En lo que se presenta como un giro en la ex presidenta, Ámbito Financiero informa que en al menos cuatro encuentros de las últimas dos semanas, Cristina Fernández reconoció que la aplicación del cepo cambiario y la omnipresencia de Guillermo Moreno, terminaron «siendo contraproducentes» y minando la «credibilidad» de su Gobierno. El reconocimiento incluso llegó al punto de hablar de la necesidad de «haber escuchado más voces antes de tomar decisiones», pero aún culpa a las «presiones de los poderosos» por las medidas criticadas. En un solo capítulo deja claro que no está arrepentida y que profundizaría sus acciones. Para la exjefa de Estado, su mejor hombre en la economía fue y es Axel Kicillof, y cualquier futuro posible deberá ser con el exministro de Economía dentro de sus huestes.
Cristina no menciona la palabra cepo y habla por el contrario de «restricciones» al acceso a las divisas reconociendo un error al que «se vio empujada a cometer» pero que obedeció a una situación «que no era fácil». La expresidenta se refiere a lo que ella misma interpretó entre octubre y noviembre de 2011 como un intento de forzarla a devaluar el peso, luego de haber vencido en las elecciones presidenciales por un 54%. Antes de reasumir, y mientras armaba su gabinete económico, que llevaría a Hernán Lorenzino al Ministerio de Economía en reemplazo de Amado Boudou, que asumiría como vicepresidente, luego fallido, hubo presiones para devaluar la moneda, que en esos tiempos cotizaba a 4,3 o 4,5 pesos.