Por Juan Ottavis
“La historia estaba pasando junto a nosotros y
nos acariciaba suavemente como la brisa fresca
del río (…) Eran los hombres que están solos y
esperan que iniciaban sus tareas de
reivindicación. El espíritu de la tierra estaba
presente como nunca creí verlo”
Raúl Scalabrini Ortiz
¿Qué fue y qué es el Día de la Lealtad? ¿Qué hizo Perón para que se desate, en esa jornada histórica, la movilización del pueblo? A setenta y un años del día que marco un antes y un después en nuestra historia, es inevitable la comparación de aquellos tiempos con los actuales. Vemos hoy que nuestra Patria está siendo gobernada por gerentes con intereses contrarios a los de los argentinos. Por esa misma razón, me propongo como militante del peronismo una reflexión sobre nuestro movimiento político.
Somos herederos de una línea histórica que se inicia en la gesta de Mayo de 1810, continuada por San Martín y su proyecto continental; también por Juan Manuel de Rosas y miles de héroes anónimos que lucharon por nuestra soberanía. En 1916 el pueblo argentino pudo elegir por primera vez a un gobernante de un partido enraizado con sus intereses. Estamos hablando de Hipólito Yrigoyen.
La Década Infame puso en un mayor relieve la carencia de derechos sociales y el anhelo de dignidad. A la luz de esto es que debe entenderse el 17 de octubre de 1945. Debe comprenderse como el reconocimiento a un hombre que, empezando desde el pequeño Departamento Nacional del Trabajo que luego se convirtió en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, cimentó junto al mundo del trabajo las bases de las políticas que dignificaron a los sectores más postergados. Esto alertó a las minorías facciosas y a los poderes concentrados de aquel entonces, que extorsionando al gobierno lo encarcelan y lo hacen renunciar a los cargos acumulados desde 1943.
A partir de aquí, Evita y el pueblo trabajador fueron los encargados de escribir las páginas más grandiosas de la historia argentina del siglo XX. Comparto las palabras de Marechal, que me emocionaron y lo siguen haciendo: “No había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina ‘invisible’ que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas”.
A lo largo de estos años pasamos muchos Días de la Lealtad. En algunos, con la tristeza de ver dirigentes que se habían olvidado de nuestros símbolos, de dónde veníamos y de lo que éramos. Nuestras banderas fueron, son y serán la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. La identidad de nuestro movimiento es nacional, popular y antiimperialista.
Néstor Kirchner actualizó la razón de ser del 17 de octubre. Por eso el pueblo argentino, los más humildes, los trabajadores y los jóvenes pudimos identificarnos con el líder de nuestra época, así como después lo hicimos con Cristina. Es cierto que nos han quedado cosas por hacer luego de estos doce años. Pero hay que entender que el cambio en los resortes estructurales de la Argentina y el logro de la justicia social es una tarea ardua, en la que nos queda mucho tiempo por delante.
En la actualidad estamos sufriendo la pérdida de puestos de trabajo con el consiguiente crecimiento de la desigualdad. Se viene perdiendo la dignidad que se había reconstruido en estos últimos 12 años.
Perón desafío al poder real y trajo un proyecto de vida. Por eso provocó un cambio trascendental en nuestra historia. Hoy el imperativo es volver siendo mejores. Hay que trabajar para reconstruir nuestro movimiento con todo el pueblo a la cabeza. Hay que trabajar de vuelta para tener nuestro 17 de octubre.
Tuvimos próceres y tenemos líderes. La Lealtad no es sólo a Perón, Evita, Néstor y Cristina. Es (sobre todo) al pueblo.