Previamente, el Sumo Pontífice visitó el barrio pobre de Bañado Norte de Asunción, vivo ejemplo de la desigualdad en Paraguay. Allí celebró «la pelea por la tierra y por una vida más digna que no les ha sacado la solidaridad; por el contrario, la ha estimulado, la ha hecho crecer». Infinidad de paraguayos presenciaban el hecho histórico. En ese lugar, a orillas del río Paraguay, viven unas 23.000 familias, aproximadamente 100.000 personas, expulsadas del campo a la ciudad.
«La fe despierta nuestro compromiso, nuestra solidaridad. Una fe que no se hace solidaridad, es una fe muerta fueron sus palabras de despedida.
Luego de esto, el Papa ofició en el predio militar de Ñu Guazú, en las afueras de Asunción. Allí, llamó a «pasar de la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir, cuidar. Son dos las lógicas que están en juego, dos maneras de afrontar la vida y la misión».
Colmado de fieles, se contaban los presidentes de Paraguay, Horacio Cartes, y de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Ambos mantuvieron un encuentro al término de la ceremonia.
Allí intercambiaron obsequios: CFK le dio un cuadro con el recorte de un diario de cuando Juan XXIII rezó por la salud de Eva Perón. Eduardo Zuain, vicecanciller; el secretario general de la Presidencia, Eduardo de Pedro; Guillermo Olivieri, secretario de Culto; el embajador ante el Vaticano, Eduardo Valdés, y el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro, fueron de la partida.