Existen años que quedan marcados en la historia universal contemporánea. El historiador Eric Hobsbawn denominó al siglo XX como “el siglo corto”, el cual se inicia con la Primera Guerra Mundial en 1914 y que termina con la implosión de la URSS en 1991. En ese lapso de tiempo produjeron una serie de hechos que con tan solo mencionar el año nos trae a la mente lo sucedido: 1917 y la revolución bolchevique, en 1922 asciende el fascismo en Italia, 1933 Hitler se hace del poder en Alemania con el posterior genocidio que se cobró la vida de 6 millones de personas, en 1936 se desata la Guerra Civil Española, en 1939 comienza la Segunda Guerra Mundial que termina en el año 1945 dando comienzo a la Guerra Fría entre EEUU y el bloque soviético. En 1949 llegan al poder los comunistas en China, 1959 marca el fin de la dictadura de Batista en Cuba y el comienzo de la Revolución Cubana, en el 68 estalla el “Mayo francés”. En 1976 un golpe cívico-militar derroca a Isabel Perón para iniciar una dictadura que dejaría 30 mil desaparecidos y más de 500 niños apropiados. En 1989 cae el Muro de Berlín y lo ya mencionado: 1991 se desintegra la URSS.
Todos estos sucesos de la historia tienen un año que los marca, que todos lo recuerdan, algunos en menor y otros en mayor medida. Sin embargo, el año 1915 parece no haber ocurrido. 1915, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, marca el inicio del Genocidio Armenio perpetrado por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio Otomano. El 24 de abril de 1915 comienza el genocidio con el secuestro de cientos de intelectuales, religiosos y líderes armenios. A partir de ese momento y producto de la tortura y la deportación un millón y medio de armenios murieron. Así se devela el plan sistemático de exterminio que buscaba poner fin a la identidad y existencia de la comunidad armenia. Esto supone y entra en la categoría de genocidio. Las Naciones Unidas en 1948 define el genocidio como un crimen internacional y se considera genocidio a cualquiera de los siguientes actos que buscan exterminar de forma total o parcial a un grupo nacional, étnico, racial o religioso: Asesinato de los miembros de un grupo; Daño serio de forma física o mental a los miembros de un grupo; Creación deliberada de tales condiciones de vida para un grupo que cause su exterminio físico de forma total o parcial; Implementación de medidas enfocadas en evitar las tasas de nacimiento dentro del grupo; Transferencia forzada de niños de un grupo a otro.
La República de Turquía, como sucesora del Imperio Otomano continúa hoy en día negando el genocidio. La lista de países que sí reconocen el genocidio (una veintena) incluye a Venezuela, Uruguay, Rusia, Bolivia, Grecia, Francia, Italia y Holanda entre otros. En nuestro país, a partir de la iniciativa del entonces presidente Néstor Kirchner se promulga la ley nacional 26.199 que declara el 24 de abril como “Día de la acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”. Argentina es hoy en día el único país en el mundo donde los 3 poderes del Estado reconocen el Genocidio Armenio, junto a la totalidad de los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil.
Explica Claire Mouradian, profesora de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París y experta en el genocidio armenio que “Todavía quedan grupos que dicen abiertamente que el trabajo no fue terminado. El genocidio no es sólo un problema del pasado, es un problema actual. Hay países, como Estados Unidos, que no quieren confrontar con Turquía”.
Turquía es miembro de la OTAN y aliado estratégico de Estados Unidos en la región. Por ello no es casual que tanto el gobierno norteamericano, como también España e Israel y otras potencias occidentales no se han manifestado concretamente sobre el Genocidio Armenio. En ese marco, se empieza a develar por qué 1915 ha sido silenciado en la historia.
Sin embargo, a 100 años del primer genocidio del siglo XX, nuevas voces se empiezan a sumar a la causa por el reconocimiento del Genocidio Armenio y en contra del negacionismo turco. En ese sentido, días atrás el Papa Francisco dijo que «recordar es necesario» porque eso significa que «el mal tiene abierta la herida». «Esconder o negar el mal», subrayó el Sumo Pontífice, «es como que una herida continúe sangrando sin medicarla». Además, el Papa señaló que el exterminio armenio fue «el primer genocidio del siglo XX». En esa línea, también la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se reunió hace días con representantes de la comunidad armenia en la Residencia de Olivos para «expresar su solidaridad al cumplirse cien años del inicio del genocidio armenio».
No es un dato menor que tanto el Papa Francisco y la presidenta de Argentina se expresen de esa forma. En nuestro país la comunidad armenia asciende alrededor de los 100 mil habitantes. Es por ello que el país fue blanco de críticas del Ministro de Turquía, Volkan Bozkır, quien en sus lamentables declaraciones sobre los dichos del Papa Francisco dijo que Argentina “dio la bienvenida a los nazis, que fueron los principales autores del Holocausto judío”. En este sentido, también se expresó el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien afirmó sobre los dichos de Francisco: “Cuando los políticos y los religiosos asumen el trabajo de historiadores, no dicen verdades, sino estupideces“.
1915 en el imaginario colectivo puede significar la negación, el silencio y el olvido, o puede, o mejor dicho, debe, convertirse en sinónimo de memoria, de verdad, de justicia y del reconocimiento que se merece la comunidad armenia. En esa línea, es tarea de gobiernos, políticos, intelectuales, académicos, artistas, entre otros, salir a dar la disputa sobre el significado del Genocidio Armenio para que 1915 no quede en el olvido.