Los referentes de las tres CGT encabezaron el Comité Central Confederal en el que convocaron oficialmente a las elecciones del 22 de agosto, por lo cual en las próximas semanas se terminará por acordar los nombres que serán parte del proceso de reunificación de la CGT.
Como no sucedía desde 2008, casi todos los gremios que se anidan bajo las siglas de la CGT poblaron ayer el mítico salón Felipe Vallese. Hubo representantes de 198 organizaciones. Así, el atomizado rompecabezas sindical comenzó a unir sus piezas. El paso final será el 22 de agosto, cuando surja la CGT unificada, que ya no tendrá más en la cúpula a Hugo Moyano, Antonio Caló ni a Luis Barrionuevo.
Como parte del proceso burocrático, las tres vertientes de la central obrera fusionaron ayer sus padrones y acordaron la fecha del congreso en Obras Sanitarias, que elegirá a las nuevas autoridades. Una de las novedades fue la presencia de los gremios que se enrolan en el Movimiento de Acción Sindical Argentina (MASA), cuyo referente es el taxista Omar Viviani. Hasta hace poco, el MASA se resistía a la unidad.
La sucesión aún no es del todo clara pero ya tomaron fuerza algunas alternativas. Por estas horas, volvió a tomar fuerza la posibilidad de un triunvirato, con un líder por cada sector. Hasta se habló de un cuarteto, para satisfacer las demandas del MASA, que, en definitiva, cuenta con más gremios propios que la CGT Azul y Blanca de Barrionuevo.
En caso de que la jefatura recaiga en una sola persona, el hombre que gana más consenso interno es Héctor Daer, jefe del gremio de la Sanidad de Buenos Aires desde hace 16 años. Surgió bajo el ala de Carlos West Ocampo, histórico integrante del sector de «los Gordos» (representantes de los grandes gremios). Daer es diputado nacional por el Frente Renovador y no renunciaría a su banca en caso de ser elegido como el número uno de la central obrera.
Sin tanto apoyo, otro de los candidatos sería el portuario Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), un hombre de Moyano que logró recientemente el respaldo de la poderosa alianza de sindicatos del transporte. Desde más atrás, corren el bancario Sergio Palazzo, el ferroviario Sergio Sassia, impulsado por Viviani, y el gráfico Héctor Amichetti.
Moyano reflotó la alternativa de un liderazgo colegiado porque aspira a mantener en la CGT un polo de poder en su pulseada contra el Gobierno. Su relación con Mauricio Macri está guiada por la tensión. Escaló a partir de la intención del jefe camionero de presidir la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y evitar la intervención del Gobierno en el organismo deportivo. La arista gremial también complicó el vínculo: Moyano recurrió esta semana a la Justicia para exigir al Estado el pago de $ 600 millones que le corresponderían a la obra social de los camioneros. La demanda comenzó durante la gestión de Cristina Kirchner, pero la reactivó después de que el macrismo haya reconocido que el dinero que se atesora en el Fondo Solidario de Redistribución les pertenece a los trabajadores que aportaron a esa caja.
«Más allá de los inconvenientes, tenemos la presión para unificarnos», dijo ayer Moyano con un tono a despedida. A los 72 años, se retira de la CGT como garante de la unidad y con el récord de haber encadenado tres mandatos seguidos.
Por primera vez en muchísimo tiempo hubo una fuerte autocrítica de algunos dirigentes por las peleas internas que llevaron a la fractura en tres centrales. «Las diferencias y contradicciones son secundarias ante los problemas de hoy», dijo el bancario Palazzo. Su reflexión abrió el debate político.
Schmid habló de una «sangría de puestos de trabajo» y Caló llamó a defender la industria nacional. Hubo otros que advirtieron que la unidad no era sólo porque el partido gobernante no era peronista. La advertencia más contundente la lanzó Barrionuevo. «Estamos ante un gobierno con problemas. Cree que no necesita a nadie, pero, sobre todo, nos necesita a nosotros. Somos los responsables de darle gobernabilidad a la democracia», condicionó el líder gastronómico.