Guillermo Moreno reveló su versión de la pelea con Lousteau

El 17 de julio de 2008, el entonces vicepresidente Julio Cobos desempató la votación con su “voto no positivo” en el Congreso por la Resolución 125, que proponía un esquema de “retenciones móviles” para las exportaciones agrícolas.

Ese fue el punto de inflexión del gobierno de Cristina Kirchner, pues marcó un fuerte enfrentamiento con el sector rural, que luego tuvo su correlato –más virulento aún– con el Grupo Clarín.

Otro de los hechos recordados de esa época ocurrió el 8 de abril de ese año, cuando el autor de la resolución, el entonces ministro de Economía Martín Losteau, discutió con el secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

Y este último terminó la conversación con un fuerte gesto: cruzó su mano por la garganta, en un gesto de degüello.

A nueve años de ese suceso y en el marco de la presentación de su libro «En defensa del modelo», Moreno reveló el motivo del gesto, que se reproduce a continuación.

El 1º de abril, temprano por la mañana, recibí un llamado de la señora presidenta, en el que me comunicaba que en ese momento en el puerto de Buenos Aires se embarcaban contenedores con carne bovina. “Señora, desconozco la situación”, le respondí.

El contrasentido era grave: si no había carne para nuestro pueblo, producto del lock-out patronal, ¿cómo era posible que se fletara carne al exterior?

Cristina me instruyó que revirtiera la acción. La respuesta de la directora general de Aduanas -“Ya lo soluciono”- me tranquilizó.

En la Secretaría nos organizamos para ir al acto. Como estaba planificado, subimos todos al palco, a la espera del discurso presidencial.

Tal cual salimos en las fotos, mientras aguardábamos la llegada de Cristina, Lousteau se encontraba a dos ministros por medio (Juan Carlos Tomada y Jorge Taiana). Más que informarme, me gritaba que él había permitido el envío de carne para destrabar el conflicto con los frigoríficos exportadores.

Hubo todo tipo de gestos. En las fotos se advierte que le contesto con el mismo tono que, dada la lógica del mercado, eso no garantizaba el abastecimiento interno y que la vocación del gobierno era proveer primero lo local y luego lo internacional.

Me responde que lo había desautorizado. Mis gestos transmiten mi respuesta: que un conflicto por la comida implicaba una gravedad extrema y que no había posibilidad de estar en ambos bandos al mismo tiempo.

No sé si el ministro era consciente del lenguaje de sus gestos, pero doy fe por los míos: sencillo, la mano sobre mi cuello fue la última frase de la discusión (“De qué lado estás”). El desabastecimiento de alimentos había trazado una línea divisoria. Había que optar de qué lado de la raya se estaba.

Anteriormente, el ex ministro también había dado su versión de la disputa.

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