Por Jorge Álvarez
La eliminación del Colegio Electoral fruto de la reforma constitucional de 1994 modificó el funcionamiento del sistema de partidos políticos. Desde entonces, salvo el Movimiento Popular Neuquino, desaparecieron todos los partidos políticos provinciales; autonomistas y liberales de Corrientes, Acción Chaqueña, renovadores salteños, los bloquistas y la Cruzada Renovadora de San Juan, el Movimiento Popular Jujeño, etc.
A partir de ello, el peronismo consolido su supremacía electoral en todos los niveles de gobierno. De todas las explicaciones posibles, la más perezosa siempre se remite a la crisis del 2001. Sin dudas, la importancia que han adquirido los gobiernos locales superpoblados en un país con desigual distribución poblacional explica mejor como se conforman las coaliciones nacionales de gobierno.
1) DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL
Nuestro país cuenta con más de 2.100 municipios, en solo sesenta de ellos habita poco más del 66% del electorado nacional. El 33% vive en los 2.050 restantes.
De los sesenta municipios más poblados del país, 29 están en la provincia de Buenos Aires, donde residen 4 de cada diez habitantes, distribuidos a su vez con el siguiente peso electoral:
-29 municipios representan el 71% del electorado (15 en manos de Cambiemos, 12 en el PJ, 2 en el FR)
-64 municipios representan el 23% (incluyen PJ, vecinalistas, FR, Cambiemos-PRO)
-42 municipios representan sólo el 6 % del electorado provincial (los que gobierna la UCR)
2) LAS ESTRATEGIAS ELECTORALES
Para elegir presidente, el país es un distrito único con sistema de ballotage y las grandes ciudades son los grandes electores. Para la conformación del parlamento, por su parte, se requiere de estrategias diferenciadas, ya que existe:
-Desigual representación del pueblo: hay territorios sobrerrepresentados en el tablero legislativo (para ser concejal en La Matanza hacen falta más votos que para ser diputado nacional en Tierra del Fuego), distorsionando así el valor de la representación.
-Se sobrevalora el poder de las provincias chicas: la selección de la misma cantidad de senadores por provincia (tres, dos de la mayoría y uno de la minoría) le otorga un poder de negociación descomunal a las provincias de menor cantidad de habitantes, a su vez estas provincias son las que en su seno tienen sistemas internos electorales que no permiten la competencia sana y por el contrario tienden a comportarse como feudos que se vuelven oficialistas del poder central de turno para mantener su poder local.
Es por esto que el PJ mantiene su poderío como actor central de la política nacional. Su poder territorial en la mayoría de las provincias argentinas desde 1983 a la fecha lo posiciona como un actor de relevancia superlativa en las cámaras legislativas, en especial en el Senado. Puede no ganar las elecciones, pero no se puede gobernar sin peronismo.
Cuando es gobierno central el PJ se unifica en torno al presidente, cuando es oposición se dispersa y se divide para maximizar su capacidad de negociación a fin de obtener la mayor cantidad posible de recursos.
3) CAMBIEMOS: UNA EXPERIENCIA INCLASIFICABLE AÚN
Por primera vez, desde que existe el voto secreto y universal, un partido político que no es radical ni peronista, pese a que tiene en su seno radicales y peronistas, ofrece un presidente.
Su ideología es el pragmatismo y su concepción del poder refiere al uso intensivo de las técnicas de investigación que permite detectar y conocer en tiempo real las demandas de los ciudadanos, así como determinar la acción de gobierno y su correspondiente comunicación.
Si CFK iba a fondo con un plan o una idea sin recular, Cambiemos se ofrece siempre dispuesto a cambiar y reconocer el error sin ponerse colorado (los políticos creen ver allí una debilidad, los ciudadanos un valor positivo). Si CFK era ideológica, Cambiemos es pragmático y hacedor del sentido común (los polítizados creen ver allí una debilidad, los ciudadanos un valor positivo).
La estrategia para mantener la gobernabilidad con esta realidad política, depende de:
-El despliegue territorial propio en tres grandes provincias y en los grandes municipios donde es gobierno
-La multiplicidad de alianzas con los gobiernos provinciales y los senadores nacionales con una agenda parlamentaria de intereses compartidos
-La división del PJ en tantas fracciones sean posible
-Tener un acuerdo corporativo con la CGT en sus distintas variantes
Todo ello, mientras convive con sus propios errores y sus aprendizajes.
4) LAS ELECCIONES SIEMPRE SON PREVISIBLES
Salvo excepciones, el voto del ciudadano tiende a no cambiar de manera drástica de elección a elección. En general, quién haya votado una opción, difícilmente pase en la elección siguiente a votar el polo opuesto.
De acuerdo a su humor, sus deseos o sus intereses, en caso de cambiar lo harán en el espectro más parecido al anterior, de acuerdo a su posición actual. Es una tendencia irrevocable el hecho de que no todos los ciudadanos votan con el bolsillo, no todos con el corazón y no todos con el mismo humor.
Comprender esas diferencias, estudiar esos deseos y observar comportamientos anteriores permite otorgarle a las elecciones cierta previsibilidad, sobre todo para la definición de estrategias y perfiles de las candidaturas:
-Si hay dinero en los bolsillos de los ciudadanos, tienden a ganar los oficialismos
-Si hay desempleo o pesimismo económico tienden a ganar los que no gobiernan. A mayor disconformidad o enojo social, mayor fragmentación y descreimiento generalizado
En nuestro país, desde hace una década existen tres grandes corrientes electorales y no dos polos con una grieta en el medio (como quiso hacernos creer el denominado “círculo rojo”). Ellos se expresaron en una elección de tercios escalonados en las elecciones del año pasado:
-El tercio Cambiemos tiene la obligación de fidelizar sus votantes, pero a la vez requiere conquistar votantes de los otros dos lotes. Para ello elabora un plan de seducción en la provincia de Buenos Aires, con la incorporación del intendente de San Miguel, y deja en manos del Ministerio del Interior similar tarea con los gobernadores de las provincias chicas que pueden asegurar votos en el Senado de la Nación
-El tercio de “la avenida del medio” de Massa juega al opo-oficialismo, con la esperanza que los votantes decepcionados del PJ-FpV lo voten y la ilusión de robarle votos al gobierno. Su estrategia potencia parte de los errores que mantiene desde el 2013, construir la imagen de alguien advenedizo y pícaro “mientras haya buenas noticias se acerca al gobierno, cuando hay una mala noticia se aleja”
-De los tercios el que más tiene para perder, es el que representaba el PJ-FpV que se encuentra en un proceso de atomización y de reconfiguración; en su seno se esta produciendo un proceso de adaptación darwiniano expresado en jóvenes intendentes y en experimentados políticos. Saben que son, ahora o después, los que permitirán desequilibrar
5) EL DILEMA RADICAL
El radicalismo es, en vigencia, el partido más viejo de nuestro país. Su organización política esta hecha a imagen y semejanza del mapa institucional de la Argentina del siglo XIX. Elige sus autoridades nacionales de acuerdo a la vieja modalidad del colegio electoral.
Todas las provincias aportan la misma cantidad de delegados (cuatro) y de allí saldrá su presidente. Como sucedía en Argentina antes de la Reforma del ’94. Tiene un órgano de representación proporcional, similar a los diputados nacionales que elige cada provincia. Es el ámbito de aprobación de su programa de gobierno (la Convención).
La última que llevo a cabo, la Convención de Gualeguaychu, gozo de más de 20 puntos de rating un sábado a la noche porque parió un presidente, el actual. Por su incapacidad política y su escasa renovación dirigencial a la semana tamaño hecho político paso al olvido del público en general.
De las 60 ciudades más pobladas del país, el radicalismo gobierna no más de cinco y participa en alianzas de gobierno en dos o tres más. Su poder ser basa en representar un espacio de las 2.050 ciudades donde votan el 33% del padrón electoral nacional. Por eso, se ha vuelto un partido político periférico con representación en el Senado de la Nación y cada vez menos peso en la cámara de Diputados.
Desde la generación de jóvenes que acompañó a Raúl Alfonsín no pudo promover ninguna nueva camada dirigencial y cuando percibe que una puede hacerlo, sencillamente la anula o la expulsa. Su base de representación histórica ha sido el sector social denominado “clase media” urbana y rural.
Al compás de la modernización de la economía estas “clases medias” fueron transformándose, constituyendo diferentes criterios aspiracionales que nunca fueron escuchados por una dirigencia que desprecia la investigación científica. De ese abandono y su vocación minoritaria fueron creciendo la U.CE.DE, el FREPASO, RECREAR, el ARI e inclusive Acción por la República de Cavallo.
Hasta la llegada del PRO, gozaba de cierto liderazgo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en ciudades como Vicente López. Ambos distritos, aún en épocas peronistas gozaron de un intendente radical. Hoy llevan varios años en manos del PRO y el radicalismo allí es algo menos que testimonial.
En las elecciones del 2015, el PRO extendió su dominio a los distritos cabecera de la provincia de Buenos Aires como Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata, Junín, Pergamino, San Pedro, Olavarría; también Morón y Tres de Febrero.
Al conformarse Cambiemos la UCR solucionó un problema de coyuntura, que era la insignificancia electoral en la elección presidencial, pero a su vez constituyo su última gran oportunidad.
Si a Cambiemos le va bien, sería legítimo que el PRO se consolide como el partido político de las clases medias y consolide su hegemonía desde el centro hacia la periferia. Si a Cambiemos le va mal, la UCR pagará el costo de haberse aliado con un programa político que le ocupo su lugar histórico y pagará una nueva frustración de gobierno.
Por eso, el dilema radical es cómo hacer de esta situación una oportunidad, ya que como decía Ricardo Balbin “hay que dejar el pasado atrás y mirar para adelante, no tanto por nosotros sino por una importante juventud argentina que espera”. Como dice Facundo Manes, “adaptarnos es lo que nos hace humanos”, y ello conlleva comprender la realidad y no negarla. Esto requiere concebir a Cambiemos como un polo y las fuerzas que lo integran como sus líneas internas. Dejar el sectarismo de partido y trabajar en su ampliación para:
-Incorporar a los sectores sociales dinámicos que se identificaron con “lo que decía” el gobierno anterior. Convocar a intelectuales, emprendedores y movimientos sociales
-Incorporar a sectores del sindicalismo que crean en la necesidad de promover el desarrollo basado en el conocimiento y la educación
-Incorporar y movilizar ciudadan@s que no sean movidos solo por el rechazo a un gobierno que no esta, sino a la verdadera necesidad de superarnos como país, que en definitiva es lo único importante
Pero eso queda pendiente para próximas reflexiones.