El Pacto de Padua se constituyó en un ordenador político para el peronismo de la provincia de Buenos Aires. Impulsado inicialmente por un conjunto de intendentes, el pacto se extendió también al mundo sindical.
Convocados por el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, y el secretario de Vivienda del Sindicato de Empleados de Comercio, Sergio Ortiz, una treintena de jóvenes dirigentes gremiales ratificaron el compromiso para encarar una serie de acciones comunes destinadas a luchar contra la pobreza, la desnutrición infantil, la trata de personas, la violencia de género e intrafamiliar y el abuso y trabajo de los niños, entre otros puntos relevantes.
Entre los asistentes se encontraban Vanesa Siley (Judiciales), Walter Correa (Curtidores) y Leandro Nazarre (SUTCAPRA), y miembros de diversos gremios como Comercio, Telefónicos, Sanidad, Aduaneros, UPCN, Docentes, ATE, entre otros.
De esta manera, los dirigentes gremiales se suman al compromiso que ya ratificaron centenares de intendentes en todo el país. Y a partir de hoy martes ya incluirá a líderes sindicales de La Plata cuando Gustavo Menéndez se reúna en esa ciudad con Omar Alegre (Sindicato del personal Mensual del Hipódromo), Ramón Garaza (petroleros), Julio Castro (Obras Sanitarias) y Federico Bach (La Bancaria).
Las tres T de Francisco (Tierra, Trabajo y Techo) junto al Pacto de Padua son hoy un ordenador político para un peronismo carente de liderazgos tras la dura derrota electoral del año pasado.