[vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_facebook type=»standard»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]
En su programa de radio del día miércoles, el periodista Jorge Lanata le imprimió un giro a su habitual prédica violenta e irresponsable al tomar como destinatario no ya al Gobierno nacional sino a los principales referentes de la oposición. «No sirven absolutamente para una mierda», manifestó sin poder contener la furia. «Toda la oposición junta no junta un balde de bosta. Toda la oposición, toda. La derecha, la izquierda, el centro, Macri, Massa, el Partido obrero, el Partido Comunista, el Radicalismo, no juntan 200 gramos de bosta. La oposición no sirve absolutamente para nada».
Si bien no con este grado de virulencia, existen varios antecedentes en los últimos años en los cuales periodistas de los medios concentrados dejaron de lado el habitual blindaje que ofrecen a los políticos opositores para «retarlos» públicamente. A modo de ejemplo, podemos recordar los pases de factura mediáticos tras el triunfo de Cristina Fernandez de Kirchner en las elecciones presidenciales del 2011, como la columna de Joaquín Morales Solá titulada «Una oposición incapaz y vapuleada».
Estas reprimendas del pasado y la advertencia lanzada en su programa de ayer por Luis Majul («Si la oposición no hace un mínimo acuerdo y se junta, el kirchnerismo se la va a llevar por delante de nuevo») demuestran que los insultos de Lanata no son resultado de un mero exabrupto espontáneo o una manifestación de enojo individual y aislado. Por el contrario, es la voz del patrón, del verdadero jefe de la oposición, la que expresa por su intermedio un mensaje plagado de ferocidad e impotencia ante los últimos acontecimientos.
Frente a un panorama en el que el kirchnerismo pudo poner en agenda diversos temas de amplio consenso (como el código civil y la defensa de la soberanía contra los buitres), la oposición naufraga en su ineficacia para disputarle al gobierno siquiera una cuota mínima de iniciativa política. Lanata no puede dejar de reconocerlo cuando dice: «la oposición no sirve absolutamente para nada. ¿Y qué está haciendo el Gobierno? lo que es natural en él: avanzar sin fijarse el costo, sin fijarse nada». La brutalidad y la dureza del ajusticiamiento verbal operado por Lanata hace pensar que esta vez la oposición política está mas cerca de la tarjeta roja que de la mera amonestación por parte de sus mentores del poder fáctico-comunicacional.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]