«Nadie se va a quedar de brazos cruzados. Si vienen por nosotros, tendrán que hacerse cargo de las represalias». La frase, de un encumbrado referente sindical, replicó el sentido de los polémicos dichos de Luis Barrionuevo la semana pasada y reforzó el tenor de la advertencia con la que buena parte de la dirigencia de la CGT reaccionó ante lo que interpretan como una abierta «persecución» del Gobierno en su contra. La apuesta contragolpista que enarbolan los sectores gremiales más molestos por la profundidad que adquirió la ofensiva judicial que ubicó al propio Hugo Moyano como su último gran objetivo ya está en marcha. Y se enfoca sobre cuestiones clave de la estrategia que se trazó la Casa Rosada para los próximos meses: la demorada reforma laboral y la ronda de negociaciones salariales.
Sobre el primero de esos aspectos, Carlos Acuña, uno de los miembros del triunvirato de conducción de la central obrera, fue ayer muy contundente. «El proyecto no tiene ningún futuro. Para nosotros no hay reforma laboral que valga», enfatizó quien justamente fue uno de los dirigentes que en noviembre pasado consensuó con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, los principales aspectos de la iniciativa. Y defendió esa postura al sostener que se trata de una reforma que «no tiene ninguna ventaja ni tampoco equilibrio» para trabajadores y gremios.
Pero, además, Acuña salió al cruce de la pretensión del Ejecutivo de que las próximas discusiones salariales acuerden incrementos del orden del 15% sin la aplicación de la cláusula gatillo de ajuste por inflación. «El Gobierno no puede fijarle el sueldo a nadie. Para eso, que establezca un decreto para determinar lo sueldos», desafió.
En términos prácticos, el rechazo sindical a la postura oficial para las paritarias será expresado desde hoy por la Asociación Bancaria, el gremio que lidera Sergio Palazzo, en el marco de las negociaciones salariales de la actividad. Lejos de la expectativa de Trabajo y de la oferta empresaria de una suba del 9%, los bancarios apuestan a repetir un acuerdo similar al de año pasado, donde pactaron un aumento de 19,5% ajustable por inflación y el reconocimiento de 5% por la pérdida de poder adquisitivo de 2016.
En paralelo a esas negociaciones y con el telón de fondo de la avanzada judicial que ahora tiene en la mira a Moyano, Barrionuevo convocó para el miércoles a la dirigencia cegetista a un encuentro en Mar del Plata con el propósito de cerrar filas en la estrategia para enfrentar esa ofensiva. De la reunión participarán, además de Acuña y el resto de los sindicatos que responden al gastronómico, dirigentes de otros espacios gremiales críticos al Gobierno, y referentes de los sindicatos del transporte, entre ellos Camioneros. Pero también, cerca de Barrionuevo, se entusiasman con la posibilidad de poder sumar al encuentro a dirigentes de los sectores más dialoguistas, como el caso de los denominados gordos e independientes, que hasta ayer sin embargo no habían confirmado su participación.
«Tenemos que estar todos juntos porque hoy van por uno pero mañana le puede tocar a otro», indicó uno de los dirigentes más distanciados de la Casa Rosada. Y subrayó la decisión de la cartera laboral de auditar, en conjunto con la Unidad de Información Financiera (UIF), las cuentas y propiedades de más de medio centenar de sindicatos y obras sociales para detectar posibles maniobras de defraudación y lavado de dinero.