¿Qué decir que ya no se haya dicho sobre el 24 de marzo?. Seguramente poco o nada, pero justamente lo significativo de una conmemoración es el acto de repetirla hasta que se haga carne en el cuerpo social. Si recordar en latín es “volver a pasar por el corazón”; el acontecimiento de conmemorar el comienzo de la dictadura cívico-militar de 1976 vuelve a exponer una herida, todavía abierta, de la sociedad argentina.
Este nuevo aniversario del Golpe nos encuentra en una etapa de cambios. Pero jugando con la frase hecha, esta vez, cambio no es el nombre del futuro. Después de 12 años donde Argentina pudo salir de una crisis terminal para ajustar su bitácora política a los procesos populares de transformación que se vivieron en Nuestra América; por primera vez en el país la derecha llega al gobierno por el voto. Parafraseando a la gobernadora Vidal: “Cambiamos futuro por pasado”.
Si la fenomenal crisis económico-financiera mundial es el síntoma de profundas transformaciones y conflictos que redefinirán la geopolítica global, la administración de Mauricio Macri ha definido jugar la suerte de su gobierno en una acrítica sumisión a la agenda del unilateralismo norteamericano y de los capitales financieros. Todo ello es vendido como un ejercicio de realismo político.
Las renovadas agresiones hacia los gobiernos de Dilma y Lula en Brasil, Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Correa en Ecuador junto a la emergencia de límites económico-políticos en dichos procesos enmarcados en una crisis económica que golpea a los países emergentes, son el contexto de la visita del presidente Barak Obama a la Argentina, en la víspera del 24 de marzo.
Un gesto de alto voltaje político que busca restañar, simbólica y prácticamente, la bofetada que significara el No al Alca del 2005. Pueden hacerlo porque hoy cuentan con un gobierno en la Casa Rosada que no duda en ofrecerse como un instrumento de la melodía ejecutada por la política exterior norteamericana para la región.
La claudicación frente a los Fondos Buitres, la aceptación de la necesidad de avanzar hacia la firma del Tratado de Libre Comercio con EE.UU, la intensión explícita de re-endeudar el país, la liberalización del comercio y el flujo de capitales, la baja de las políticas activas de protección industrial, la amenaza represiva, el achicamiento de las capacidades del Estado y la falta de energía en la integración soberana y en el reclamo por Malvinas, son algunas de las medidas que efectivizan el rumbo mencionado y que permiten, sin forzar ningún argumento, emparentar el programa económico de la dictadura del 76, la llegada de Obama y el gobierno de Mauricio Macri.
La derecha ganó las elecciones y tiene que gobernar con la vara de derechos e inclusión muy alta. Y si bien es cierto que nuestra sociedad ha sufrido profundas transformaciones en su composición, su subjetividad y sus formas de organizarse que es necesario estudiar y comprender, de todas formas estamos seguros que Memoria, verdad y justicia forman parte de una Cartografía opuesta al olvido de una sociedad que se pretende anestesiar, a la mentira (publicitaria) como política de Estado y al injusto crecimiento de la desigualdad ante el Estado, el mercado y la ley.
Si algo aprendimos de quienes protagonizaron las luchas contra la dictadura militar y sus consecuencias es que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Y l@s que no piensan dejar sus convicciones se cuentan por centenas de miles.