Por Lucio Fernández Mouján
Se abre una nueva etapa política a partir de la derrota electoral del peronismo y la asunción de un gobierno que tiene como una de sus principales marcas el sello del ajuste. El incremento de la desocupación, la suba de tarifas de servicios y paritarias que corren por detrás de la inflación, muestran un rumbo: la transferencia de ingresos en detrimento de los sectores populares.
Las organizaciones del campo nacional y popular se enfrentan a un nuevo desafío: cómo pararse ante el nuevo escenario y cómo reconstruir una fuerza que impida el retroceso de los que menos tienen y avanzar en un proyecto de país inclusivo. Es momento de debates y movimientos posicionales de las organizaciones que formaron parte del espectro kirchnerista. Entre ellas, en los últimos días, se destacó el Movimiento Evita por una serie de declaraciones de sus principales referentes, por protagonizar una división más en la legislatura bonaerense y por la aparición de dirigentes en actos oficialistas. Este posicionamiento ha recibido algunas críticas desde dentro del antiguo espacio gobernante, entre las que se destaca la de Luis D’Elía, quien acusó al Evita de hacerse oficialista.
Sin tomar partido en esta discusión entre organizaciones sociales, es posible visibilizar las intervenciones del Movimiento Evita a la luz de la noción de gramática política. Un concepto que permite estudiar las lógicas internas de las organizaciones sociales y políticas, su forma de organización, sus normas de funcionamiento y sus tradiciones políticas en interacción con un proceso político determinado.
Las organizaciones nacional-populares, como ya lo estudiaron entre otros Germán Pérez y Ana Natalucci, se inscriben en lo que se llama gramática movimentista. Ésta piensa el proceso político en clave dicotómica: o es de resistencia o es de ofensiva. La etapa de resistencia se caracteriza por el retroceso económico y político de los sectores populares, donde hay dispersión de las organizaciones y la tarea es frenar esa caída, defender a los sectores populares y enfrentar al orden social. Mientras que en la etapa de ofensiva se trata de consolidar un movimiento nacional, construyendo instancias de unidad para ese fin mientras se avanza en la conquista de derechos. Esta gramática se nutre de la tradición nacional y popular argentina, en cuyo centro se encuentra el peronismo.
Las organizaciones nacional-populares se inscriben en lo que se llama gramática movimentista. Ésta piensa el proceso político en clave dicotómica: o es de resistencia o es de ofensiva. En esta clave también pueden entenderse los últimos sucesos y discusiones al interior de estas organizaciones, sobre todo desde distintas intervenciones realizadas por el Movimiento Evita
Pensar en términos de gramática política permite comprender la dinámica de las organizaciones sociales con esta raigambre, tanto durante la etapa kirchnerista como en el período que se abre. Como señalan Pérez y Natalucci¹, el proceso político inaugurado en 2003 con la presidencia de Néstor Kirchner redefinió el posicionamiento político de numerosas organizaciones como la Federación de Tierra y Vivienda, Barrios de Pie y el MTD Evita, entre otras. Dejaron la resistencia para construir un movimiento nacional, asumieron a Néstor Kirchner como la conducción del mismo y caracterizaron la etapa como de ofensiva popular. En el transcurso de los doce años hubo numerosas mutaciones dentro del espacio de las organizaciones kirchneristas, la salida de Barrios de Pie-Libres del Sur, la aparición de La Cámpora, la mutación de MTD a Movimiento Evita, pero a grandes rasgos la mayoría de las organizaciones sociales nacional-populares se mantuvieron dentro del proyecto nacional.
En esta clave también pueden entenderse los últimos sucesos y discusiones al interior de estas organizaciones, sobre todo desde distintas intervenciones realizadas por el Movimiento Evita. Una serie de hechos públicos muestran los cambios en esta organización: la conformación de un tercer bloque del Frente para la Victoria en la legislatura bonaerense. Las declaraciones de Fernando “Chino” Navarro –uno de sus principales dirigentes-, primero señalando que Cristina Kirchner está en lo estratégico, pero que se corrió de lo táctico, de lo cotidiano, para luego, en otra entrevista, señalar que el Frente para la Victoria es “una herramienta legal agotada”. A esto se suma la foto de Emilio Pérsico –Secretario General del Movimiento Evita- con el presidente Mauricio Macri y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Y, por último, una extensa entrevista al ex dirigente piquetero donde termina de confirmar el cambio en la situación estratégica y da numerosas claves para entenderla.
En la entrevista, Pérsico caracteriza a este momento como un proceso de divisiones en el espacio político que gobernó durante doce años, “la derrota es sinónimo de fractura y de división”. Un ejemplo de ello es lo sucedido en la legislatura bonaerense. Según el dirigente del Evita, la conformación de un tercer bloque no respondió a una voluntad de ruptura, sino a no querer tomar partido frente a la primera división. “En esa ruptura tratamos hasta último momento de mantener la unidad. Pero finalmente decidimos no entrar en ninguno de los dos bloques y nos seguimos llamando Peronismo para la Victoria-FpV”.
A su vez, destaca que hoy la herramienta principal para frenar el retroceso popular, pero también para ir gestando un futuro avance, son los trabajadores, tanto los formales como los informales. “La política va a venir después a ocupar el lugar que los trabajadores van a abrir en la sociedad”. La tarea de hoy es defenderse, no retroceder en los derechos adquiridos, y al mismo tiempo ir construyendo esa alternativa que se abra en la sociedad, para no volver a “empezar de cero como tuvo que hacerlo Néstor Kirchner”. Por eso, por un lado hay que negociar con el gobierno, para ir consiguiendo victorias en lo social, pero también hay que desgastarlo, porque “nadie confía en que (el presidente Mauricio Macri) vaya a resolver los problemas de la gente”. Son los trabajadores los capaces de “empantanar la cancha a Macri”, no la política. Como lo hicieran Saúl Ubaldini frente a la “traición de Alfonsín”, o Hugo Moyano y los piqueteros frente al menemismo.
Fragmentación política y lucha contra el retroceso social son elementos de la caracterización de Pérsico que darían cuenta de una típica etapa de resistencia para la gramática movimentista. Sin embargo, tanto la entrevista como las declaraciones del “Chino” Navarro resaltan elementos distintivos en el momento actual.
Pérsico identifica que hay una fortaleza, que hay una conciencia construida en los sectores populares, “hay un colchón social y un colchón económico que los compañeros tienen”. Que se haya perdido por poco habilita la posibilidad de pensar un pronto retorno, la reconstrucción de una nueva coalición popular que le gane las elecciones a Macri. Pensar en una opción político-electoral a corto plazo, no apostar a la crisis, es un giro estratégico frente a las anteriores experiencias de resistencia. Es un cambio en la gramática movimentista que impide definirla como de resistencia. Una resistencia lucha para destituir, busca una crisis, considera ilegítimo y antipopular el régimen existente. Los dichos de los dirigentes del Evita van en otra dirección. Pese al retroceso popular hay un escenario electoral competitivo y un piso de derechos alto del que no se debe bajar y que una crisis social podría generar.
Pensar en una opción político-electoral a corto plazo, no apostar a la crisis, es un giro estratégico frente a las anteriores experiencias de resistencia. Es un cambio en la gramática movimentista que impide definirla como de resistencia
Pero esta opción electoral debe construirse desde la fragmentación mencionada, lo que lleva al planteo de algunas preguntas: ¿cuándo y cómo volverá a construirse una ofensiva popular? ¿Y qué lugar ocupará Cristina Kirchner allí? Sobre esto hay una serie de afirmaciones claras. En primer lugar, la nueva conducción en un proceso de avance surgirá de la conflictividad actual y de ir ocupando esos espacios, como lo hicieran los Kirchner. “Néstor y Cristina ocuparon el espacio de resistencia al neoliberalismo, contra Menem, contra De la Rúa. Néstor agarró la bandera de los derechos humanos que habían abierto Madres, Abuelas y todas las organizaciones; de la educación, que habían abierto las carpas y las luchas docentes; del trabajo, que habían abierto los movimientos piqueteros”. Hoy, según el Evita, debe procederse en la misma sintonía. Un nuevo emergente debe ocupar el espacio que va dejando el conflicto, pero sin mirar hacia atrás, “no mirando el retrovisor, sino por el parabrisas”.
La figura del retrovisor genera cortocircuito con quienes siguen manteniendo a Cristina a la cabeza del espacio opositor. Respecto a esto, es más ilustrativo retomar las entrevistas al Chino Navarro. Según el diputado, la convocatoria al frente ciudadano se sostiene en lo estratégico, pero está ausente en lo cotidiano. “Cristina ha decidido no ejercer la conducción táctica».
En sus respectivas entrevistas, los dirigentes del Evita remarcan numerosos aspectos positivos de la etapa kirchnerista, pero también la ubican en el pasado. “Cristina tiene –afirma Pérsico- una tarea fundamental que es la defensa de la historia y pasar a la historia como lo que fue, la encargada de llevar adelante el mejor proceso que vivimos”.
Lo que parece proponer el Evita a nivel político es sostener una fragmentación que no signifique fractura política, y que de allí surja un nueva conducción. No hay que cerrarse en el cristinismo o el anti cristinismo. Hay que abrirse y para eso salir de esa antinomia. “No es momento de pescar adentro de la pecera”. Es momento de pelear con los trabajadores y de ir juntando una oposición amplia. Luego vendrá el momento en que los dirigentes más capaces sean los que puedan aglutinar toda esa lucha y llevarla a la victoria electoral.