#28A: España no volverá a ser la misma

Por Julian Goldin, licenciado en Ciencia Política corresponsal desde España.

Muchas dudas y algunas certezas

El Reino de España se debate en horas fundamentales para su reciente historia democrática. 

Las encuestas se encuentran muy lejos de arrojar resultados concluyentes y los dos debates presidenciales que se sucedieron, no terminaron de inclinar la balanza hacia ninguno de los dos lados. Se llega a hablar incluso de más de un tercio de votantes indecisos. 

Sin embargo, en este mar de dudas que es España y el 28A, parecen haber al menos dos certezas: 1- Por primera vez habrá un gobierno de coalición y, 2- Por primera vez la ultraderecha accederá al parlamento, y porque no al gobierno.

Un breve racconto histórico de la España socialdemócrata

Hagamos entonces un pequeño recorrido por la historia reciente de España, para entender un poco más que es lo que se juega este domingo en las elecciones generales.

Desde el fin de la dictadura franquista, con el Pacto de Moncloa y la Constitución de 1978; se definieron dos de los pilares más importantes de esta nueva España que nacía. Por un lado; una nueva economía, mucho más moderna y de mayor apertura, tras décadas de retraso franquista. 
Por otro lado, un nuevo sistema político: Lo que se conoció como monarquía parlamentaria, pero también podría traducirse en un parlamentarismo bipartidista, dado el fuerte peso específico de sus dos principales formaciones: El Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). 

El parlamentarismo, en palabras de sus principales defensores, aumentaba la necesidad de diálogo y negociación entre las partes (partidos), confluyendo de forma consensuada en opciones más bien centristas, y escapando de los extremismos ideológicos. El PP, como polo centroderechista y el PSOE como polo centroizquierdista, cargaban así en sus hombros con todas las tensiones de esta nueva democracia naciente.
De esta manera, con algunos matices entre gobiernos de uno y otro, este pack conocido conocido como Socialdemocracia obtuvo importantes resultados a lo largo de casi tres décadas: En lo económico; el PBI por habitante se multiplicó casi 10 veces (de 3.000 dólares a 28.000), la inflación que había rozado el 30% en 1978, con los años casi que dejó de ser un problema y el sistema impositivo pasó de de ser brutalmente regresivo a progresivo, lo que le brindó gran cantidad de recursos a este nuevo estado. El turismo, principal motor económico del país, duplicó también sus ingresos en un corto lapso de tiempo.

A este periodo de prosperidad, lo acompañó una consolidación democrática sin precedentes, marcada por la alternancia entre los dos principales partidos y con un fuerte acercamiento a Europa, que terminaría siendo total con la inclusión en la Unión Europea.

¿Que cambió con la crisis de 2008?

De alguna manera este año sería el fin de la primavera socialdemocrata española. La depresión que comenzó en el 2008 (y que no mostró claros signos de mejoría hasta 2015), no implicó solamente el final de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria y el aumento sustancial del desempleo. Esta depresión significó también una fuerte crisis de representatividad de los ciudadanos hacia el sistema tradicional de partidos.

Los dos partidos habían sido parte fundamental de la crisis, ya que la estructura económica que ellos mismos habían conformado, no había sido capaz de contenerla.

El gobierno de José Luis Zapatero del PSOE, que se encontraba para ese año en el poder, comenzó a tomar medidas totalmente alejadas de sus programas electorales: Rescates multimillonarios para la banca, congelamiento de pensiones y reformas laborales para los sectores medios y bajos. 

El gobierno de Mariano Rajoy del PP, tampoco logro rescatar a España de la crisis, y por más de que a partir de 2015 lograron verse algunos signos de mejora, su legitimidad se encontraba más que dañada por dos motivos: El agudizamiento de la crisis territorial (que llegó a niveles máximos con los referéndums catalanes) y los megaescándalos de corrupción (que terminarían con un voto de censura y expulsión en 2018).

¿Como llegamos entonces a estas elecciones?

El bipartidismo parlamentario español se mostró a partir de la crisis como una manta demasiado corta, perdiendo votos tanto por izquierda como por derecha. Los números son más que elocuentes: El PP perdió la mitad de su electorado desde 2011 y el PSOE un tercio.

¿Quienes fueron entonces los emergentes de esta gran crisis de representatividad? Tanto nuevos partidos de izquierda, léase Podemos (que llegó a relegar al socialismo a un tercer puesto); como partidos de derecha y ultraderecha, representados Ciudadanos y Vox respectivamente. Sumemos aquí también distintos partidos autonomistas, que ante el desconcierto general de la política española, tomaron aún más fuerza en su prédica separatista.

Pedro Sánchez, que llegó a liderar su partido sin pertenecer al aparato político y que arribó al poder mediante un voto de censura (con el apoyo de varias de estas nuevas formaciones), logró recuperar en su gobierno alguno de los votos perdidos del PSOE. Es así como ante las dificultades para gobernar, decidió hacer una jugada tan audaz como necesaria: Llamar a elecciones generales para revalidar su mandato.

El PSOE logra así representar la opción más centrista del mapa electoral. Es la esperanza de que este sistema parlamentario siga aún funcionando, con un partido tradicional fortalecido en el gobierno. Sánchez debió preocuparse también en campaña de no perder demasiados votos por izquierda, y sabe que aunque gane, muy probablemente deberá levantar el teléfono llamar a Pablo Iglesias y conformar una coalición de gobierno. Habrá que ver qué le exigirá Iglesias a la hora de aceptar está oferta.
El Partido Popular, en clara decadencia por los escándalos de corrupción, debió recurrir a la joven figura de Pablo Casado para mostrar cierta renovación. Este se mostró más bien preocupado por no seguir perdiendo votos con Ciudadanos y con el ultraderechista Vox, el gran miedo para estas elecciones. Todo esto alejó claramente al PP de su discurso de centro y lo llevo a Casado a reconocer últimamente que gobernaría junto con las otras dos formaciones, entregando así varios ministerios.

Como afirmara el politólogo italiano Giovanni Sartori, un parlamentarismo funcional es aquel en el que hay disciplina y cohesión de partidos. Durante más de 30 años, España gozó de esa buena salud parlamentaria y los dos partidos pudieron gobernar siempre en soledad, más allá de ciertos apoyos legislativos. Este domingo hay grandes posibilidades de que todo eso cambie. Por lo tanto, en este mar de dudas que el 28A hay algo que ya es seguro: España no volverá a ser la misma.

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