Por Alejandro Aguero
Alberto Fernández eligió como romper el corsé comunicacional que lo expuso al cambio de clima social respecto a la extensión de la cuarentena. Con Vicentin no solo cambió la agenda pública, sino que por sobre toda le dio margen de juego a la oposición dura del PRO y puso al descubierto los límites del sector dialoguista que lidera Rodríguez Larreta.
La decisión de intervenir la empresa no resiste mayor análisis. Una firma quebrada que expone también la huella de la corrupción y los desmanejos públicos de la gestión Cambiemos.
Ahora bien, en el plano político, la intervención de Vicentin inaugura el inicio de la salida de la cuarentena y pone el punto de largada de la campaña electoral 2021. Elección en la cual los Fernández harán de Mauricio Macri el elemento movilizador del Frente de Todos. Si Larreta sirvió para otorgar gobernabilidad en la pandemia, Macri será el insumo necesario para crear una mayoría electoral sobre la base de la polarización con una figura que se entiende como desgastada en la sociedad y cuestionada a la vez dentro de la coalición Cambiemos.
«Con Macri no alcanza, sin Macri no se puede», frase trillada que se vuelve a replicar en el escenario político. El binomio Alberto y Cristina tiene en claro dos cosas: la polarización es con Macri y las Primarias tuvieron su último capítulo en el 2019 con lo cual buscarán que sin PASO y con Macri como epicentro mediático la oposición tienda a la dispersión.
Cristina sufrió al Peronismo Federal que finalmente terminó siendo colonizado por la actual vicepresidenta. ¿Larreta y Vidal recorrerán la misma parábola de aquel justicialismo no cristinista?.
Si Davos fue solo un espejismos para el líder del Frente Renovador en los prolegómenos del macrismo, la coordinación institucional en tiempos de Coronavirus puede resultar en un mismo recorrido para Rodríguez Larreta. Al final de cuentas, la sociedad busca opciones claras y categóricas y ese casillero opositor es de Mauricio Macri. El elegido por la sociedad y por el oficialismo.
