Agobiado por la negativa de Mauricio Macri a incorporarlo como candidato del PRO a gobernador y la inquietante bajada de Guillermo Montenegro a San Isidro, Gustavo Posse evalúa por estas horas bajar su candidatura gobernador y quedarse en el pago chico.
Fuentes de la mesa chica possista aseguraron a este medio que el intendente de San Isidro Gustavo Posse evalúa seriamente bajar su candidatura a gobernador para volver a renovar como jefe comunal.
Dos son los factores que el hijo de Melchor Posse contempla. El primero de ellos es el paso en falso que fue su salto del Frente Renovador al vacío. Si bien Posse repite en cada entrevista que será candidato a gobernador del PRO, Mauricio Macri lo desmintió públicamente y dijo que solo hay algunas charlas de los operadores bonaerenses, pero su única candidata es María Eugenia Vidal.
De hecho el intendente de Vicente López y primo de Mauricio, Jorge Macri, aclaró que en todo caso Posse podría ser candidato de un sector de la UCR si hubiera una gran PASO opositora, tema que aún debe definirse en la Convención Nacional radical del sábado. Y de ser así, llevaría como candidato a Presidente a Ernesto Sanz o Julio Cobos.
Este tema preocupa particularmente a Posse, quien no mide más de 5 puntos en la provincia, y ve amenazado la base de su poder: San Isidro.
Esto lleva al segundo factor, que es el ministro de seguridad porteño Guillermo Montenegro.
La semana pasada Montenegro recibió el apoyo de Gabriela Michetti con una recorrida por el distrito bendiciéndolo como el único candidato local del PRO a la intendencia. El gesto se repetirá este sábado con una visita de María Eugenia Vidal a La Horqueta.
Esta claro. El candidato possista, Carlos Castellano, no tendrá una boleta del PRO ni de Mauricio Macri, y es sabido que por si solo, a pesar de una buena gestión como presidente del Concejo Deliberante, no mide lo suficiente como para ganar la intendencia. Ante este cuadro un candidato fuerte como Montenegro, con todo el apoyo del macrismo en un distrito afín como San Isidro, es de temer.
Es por esto, por el rechazo del PRO, sus escasas chances de ganar la gobernación, y el miedo a perder San Isidro, que Gustavo Posse evalúa con su equipo desistir de su pelea bonaerense para retener el distrito, amparado en su histórico apellido.
No sería la primera vez que se baja de una candidatura, sin ir más lejos en 2013 amagó a ser candidato a diputado nacional hasta el cierre de listas, pero esta vez la candidatura tuvo mucho más fuerza e intentos de un armado provincial serio. Tristemente no prosperó, al menos no lo suficiente como para otorgarle oportunidades reales de una victoria.
Algunos atribuyen su escasa llegada a la gente fuera de San Isidro a falta de carisma, pero quienes maman el mundo político lo ven como una consecuencia de una incoherencia ideológica crónica. En pocas palabras, es difícil confiar desde la política y desde el electorado, en alguien que en los últimos años pasó por el kirchnerismo, el radicalismo, el vecinalismo, el FAP, el denarvaísmo, el massismo y ahora el PRO.
Seguramente las versiones sean negadas por operadores del possismo, pero el tema está sobre la mesa. Será cuestión de esperar para ver el desenlace.