestras mejores experiencias. «El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza».

Hoy una multitud fue a acompañar a la presidenta del país, a la jefa del Estado, a la conductora del movimiento nacional para dar testimonio de la alegría común de ser parte de la construcción de un país que sentimos propio y que nos convoca a poner nuestras mejores energías para sostenerlo y profundizarlo.

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Daniel Ezcurra

Docente y militante del FpV // Twitter: @ezcurrad