¿Quien va a ganar las elecciones en Estados Unidos?

Por Julián Goldin.

Los dos candidatos ya son conocidos por todos: Hillary Clinton y Donald Trump. La opinión pública norteamericana presenta esta elección como una de las más reñidas de la historia, comparándola incluso con la del año 2000 entre el republicano George Bush (hijo) y el demócrata Albert “Al” Gore. Recordemos brevemente este caso que nos permitirá entender un poco cómo funciona el complejo sistema electoral del “Gigante del Norte”.

El martes 7 de noviembre del 2000, un 51,2% de los ciudadanos estadounidenses habilitados fueron a votar (allí el voto es opcional y el ciudadano debe estar empadronado para hacerlo). En una parejísima elección, el demócrata Al Gore obtuvo casi 500.000 votos más que su contrincante. Sin embargo, fue George Bush quien se terminó adjudicando la banda presidencial.

¿Cómo se explica esto? El sistema electoral norteamericano es de elección indirecta y de mayoría uninominal. Es decir, como sucedía en nuestro país hasta 1994, el pueblo elige al presidente a través de sus electores. Cada estado, al mismo tiempo, tiene una cantidad de electores proporcional a sus habitantes. Pero esto no es todo. El sistema es también mayoritario y uninominal, por lo que el candidato que gane en un estado (sea por uno o un millón de votos) se quedará con todos los electores. Por lo tanto, un candidato puede obtener más votos populares que su rival pero menor cantidad de electores, y perder así la elección.

Cabe aclarar que el estado que definió la elección con sus 25 electores, fue el estado de Florida. El demócrata Al Gore denunció fraude y tuvo sus razones para hacerlo: Casualmente el gobernador de Florida en aquel entonces era Jeb Bush, hermano del candidato republicano. Muchos ciudadanos latinos no pudieron votar por no figurar en el padrón. Mientras que los blancos de clase media y alta votaban con el moderno voto electrónico, los votantes afros y latinoamericanos votaban con un viejo sistema de boletas perforadas, donde muchísimos votos fueron anulados. George Bush hijo terminó ganando por 523 votos y la Corte, dominada por conservadores, terminó avalando esta polémica elección.

Más allá de aquella polémica situación, 16 años después, Florida podría volver a ser la clave de una elección. No es casualidad que ambos candidatos hayan terminado su campaña apuntando con todos sus cañones a este estado.

El cálculo hoy, es bastante simple: Quien gane Florida junto a cinco estados más, ganará la elección. Estos estados serían Pennsylvania, Carolina del Norte, Iowa, Nevada y Colorado. Es por es que nos animamos a decirte que, aunque por estrecho margen, Hillary Clinton ganará la elección. A continuación, las razones:

Donald Trump necesita mucho más de estos seis estados que Hillary Clinton. A Clinton le alcanza con ganar dos de ellos, Trump los necesita todos o casi todos. Los estados “sólidos” que ya definieron su voto demócrata, son mucho más populosos que los republicanos (Nueva York con 29 electores y California con 55, contra sólo 38 de la Texas tradicionalmente republicana).

Al mismo tiempo, entrando en la realidad de estos seis estados “swings” o en disputa, Clinton lleva una pequeña ventaja en casi todas las encuestas de Florida, Pensylvania y Colorado. Trump lidera en Carolina del Norte, Iowa y Nevada.

El final parece ser apasionante, pero para dar la sorpresa, el candidato republicano debiera “robarle” dos de los tres estados a Clinton. Esto no parece ser tan fácil. Además, la diferencia a favor de Trump en Carolina del Norte, que aporta el importante número de 15 electores, es la más exigua de los seis estados nombrados con un 0,8% promedio (Fuente: www.realclearpolitics.com).

De todas formas, este miércoles a la madrugada todos estos cálculos serán historia. A esa altura ya sabremos si por primera vez una mujer se adjudicó la presidencia de los Estados Unidos de América. O si el desgaste del sistema político tradicional fue tal que un empresario que hace poco tiempo era ajeno a la política logró ser el 45° presidente de la democracia con más años del mundo.

No habría de sorprendernos que la diferencia de electores este martes sea tan exigua como la de las elecciones del 2000 entre Bush (hijo) y Al Gore. Así también con la diferencia de votos populares, que podrá coincidir o no con el ganador de la contienda. De todas formas, como ya sabemos, este arte que es la política no funciono, ni funcionará nunca como una ciencia exacta.

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