El presidente Enrique Peña Nieto ha retomado la relación con Donald Trump. Tras su elección como futuro presidente de Estados Unidos, el republicano ya no es el apestado xenófobo cuya visita le costó al mandatario mexicano la peor crisis política del mandato. Con la victoria, es el hombre más poderoso del planeta y el dirigente con el que, guste o no, México tiene que convivir. Como tal, Peña Nieto le llamó por teléfono este miércoles y fruto de la “amable y cordial” conversación acordaron reunirse antes de la toma de posesión presidencial para abrir un “nuevo capítulo de confianza y respeto mutuo” en la relación bilateral.
Antes de verse las caras, los equipos de ambos líderes entrarán en contacto para diseñar una agenda en seguridad, cooperación y un apartado que Peña Nieto denominó “prosperidad” y que presumiblemente se refiere a las temibles negociaciones económicas. Fijado el temario, Trump y Peña Nieto iniciarán un “diálogo para crear acuerdos y buscar oportunidades”.
“Somos aliados, vecinos y socios; si a México le va bien también a Estados Unidos y viceversa. Hay lazos inseparables entre ambos países”, señaló el presidente mexicano en su mensaje a la nación. Con aire optimista en un día gris, Peña Nieto recordó, como ya hizo la vez pasada, que su interés primordial es proteger los intereses de los mexicanos de ambos lados. “Me entregaré con toda mi capacidad a ello”, remarcó.