La orden de Cristina Fernández fue decisiva para bajar la movilización contra el Gobierno que un puñado de gremios afines a la ex presidenta promovía para el 7 de agosto. Así los sectores moderados de la conducción de la CGT se hicieron del argumento perfecto para contener la presión de la tropa sindical más combativa, que pugnaba por retomar la ofensiva contra la administración macrista.
El triunfo del ala «prudente» de la central obrera se traducirá en la decisión de no avanzar con protestas ni movilizaciones previo a las primarias del próximo 13 de agosto. La reunión del consejo directivo de la entidad, por ahora prevista para mañana, oficializará esa línea de acción.
«Hay que evitar que cualquier medida quede politizada por la campaña. Hay reclamos, pero no es el mejor momento», se sinceró un dirigente de la primera línea cegetista para justificar la determinación sindical de guardarse por un tiempo.
Otro de sus colegas compartió la idea y hasta admitió el «favor» que significó para el debate puertas adentro de Azopardo 802 el pedido personal que CFK formuló a Hugo Yasky y Sergio Palazzo para dejar en suspenso la marcha que organizaban para el Día de San Cayetano.
La continuidad del escenario de fragmentación peronista abona la cautela de los caciques cegetistas. Sin un paraguas político para fortalecer un plan de acción temen quedar pedaleando en el aire.
