Japón: sistema de partidos y modernización

Este artículo es una breve reflexión que complementa los artículos anteriores sobre China, y sobre Corea del Sur. De la misma manera que los anteriores, se tratar de dar cuenta de si a partir de la modernización operada en este país, emprendida también desde el Estado, se dio inicio a una disputa (o no) al interior de las distintas fracciones o sectores de su elite dirigente para controlar y hacerse con el poder del Estado.

1. ¿La modernización causo disputas por el poder al interior de las elites?

Al igual que en el caso chino, para brindar una explicación lo más precisa posible, se hace necesario realizar un corte temporal. Por eso, se procederá a analizar la modernización encarada durante el período de crecimiento acelerado (1953-1973) con el “triángulo de hierro” entre la elite del PDL, la burocra-cia conservadora y las organizaciones industriales y financieras que dieron lugar a lo que se conoció como la “Corporación Japón”.

También se hace necesario esbozar la misma “hoja de ruta”, la cuál tampoco será tomada de manera esquemática ni se intentará hacer con ella una traspolación mecánica. Siguiendo a Poulantzas, puede decirse que la modernización transitada sólo fue posible desde el aparato que fue objeto de la lucha política de aquellas elites, siendo ese proceso rectificado o reencauzado según la fracción de la elite dirigente que se hacía con el poder. Con lo cual la modernización, el Estado y las elites pasan a estar fuertemente asociados.

Retomando los los lineamientos trazados por Immanuel Wallerstein, hay que volver a entender que en occidente, la modernización implicó un proceso de transición de una sociedad más bien tradicional a otra donde exista una sociedad civil de relevancia y secularizada; instituciones políticas que moldean un sistema político demoliberal; y económicamente hablando, industrializarse para insertarse en un “sistema mundo” cumpliendo un rol determinado. Esta conceptualización carece de la efectividad sufíciente para dar cuenta del proceso concreto mediante el cual este gigante efectivamente pasó a ser un país moderno.

Este proceso (modernizarse mediante la industrialización) fue encarado desde un Estado altamente centralizado y una clara impronta de las respectivas burocracias (característica central de lo estatal en los tres países), con un escaso o nulo desarrollo de instituciones políticas que garanticen la participación del resto de la población. Es decir, en ausencia de un sistema democrático con sus instituciones que contengan a los distintos grupos sociales, y sin movimiento obrero como presión desde abajo. Quizás, la siguiente pregunta es un buen puntapié para dar inicio al trabajo: ¿Qué explica, desde lo político, el hecho de que países atrasados en 1950 pasen a ser, cuarenta años después, potencias mundiales?

2. Japón. El “triángulo de hierro” como forjador de consensos

Si bien se reconoce la importancia de la “revolución Meiji” que sacó al Japón del sistema semifeudal impuesto desde el shogunato Edo o Tokugawa, se afirma que la modernización efectiva operó durante el período comprendido entre 1953 y 1973, a grandes rasgos, que se conoce como “de crecimiento acelerado”.

Luego de la devastación producida por la guerra, de la ocupación norteamericana, de la marcha y contramarcha de las reformas emprendidas por el CSPA, habiéndose firmado tratados de paz y seguridad con los EE.UU., se inició una recuperación económica mediante un desarrollismo dirigido desde el Estado. ¿De qué manera impactó esto en las elites dirigentes japonesas? “(…) Las reformas institucionales bajo la ocupación militar parecen haber producido una trans-formación duradera de la política japonesa. El poder se quedó desde entonces en las manos de una Dieta elegida para ser ejercido en nombre de ésta por un primer ministro y un gabinete responsable ante la Cámara Baja. (…) Un rasgo de estos años fue que la toma de decisiones vino a depender cada vez más de la estrecha relación existente entre la burocracia civil, la empresa japonesa, y un partido político dominante, el Partido Demócrata Liberal” (W. G. Beasley, Historia contemporánea de Japón, pág. 331-332). Esta estructuración del sistema político japonés de posguerra, con instituciones demoliberales pero con la hegemonía de un solo partido, adormecen la disputa entre las elites dirigentes, en la medida en que los logros del Estado desarrollista japonés se iban sucediendo conforme se aceitaba el “triángulo de hierro” al cual la mayoría de los sectores políticos y económicos contribuían de hecho para posibilitar el “crecimiento acelerado”.

El éxito económico de este triángulo se debió en gran medida a las políticas industriales, como la selección de objetivos y la indicación administrativa. De esta manera, puede verse como proceso iniciado entre 1953 y 1955 dio inicio a un modelo de desarrollo económico que, si bien sufrió shocks a mediados de los ’70 y dio muestras de agotamiento a la década siguiente, estructuró un sistema político (conocido como “el sistema de 1955”) que se mantuvo a base de consensos, acuerdos y altas dosis de pragmatismo por parte de los dirigentes, hasta 1993. En este, la disputa intraelite estuvo siempre solapada o adormecida. A diferencia de China, la modernización no trajo consigo disputas políticas de magnitud para hacerse con el poder estatal a los fines de orientar y dirigir el rumbo emprendido.

3. Conclusiones finales

Si la pregunta iba enfocada al hecho de que la modernización desató (o no) disputas políticas dentro de las elites dirigentes, puede verse como en Japón, la modernización implicó instituciones demoliberales que causaron más consensos que disputas.

¿Qué explica la presencia o ausencia de disputa? A mi entender, el discernimiento de cada grupo dirigente de que la modernización era la clave del mantenimiento del sistema político-económico de cada país. Como en Corea del Sur, la modernización cohesionó a la clase dirigente ya que cumplió un rol defensivo frente a la constante amenaza que implicaba ser vecino del bloque socialista, aunque con algo más de resguardo ante este bloque, lo que permitió que su sistema político desarrolle instituciones demoliberales.

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