Hablar al Pepe

Del arcón de los recuerdos reapareció el “falsocialdemócrata bienpensante” Jose “Pepe” Nun, quien viene de describir una elipsis fascinante entre ser funcionario de Nestor Kirchner y terminar blasfemiando al kirchnerismo en el Coloquio de IDEA. Convocado por algún productor que se habrá quedado sin caras que vendan para un tramo de la tarde de miércoles, el otrora Secretario de Cultura de la Nación dedicó sus quince minutos al deporte de la hora: agitar las banderas de la corruptela y ensuciar al proyecto nacional.

Nun afirmó que durante su gestión existieron sobreprecios en contrataciones artísticas y que eso fue desencadenante para su salida. Los trabajadores de la Secretaría de ese entonces recordamos esta historia reciente de una manera distinta: ufanándose del federalismo –que para su estrecha mirada centralista era solo programar actividades en las provincias, aunque los contenidos fueran siempre de los grandes centros urbanos- hizo colapsar el 2do. Congreso Argentino de Cultura, en Tucumán en 2008, dinamitando la relación con los Secretarios de Cultura provinciales. Además de criticar a los anfitriones –con los que había acordado realizar dicho Congreso- en una mesa con representantes municipales de todo el país, Nun hizo gala de una feroz incapacidad de articular, negociar, consensuar políticas con los responsables provinciales en el marco de la Asamblea Federal de Cultura. Muchos recordamos su divagar errante en la última tarde del Congreso: pese a ser el funcionario de mayor jerarquía, quedó boyando solo, con apariencia de estar perdido.

Nun hizo gala de una feroz incapacidad de articular, negociar, consensuar políticas con los responsables provinciales en el marco de la Asamblea Federal de Cultura

Ahora bien ¿Cuál sería la cadena de responsabilidades en caso de haber existido esos ahora mediáticamente denunciados sobreprecios? Era Nun quien firmaba, como Secretario de Estado, las contrataciones artísticas y sobre todo los reconocimientos de gasto que caracterizaron su gestión. La totalidad de los funcionarios que impulsaban esos trámites habían sido designados por el. Corriendo el riesgo de caer en el lugar común, su deber era –y sigue siendo- denunciar ante la Justicia lo que tan livianamente arriesga en los medios de comunicación.

De lo que podemos dar fe es que la Secretaría de Cultura de la Nación se convirtió por primera vez en la historia de nuestro país en un ámbito dinamizador de políticas culturales que asumieron la identidad suramericana, incorporando valores fundantes de lo que conforma hoy nuestro sistema de valores como el paradigma de Memoria, Verdad y Justicia. Por primera vez se atendieron las necesidades en el plano del desarrollo cultural de las comunidades indígenas y se comprendió su legado como patrimonio de todos los argentinos. Para vergüenza de Nun, eso sucedió bajo su órbita, pero no por su impronta sino por el esfuerzo denodado de un ámbito en el que compañeros de diferentes extracciones, pero particularmente del hoy tan en boga Movimiento Evita impulsaron por primera vez programas y proyectos que escapaban a la lógica de “artes para los cultos” que siempre reinó en el área.

Para hablar al pepe, señor, mejor no hable.

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Federico Escribal

Licenciado en Gestión del Arte y la Cultura.

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