Scioli-Zannini, dos más tres es sintetizar

El peronismo es un traje que se ajusta al cuerpo

Se dijo tiempo atrás, que el contexto internacional marca un aggiornamiento de la experiencia kirchnerista, poder ofrecer una opción conservadora para poder ganar y continuar consolidando lo hecho. Esa realidad se impuso el martes por la tarde cuando Daniel Osvaldo Scioli (DOS) anunció por C5N que su vicepresidente y compañero de fórmula será Carlos «El Chino» Zannini, histórico «número tres» de la mesa chica kirchnerista desde los tiempos de la intendencia en Río Gallegos. Este anuncio significó una bomba hacia dentro del espacio del FpV y de la oposición. Veamos

Sintetizar

Hacia dentro del FpV la designación de Zannini vice de Scioli significó el fin de la postulación de Randazzo y las PASO. Su candidatura se tornó superflua al expresar Zannini al kirchnerismo no justicialista y aportarle ese caudal simbólico, funcionando como el reaseguro de una pretendida «pureza». Pureza que Martín Rodríguez traduce muy bien en «falta de votos». Quien tenía capital electoral previo es socio minoritario del modelo, quién no tiene votos es empleado ejemplar (puro) del modelo.

Es que la fórmula Scioli-Zannini tiene un poder de complementación tremendo, sintetiza a más no poder. Alguien dijo «pusimos al tipo más querido y más odiado por los gobernadores en la misma boleta». Scioli interpela a los sindicatos y al partido (gobernadores e intendentes), Zannini al kirchnerismo no peronista ya sean movimientos sociales, juventud, 678, carta abierta o la izquierda no antiperonista.

Es muy poco lo que queda por fuera de esta fórmula. No hay nadie más kirchnerista, antigüo ni de confianza de Néstor&Cristina que Zannini. A tal punto que lo grafica la famosa anécdota del chiste que se decía el matrimonio: «si algún día nos separamos la verdadera división de bienes será quién se queda con el Chino». ¿Podría haber sido Rossi, Urribari u otro «puro»? Sí, pero nadie de más confianza de Cristina que Zannini. Por eso festejaban en las carpas sciolistas, con un razonamiento muy simple: «Cristina nos dio al mejor que tiene». Al hacer eso, apostó a caballo ganador.

Randazzo: primero la patria, después el movimiento, después los hombres

El Flaco se dio cuenta de esto y tiró la toalla. No aceptó ir de gobernador de la provincia de Buenos Aires, como le sugirió Cristina, y con eso firmó su muerte política dentro del kirchnerismo. Hay algunas verdades dentro de la lógica de conducción de Néstor&Cristina: una es que «el que más suena» como candidato, no va; otra es que aquel que dice «no» a la conducción no tiene vuelta. Filmus y Taiana son dos claros ejemplos. Se los respeta, pero no vuelven a jugar de titulares en las grandes ligas (se remarca: grandes ligas).

Tal vez Randazzo haya confundido sus deseos con la realidad: jamás tuvo chances de ganarle una interna a Scioli, su rol no pasaba de ser un sparring y contener al sector purista del kirchnerismo. Cometió varios errores como subir la temperatura verbal de la contienda, extremando la necesidad de crtíticar a Scioli para subir en las encuestas, rozando la categoria de «fuego amigo». Se lo advirtieron varias veces gente como Diana Conti o Aníbal Fernández. Tampoco logró construir sólidos apoyos de sindicatos, partidarios ni formar una segunda línea de dirigentes potente. No acepto ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, cosa que cuadraba perfectamente en el dispositivo de acompañamiento y contención de Cristina hacia Scioli (como lo indica la nota linkeada al comienzo de ésta), tal vez porque no quiso estar en una posición de debilidad. Es que «la provincia» tiene un déficit estructural, producto de una mala coparticipación federal, que la hace dependiente de las transferencias de Nación. Pero Scioli salió airoso de esa gestión, demostrando que se puede. Algo que recordaban también en tiendas sciolistas: «Daniel estaba listo para ser Jefe de Gobierno en 2007 y Néstor lo pidió en provincia y aceptó». Hay que jugar donde el técnico pide, no donde uno cree que es más habilidoso, porque se juega en equipo y el que ve el panorama general es el DT.

Errores de interpretación por izquierda

La noticia fue en algún punto, hacia dentro del kirchnerismo, tan sopresiva y shockeante como la designación del Papa. Por eso mismo, las primeras lecturas de muchos fueron atolondradas. «Cristina optó por la derecha» podrá resumirse este gran error de intepretación.

Atrás de estos razonamientos emerge la discusión de si el kirchernismo es el peronismo versión siglo XXI o una «superación», una «anomalía», otra cosa. También se esconden detrás visiones progresistas, no nacionales y populares, que ponen en duda la lealtad de Scioli porque «es de derecha». Se confunde a un conservador popular del movimiento con la derecha neoliberal por no tener criterio nacional, por tener poco Jauretche leído encima. Se acusa a la conducción de excluir, de imponer peronismo, de no permitir el debate. También se escuchan quejas por una discriminación de los «nuevos» a manos de los «viejos».

No hace falta ser peronista para ser kirchnerista. Eso es un mérito y un desafío de este proceso. Mérito porque acumula mayor masa crítica (aliados) para transformar. Desafío porque exige un proceso de formación política permanente en pensamiento nacional. De desgorilización permanente, porque no hace falta ser peronista para ser kirchnerista, pero no se puede ser gorila. Palabras clave para practicar en casa: Iorio, Insfrán, Iglesia Católica. No es necesario estar a favor, pero si se está furibundamente en contra, si genera urticaria, hay que revisar. Si el progresismo es un aliado táctico de esta etapa del movimiento nacional, como lo fue el revisionismo católico en los años cuarenta, no es lógico pretender conducir el proceso. Jamás Cristina, ni nadie cuerdo, optaría por retener  a ese 5% de kirchnerismo que no entiende -como si entiende el otro 30% por ciento de kirchneristas no peronistas- por sobre el 65% de kirchnerismo peronista (PJ). Por eso Zannini complementa tan bien a Scioli y «nunca una gota de tinta tiñó el mar» diría el General Perón.

El debate «Scioli» se viene dando desde, mínimo, 2008 para acá al interior del kirchnerismo. DOS mostró una lealtad sin fisuras en la crisis del campo y aceptó ir a testimoniales en 2009 a pesar de todos los cantos de sirena de Clarín y La Nación. En alguna básica camporista en Villa Urquiza se decía en 2011 a los nuevos ni bien entraban: «Scioli es a Néstor lo que Cámpora a Perón», solo para conmover estructuras mentales. Es verdad que no es lo mismo haberse incorporado al movimiento antes de la crisis del campo que después; antes de la muerte de Néstor o después, antes del 54% o después. Ser amplios, nunca sectarios ni excluyentes, requiere humildad y menos dedito levantado. Desde todos los sectores.

Errores de interpretación por derecha

Otros que vieron como natural la confirmación de Scioli se alarmaron con la designación de Zannini. Curiosamente ninguno en las carpas sciolistas. El razonamiento era el siguiente: «¿Alguien le conoce el vice a Dilma? No, porque Lula la dejó ser». Se temia que el cerrojo institucional (control de diputados, fórmula PBA y vice nacional) derivara en una suerte de «Cobos kirchnerista». Una estrategia parecida a lo sucedido con Mariotto, pero la Casa Rosada no es La Plata y tiene muchas herramientas (como la lapicera y el presupuesto) para hacer política, con lo que si se apreta mucho negando la necesaria autonomía puede llegarse a un escenario de disputa feroz dentro del movimiento peronista.

Este escenario propio de mentes afiebradas, amantes de las analogías históricas, olvida varias cosas. La armonía lograda por Scioli con Mariotto, la gran prudencia y responsabilidad histórica tanto de Scioli como de Cristina. Adelantar escenarios es a veces casi como hacer historia contrafáctica. «Que hubiera pasado si» es incomprobable, no le sirve a nadie y muchas veces hasta induce a error. Paranoiquea.

Acierto de interpretación: los de enfrente

Los sectores dominantes se quieren morir. No solo porque no lograron unificar el frente antikirchnerista con el acuerdo Macri-Massa, sino porque ven en el kirchnerismo una madurez política que lo lleva a soldar en un pacto electoral las dos alas del movimiento como nunca se vio. La gran mayoria de la ciudadania argentina quiere continuidad con algunos cambios. Eso darán Scioli y Zannini, el primero dialogando, proponiendo correcciones y cambios graduales, impulsando agenda nueva (el famoso desarrollo) y el segundo como símbolo y reaseguro de lo conquistado.

Sabe el conservadursimo argentino que el kirchnerismo gana en primera vuelta. La negativa de Sanz a ser vice de Macri, que lo forzó a una fórmula partidaria pura y netamente porteña, es apenas el tiro del final. La relativa fortaleza de ese espacio en Córdoba o CABA, se frustrará con los inesperados escenarios de paridad en Mendoza y Santa Fe, donde Perotti seguramente sea el candidato a senador que incluso pueda dejar fuera al mismísimo Lole Reuteman. Las potentes fórmulas Aníbal Fernández-Martín Sabbatella, que congrega a todo el universo kirchnerista puro, y Julián Domínguez-Fernando Espinoza -con marca peronista clásica-, auguran atrapar la inmensa mayoría del voto bonaerense, a pesar de que el massismo sobreviviente se concentra solo en este distrito y el PRO a última hora reviera su decisión e integre en la fórmula bonaerense al radicalismo. Están desesperados.

El kirchnerismo puso un equipo ganador en la cancha que se completa con Máximo Kirchner debutando como diputado nacional por Santa Cruz; «Wado» de Pedro encabezando la lista de diputados nacionales bonaerense; Axel Kiciloff haciendo lo propio en la Ciudad Autónoma y Taiana y Rossi en la lista Parlasur. Pareciera ser que Cristina se tomará un merecido descanso, acompañando desde afuera al gobierno, tal como Lula hiciera con Dilma, transformando El Calafate en un nuevo Puerta de Hierro. Lo cierto es que Cristina se va invicta con el 54%, poniendo a un presidente de su mismo partido y con un esquema de influencia perfectamente diseñado. Supera así ampliamente el fenómeno Bachelet e incluso, y si de sucesiones hablamos, al mismísimo Juan Domingo Peron.

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Santiago Costa

Licenciado en Ciencia Política (UBA). Periodista // Twitter: @san2011costa