María Rosa Muiños es legisladora porteña y una de las principales voceras del peronismo en la Ciudad de Buenos Aires. En una entrevista exclusiva, la vicepresidenta segunda de la Legislatura no dudó en cuestionar el rumbo asumido por el gobierno de Mauricio Macri, al tiempo que aseguró que la derrota electoral hizo entrar «al peronismo en una profunda crisis». La relación entre el peronismo y el kirchnerismo; su visión de Sergio Massa y Martín Lousteau; y el futuro electoral, fueron temas que atravesaron una entrevista con definiciones sobre la realidad política tanto nacional como local.
¿Cómo evalúas la realidad económica y social luego de los primeros meses de gestión de Cambiemos?
En primer lugar, creo que para que la lectura de la etapa sea correcta debe ser integral. En este sentido, considero que Mauricio Macri ha decidido gobernar para un determinado sector de la sociedad en detrimento de otro. Esto es una clara definición político-ideológica. El equipo de gestión que lo acompaña cree en la teoría del derrame y su política está dirigida claramente hacia los empresarios, convencidos en que progresivamente la política económica fluirá sobre el resto de los sectores sociales. Por el contrario, creemos que la teoría del derrame es una absoluta falacia, y esto quedó demostrado en estos últimos meses. Entre las primeras medidas de gestión de Cambiemos encontramos la quita de retenciones y el tarifazo en los servicios públicos. ¿Quién se hizo cargo de que el campo y las mineras tengan ganancias extraordinarias? Naturalmente, la clase media y la clase media baja a través del aporte y la contribución al estado nacional con el crecimiento de los impuestos.
¿Cuál es tu explicación del triunfo de Macri?
No logramos comunicar durante la campaña electoral una propuesta a futuro y ese fue el principal error. No tuvimos la capacidad de transmitirle a la gente que íbamos a hacer de nuevo en el marco de la continuidad de nuestro proyecto. Nos estancamos en reivindicar exclusivamente lo que se había logrado en los doce años de gestión, y no supimos transmitir nuestras propuestas hacia delante. Macri nos ganó legítimamente y eso hace que estemos en una situación complicada, de poca claridad. El peronismo no está acostumbrado a que le ganen en las urnas. No está acostumbrado a que un proyecto declarado de derecha le gane y eso nos hizo entrar en una profunda crisis. Muchos de nuestros compañeros están todavía sin poder aceptar que esto pasó, que la gente eligió otra cosa y que tenemos responsabilidad también en esa elección. Eso produce la falta de unidad opositora. Sin embargo, mientras que el gobierno continúe con sus medidas económicas en una sola dirección, la oposición va a tender más a juntarse por abajo en defensa de sus propios intereses. Lo de la CGT es un ejemplo. Es un esfuerzo importante que están haciendo los sindicatos. Es incompleto, pero es el primer paso.
Muchos dirigentes hablan de la necesidad de construir una nueva mayoría electoral. ¿Cuál es tu visión al respecto?
La vocación del peronismo es construir permanentemente una mayoría electoral. Por eso decía que parte de la crisis es saber que no pudimos construir esa mayoría. Sin embargo, como primer paso, nuestro desafío es construir una unidad de concepción, para luego edificar una mayoría electoral que nos permita gobernar y garantizar el bienestar de la mayoría de los argentinos.
Macri nos ganó legítimamente. El peronismo no está acostumbrado a que un proyecto declarado de derecha le gane y eso nos hizo entrar en una profunda crisis. El peronismo porteño debe, necesita (y de forma urgente) pensar una estrategia propia. Tiene que ponerse los pantalones largos en algún momento
En estos últimos meses, la tensión entre el peronismo y el kirchnerismo ha ido en ascenso. ¿Cuál es tu opinión sobre este tema?
La tensión se fue dando a lo largo de todos los gobiernos de Néstor y Cristina. Según el contexto fue mayor o menor. Siempre dicen que hay tantos peronismos como peronistas. Reivindicamos los 3 gobiernos de Perón y nos hacemos cargos vergonzosamente del gobierno de Menem. La etapa kirchnerista es la recuperación de la política luego de la crisis del 2001 en el momento del que se vayan todos. Siempre hay como una necesidad en el sector que está más cerca del núcleo de poder de pensarse o proyectarse como «un algo más». Sectores que tenían más cercanía con el gobierno, en cuanto a su posibilidad de discutir los temas y de participar más activamente en las decisiones de gobierno, se encontraron en mejores condiciones de sentir esa pertenencia. Eso es parte de la crisis, marcó algunos resentimientos. Siempre fue una relación de fricción.
Te pregunto específicamente por la relación entre el peronismo y el kirchnerismo en la Ciudad.
No centraría la discusión entre peronistas y kirchneristas, me parece que tenemos una práctica en la Ciudad de Buenos Aires que no es autónoma. Nos cuesta desprendernos. Cuando la Ciudad no era autónoma, el presidente decidía quien la gobernaba. Así funcionó durante el menemismo, y en la etapa kirchnerista funcionó de la misma forma. Es tal la centralidad que ejerce la Ciudad por la repercusión que tiene en los medios que temas que no le son propios se expresan localmente. La provincia de Buenos Aires y otras provincias se manifiestan aquí; el Congreso de la Nación está en la Ciudad. Todo esto lleva a un acostumbramiento a la delegación de las decisiones de la política en la centralidad que tiene lo nacional. No lo hemos podido superar en la etapa de Menem, ni en la de Fernando De La Rúa, que hubiese sido una etapa de construcción, y menos cuando nuestro partido fue gobierno nacional durante el kirchnerismo.
En adelante, y en un contexto en que no existe centralidad dada desde un gobierno nacional, ¿el peronismo porteño debe ser subsidiario del partido o tiene que pensar una estrategia propia y debatir el horizonte a asumir?
Debe, necesita (y de forma urgente). El peronismo porteño tiene que ponerse los pantalones largos en algún momento. Debe crecer políticamente y empezar a dar discusiones. Las crisis son oportunidades, un momento para construir, no en oposición a lo nacional porque no estamos en una etapa de seguir sumando diferencias. Tenemos que establecer acuerdos mínimos de funcionamiento, de objetivos para ir sumando. El gobierno de Macri accedió a través de las urnas, democráticamente, hay que respetar este proceso. Pero lo que no podemos hacer es dejar que cercene derechos conquistados. Tenemos que trabajar para construir una oposición seria que trabaje sobre los temas que afectan la vida de la gente.
Respecto a esta construcción de una oposición que señalas, te quiero preguntar si Sergio Massa es un límite
Lo dijo Cristina…
¿Qué rol le asignas como dirigente de la oposición y como parte del peronismo?
No puedo asignarle un rol porque lo desconozco. Fue funcionario nacional dentro del proyecto kirchnerista. Después hizo una gestión como intendente de Tigre y es conductor de un espacio que ha sacado una importante cantidad de votos en la última elección nacional. No concuerdo con esa idea de que la gente le haya puesto un valor a ese tercio como para que él haga oposición responsable. La gente lo votó para que trate de ganar. Tiene una gran habilidad para establecer esta idea de oposición responsable. Eso se lo da haber gestionado un municipio, porque entiende cuales son las obligaciones que demanda el territorio. Que es lo mismo que les pasa a los gobernadores. No es lo mismo hablar desde una banca, donde vos tenés determinadas responsabilidades como funcionario público, pero que no tiene nada que ver con la responsabilidad que implica gobernar un territorio. Tenés obligaciones con los vecinos, con los empleados, con los funcionarios públicos y con las políticas que hagan al bien general. Uno habla desde diferentes lugares. Tenés las dos políticas en paralelo. Tenés que tener compañeros en las calles peleando por los derechos conquistados y los que vendrán; y después tener compañeros que se sienten a dialogar con el gobierno nacional para establecer acuerdos mínimos. En este sentido, Sergio, como otros, han demostrado que pueden hacerlo y me parece que es el punto más ventajoso porque cuenta con su experiencia de gestión.
No tenemos prejuicios con Massa como tampoco los tenemos con Lousteau. En este camino hay que ir con la mente abierta y pensando en el objetivo, en principio ganar la Ciudad. Lousteau tiene un perfil de joven profesional, liberal, cosa que es muy grata al porteño
¿El Frente Renovador es un límite para el marco de alianzas?
Es como te decía respecto de la elección de la CGT. Cuando te planteás un objetivo en común no hay fronteras, por eso decía lo que dijo Cristina. Lo importante es acordar la política, los nombres vienen después. Obviamente no tenemos prejuicios con Massa como tampoco los tenemos con Lousteau. En este camino hay que ir con la mente abierta y pensando en el objetivo, en principio ganar la Ciudad. Hay que trabajar permanentemente para la generación de consensos, se haga o no después una alianza electoral, porque eso te permite después sentar las bases de una política común. Ese es el trabajo que hago acá, incluso con el PRO. Después vas a definir con quien tenés mayor acuerdo en lo programático y hasta vas a evaluar las relaciones personales.
¿Qué papel cumple Martín Lousteau en la Ciudad?
Podríamos decir que sobrevuela, es como que está y a la vez no está. Es embajador en EE.UU. y uno podría suponer entonces que es orgánico al macrismo, más allá de que tiene un intento de construir otra cosa. Tiene un perfil que al porteño le gusta mucho, y en la última elección logró ser la segunda fuerza y puede tener muy buenas posibilidades en el 2019. Tiene un perfil de joven profesional, liberal, cosa que es muy grata al porteño. Es didáctico, muy bueno discursivamente y habrá que ver si no le va a pesar ser el embajador del PRO.