Del buen clima con el que se inició la relación entre Mauricio Macri y la dirigencia sindical poco queda. Es así que la CGT estableció dos objetivos de cara a la manifestación del día viernes: rechazar la política económica del gobierno y superar la última movilización de Cristina Fernández para constituirse así en un actor central de la nueva etapa política.
Ya es un hecho la reunificación de la CGT, y frente a un escenario de fuerte dispersión en el peronismo, Hugo Moyano y compañía ganan peso en el nuevo tablero político.
Por tal motivo, tanto las nuevas autoridades del Partido Justicialista (Gioja y Scioli) como los intendentes de la provincia de Buenos Aires y los legisladores nacionales del FPV-PJ, decidieron subirse a una movilización que terminará por romper con la ‘luna de miel’ del nuevo gobierno.
La media sanción que la cámara de senadores le dio al proyecto de ley que declara la Emergencia Ocupacional y suspende los despidos por 180 días es una antesala que permite vislumbrar el rol protagónico de la CGT en esta nueva etapa política.
La movilización del 29-A tendrá múltiples lecturas, sin embargo, está claro que uno de los puntos a analizar será el nuevo rol del sindicalismo, tanto para pensar la oposición al macrismo como para reflexionar sobre el rol de la CGT en el devenir del justicialismo.