La autocrítica de Cristina: «Lo que sí cambiaría es la política industrial»

Por Lucio Fernández Mouján

La ex presidenta de la Nación dio su segunda entrevista luego de dejar el gobierno. Esta vez frente a las cámaras y a distintos medios internacionales. Una segunda oportunidad, en menos de un mes, para escuchar a la líder política y empezar a identificar el posicionamiento que toma sobre la actualidad y de cara al futuro.

En una lectura asociada de ambas entrevistas pueden reconocerse cuatro líneas discursivas, que en muchos aspectos se cruzan, pero que pueden enfocarse por separado. La Cristina geopolítica, que puede analizar los distintos tipos de liderazgo mundiales, los procesos latinoamericanos y hasta las candidaturas presidenciales de los Estados Unidos. La Cristina en defensa propia, que se ocupa de responder a cada una de las acusaciones hacia su persona y hacia sus hijos y las articula en clave de avance mediático-judicial. La Cristina estadista, que compara su gestión con la actual y explica en detalle políticas propias que hayan sido cuestionadas, como la política cambiaria o los subsidios a los servicios. Y, finalmente, la Cristina líder, un registro a la vez más integrador y difuso.

Por el perfil de cada entrevista, la centralidad de cada uno de los discursos fue disímil. En la realizada por Roberto Navarro, ante una audiencia local y hegemonizada por los propios, el periodista fue más punzante en temas relativos al liderazgo. Allí, la ex presidenta fue categórica en cuanto a su corrimiento del rol de conducción de la oposición: “nadie debe esperar un mesías ni salvadores. Las construcciones son colectivas. (…) Las cosas no se dan porque uno las apure. Nadie puede constituirse en vanguardia de nada si la sociedad no quiere”.

En la entrevista a medios internacionales no se habló de liderazgo local. Se profundizó en temas que podrían ser de interés a la comunidad internacional: la corrupción, su mirada sobre el mundo y el continente y su análisis de la gestión económica, centrado en el comercio internacional. Allí, ante la pregunta sobre el control de divisas, Cristina expresa a modo de paréntesis, al pasar, sin que haya sido interrogada al respecto, una primera autocrítica explícita respecto a su gobierno: “Lo que sí cambiaría es la política industrial. Para hacerla menos dependiente o para que el desarrollo sea más perfecto y se puedan hacer los eslabones productivos para no tener necesidad de divisas».

Hay varias organizaciones y figuras que vienen planteando la necesidad de realizar una sincera autocrítica. No como autoflagelación, sino para entender cuáles fueron los errores, dónde estuvieron los límites en el proceso político, para idear una versión mejorada mirando al futuro. Y, en este caso, en materia económica, pero sobre todo en política industrial hay algunas cosas que revisar. Ya lo había planteado el grupo CENDA¹, del que formaran parte, entre otros el ex Ministro de Economía Axel Kicillof, o también, con una mirada más crítica, economistas como Martín Schorr y Andrés Wainer². Sin un cambio estructural en la economía, sin una política industrial planificada se iba a volver a la restricción externa, como sucediera en cada etapa industrializadora que vivió nuestro país.

En un libro reciente³, otro ex funcionario kirchnerista, Matías Kulfas recupera estos debates y propone otra mirada. Sí hubo desde el primer gobierno de Cristina Kirchner –no así en el de Néstor- una serie de iniciativas productivas, entre las que se destacan la creación de un Ministerio de la Producción, líneas de crédito dirigidas a la producción, el desarrollo de la ciencia y la tecnología y la estatización de YPF. Hubo iniciativas, donde estuvieron los problemas fueron en “las limitaciones y las falencias en su implementación”. Por esto, lo que el autor cree necesario revisar es por qué fallaron, dónde están los límites, si en la ejecución de políticas correctas o en límites del propio Estado para ejecutar políticas eficaces.

Estos son algunos elementos que permiten dar una mirada retrospectiva de los últimos doce años. Desentrañar los problemas, límites o errores –según se lo quiera ver- que llevaron a una nueva restricción externa es una tarea central para pensar un nuevo proyecto popular. Del mismo modo puede encararse lo que el ex viceministro de Economía, Emanuel Álvarez Agis, definiera como otro límite de su gestión: enfrentar el problema de la informalidad laboral.

Y en esta tarea, la figura de Cristina Kirchner puede ser la que produzca los mejores aportes. Por su conocimiento de la realidad mundial, por ser una gran estadista y por ser la líder de un proceso histórico que dignificó a millones de argentinos, es la persona indicada para poner blanco sobre negro en cuanto a los doce años de gobierno, la que mejor puede explicar sus aciertos y reconocer los problemas.

Nadie más que ella sabe con certeza qué lugar pretende ocupar en el futuro de la política argentina. Lo que se desprende de la entrevista con Navarro es que si la sociedad no lo quiere no volverá a someterse a las urnas. Y el peronista –o la peronista- sabe que, luego de una derrota hay que revisar lo sucedido, hacerse cargo tanto de lo bueno como de lo malo y mirar las nuevas demandas sociales. Quizá, la autocrítica sobre la política industrial sea un signo de ese nuevo rumbo, el de corregir para volver a enamorar.

 

¹Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA), La anatomía del nuevo patrón de crecimiento y la encrucijada actual: La economía argentina en el período 200-2010, Atuel, Buenos Aires, 2010.
²Wainer, Andrés y Schorr, Martín, “La economía argentina en la posconvertibilidad: problemas estructurales y restricción externa”, revista Crealidad económica  n°286, 2014.
³Kulfas, Matías, Los tres kirchnerismos: una historia de la economía argentina (2003-2015), capítulo 1, SXXI editores, Buenos Aires, 2016.
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Lucio Fernández Mouján

Politólogo, miembro del Grupo de Estudios sobre Participación y Movilización Política, Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA) // Twitter: @carraspero