Matías Cambiaggi es sociólogo y periodista. Durante dos años investigó sobre el Caso Giubileo y entrevistó a sus principales protagonistas. El libro El retrato del olvido es el resultado de ese trabajo y se encontrará a fines de agosto en las librerías.
El Caso Giubileo resuena hoy en la memoria de muchos argentinos como una referencia confusa de un pasado lejano, adobado con los nombres predilectos de la jerga policial y los noticieros amarillos. Sin embargo hubo un tiempo en el que también fue otra cosa y pudo paralizar al país durante largos meses hasta convertirse, quizás, en el enigma más importante de nuestra historia, con el saldo de una médica desaparecida, una institución del estado sospechada de tráfico de órganos, ningún responsable identificado y una infinidad de preguntas sin responder para alimentar un misterio inoxidable.
La de Cecilia Giubileo es, según como se mire, la primera desaparición de una larga lista confeccionada en democracia, pero es sin dudas la más incómoda. Más que la de López o Arruga o incluso más que la de los desaparecidos por la Dictadura. Tal vez porque no dejó motivos ni responsables directos. O tal vez porque hizo visible la podredumbre de un mundo sórdido ubicado a 70 km de la ciudad de Buenos Aires del cual desapareció, llamado Colonia Montes de Oca y que funcionó como un depósito de “población sobrante” desde mucho tiempo antes de su desaparición en 1985 y hasta bien entrados los 2000.
Por la razón que fuera, Giubileo es una desaparecida incómoda, tan incómoda que muchos incluso afirman que podría estar viva y radicada en Europa, como también se dijo de los desaparecidos por la Dictadura, mientras otros preferirían que su nombre pasara definitivamente al olvido. Quizás sea esa la razón por la cual, nunca tuvo una bandera, un reconocimiento, ni siquiera una chapa identificatoria. Apenas un olvido extendido.
En este año 2015 atravesado por elecciones de todo tipo, una Copa América fallida y los habituales escandaletes de quienes viven en modalidad reality show, también se cumplen 30 años de su desaparición y la efemérides redonda puede ser una buena oportunidad para volver a escuchar su historia, enterrar la desmemoria y recordar con la mirada puesta en el presente. Recordarla a ella, en principio, pero también lo que significaron su desaparición, los 30 años de silencio y las deudas que dejó abiertas aquel país del retorno a la democracia.