En aquella ciudad se vive un clima enrarecido: tras perder el municipio se sumaron movimientos recientes del ministro del Interior y Transporte, los cuales lo viculan con el macrismo provocando además despegues de varios dirigentes locales.
Una vez conocida la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires comenzaron los pases de factura para Florencio Randazzo. Consumado el balotaje, parecen estallar por doquier. Desde distintos sectores del FpV le reprochan al ministro su decisión de no ir a la interna presidencial de esta fuerza, al tiempo que desdeñó presentarse para la gobernación. Se esgrime que si Randazzo «jugaba» se hubiese evitado la derrota a manos de Vidal.
Por otro lado, se asegura que esta negativa impactó en muchos territorios, dado que en primer lugar la tropa randazzista fue desplazada, y en segundo se arguye que esto fue un envión para la oposición, que derrotó al FpV en varias ciudades.
Esta situación se trasladó hacia Chivilcoy, donde el actual intendente Darío Speranza perdió las elecciones en manos del massista Guillermo Britos. Con esto, varias paredes del centro de la ciudad aparecieron pintadas con la leyenda «Randazzo traidor», sincerando un realineamiento del PJ local, presidido por Aníbal Pitelli, antiguo intendente y estrecho colaborador del «Flaco».
Esto no termina aquí: el camporismo vincula al ministro con Emilio Monzó, armador clave del macrismo. Según Clarín, Randazzo y Monzó son amigos desde hace años.