El PRO vivió esta semana lo que no vivió en 8 años de gestión en la ciudad y tuvo que soportar los embates de propios y extraños, quienes hicieron temblar los cimientos de sus principales herramientas de campaña. El niembrogate salpicó y salpica a toda la cúpula del PRO (desde Macri hasta Vidal pasando por Larreta y Santilli llegando a Nicolás Caputo) pero, fundamentalmente, hace rodar escaleras abajo ese discurso honestista y eficiente que tan cómodo les quedaba (y que para nosotros tan lejano de la realidad aparecía).
Cuando el PRO decidió salir a explorar su potencial electoral más allá de la General Paz tuvo como estrategia sumar a sus listas candidatos mediáticos que estuvieran por fuera de lo político. Como ejemplo podemos mencionar al ex futbolista Carlos Mc Allister en La Pampa; al golfista “Gato” Romero y el ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi en Córdoba; el humorista Miguel Del Sel en Santa Fe; entre tantos otros. El candidato a primer diputado por el PRO en Provincia de Buenos Aires, Fernando Niembro, no fue la excepción aun teniendo un perfil político (ex funcionario menemista) mucho más marcado que los mencionados anteriormente.
Para nosotros lo novedoso del niembrogate no es la denuncia en sí ya que el PRO en su gestión a cargo del Poder Ejecutivo porteño desde el 2003 a la fecha ha recibido cuestionamientos varios que han sido (y son) invisibilizados sistemáticamente. Lo novedoso, en cambio, es que las principales balas de salva salieron de la USINA periodística de la CORPO (fuego amigo que le dicen), que en su cruzada republicana (¿?) no dudó un segundo en entregar a Don Niembra a los perros. Que el periodismo independiente haya salido más temprano que tarde a señalar a Niembro como EL responsable de una maniobra reñida con la ética y, tal vez, con lo legal no fue casual ni es una demostración de pureza intelectual por parte de los guardianes periodísticos de la República. Esta estrategia responde a la necesidad de dejar impolutos a los “Chicos PRO”, para que éstos puedan seguir meneando su “pureza ideológica” y (¿por qué no?) tengan que rever su
estrategia de sumar figuras del jet-set criollo que últimamente han traído más problemas que éxitos electorales pero, fundamentalmente es una demostración de poder por parte de las corporaciones y una luz amarilla para el PRO (valga la redundancia).
El establishment económico, financiero y mediático que siempre trata de influir en las grandes decisiones (el auto denominado “Circulo Rojo”) ya experimentó 12 años de cuestionamientos, enfrentamientos y disputas donde el kirchnerismo los puso de frente a la sociedad y los desnudó política y económicamente. En época electoral y donde todo está en plena ebullición, según las expectativas de unos y otros, el “Circulo rojo” encontró una inmejorable oportunidad para marcarle la cancha una vez más al macrismo (que amenaza con ser la única alternativa electoral capaz de disputarle al Frente Para la Victoria el Sillón de Rivadavia) y recordarles que para llegar a ejercer la Jefatura del Estado Argentino necesitará de ellos como socios, cómplices y aliados. En eso andan.
