El domingo último ambos periodistas estrella del universo kirchnerista polemizaron, acaso sin saberlo, en sus respectivas columnas de opinión.
El tema excluyente fue la nominación en el Frente para la Victoria del joven radical Leandro Santoro como compañero de fórmula de Recalde para disputar la elección a Jefe de Gobierno.
Brienza, en su nota «Conversos» de Tiempo Argentino, ensayó una defensa de la fórmula electoral, diciendo que todo el mundo tiene derecho a cambiar y a hacerse kirchnerista, incluso en 2014. También quitó relevancia a los desafortunados tuits de Santoro, donde tiene expresiones poco felices para Perón y Néstor Kirchner.
Brienza defiende que las «razones de la elección de Santoro pueden ser: a) ampliar la base política de la fórmula; b) energizar con un buen orador y un buen polemista mediático la campaña; c) no sacar los pies del plato del ámbito político y no caer en la convocatoria a un cómico, un jugador de fútbol o un malabarista de semáforo para «popularizar» la fórmula; d) apostar nuevamente a la transversalidad de los partidos populares argentinos en el eje peronismo-radicalismo; e) optar por un corte generacional de la militancia que mire al movimiento popular desde la modernidad y con una visión de futuro a mediano plazo».
Sin embargo, Verbistky en su columna «El Modelo y sus confusiones» en Página 12, se queja amargamente de la elección de Santoro «el desconocido jefe de la agrupación radical Los Irrompibles». En relación a los polémicos tuits de Santoro, Verbistky afirmó que «En forma explícita dijo que si hubiera sabido que sería candidato a la vicejefatura de gobierno no los habría escrito. Es decir, ése era su pensamiento, y lo que lamenta es que lo hayan descubierto, ahora que no le conviene. Por supuesto, acusó por divulgarlos a los medios hegemónicos».
Verbistky recuerda y critica la participación de Santoro en 2013 del «paseo de la corrupción de las estrellas K» junto a encumbrados opositores al gobierno y se lamenta de que «ahora, Recalde y Tomada deben cargar con el lastre de Santoro» que «no aporta votos nuevos y ahuyenta a los propios, porque ofende al mismo tiempo a los militantes y a los porteños».
Más allá de quién tenga la razón en la insólita polémica, esta es digna de verse por la infrecuencia de que dos de las principales plumas del modelo nac&pop debatan abiertamente, aún sin saberlo.