La encrucijada de Cambiemos

La alianza nacional opositora Cambiemos, cuyo máximo referente es Mauricio Macri, afrontará en estas dos semanas el momento de mayor tensión. Aquella Gran Alianza Opositora anitperonista que se tutea históricamente con la Unión Democrática supo generar una unidad nacional entre aquellos que pregonaban, con más entusiasmo que otra cosa, un “cambio” en el poder ejecutivo. Una figura nacional de peso como Mauricio Macri se fusionó con el enorme despliegue territorial de la Unión Cívica Radical y el ¿carisma? Mediático de Elisa Carrió.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la sede de la tensión interna más grande que sufre el flamante frente. En un primer momento, pareció inofensiva la candidatura de Lousteau y todos vieron con buenos ojos la idea de aniquilar electoralmente al kirchnerismo porteño. Ese objetivo se logró. Pero claro, ahora hay que dirimir las cosas en un balotaje y no hay alianza que valga.

Muchos referentes del arco mediático opositor advierten hace un tiempo que esta situación puede dañar las expectativas electorales de Cambiemos. El último lunes por la mañana Marcelo Longobardi, con tono de reto, instó a Lousteau a bajarse dándole a entender que una campaña “poco amable” entre miembros del mismo frente puede herir gravemente las aspiraciones nacionales del mismo.

Lousteau, apoyado por el aparato radical porteño, parece dispuesto a presentarse a toda costa. Carrió ya empezó a matizar su apoyo y ve con buenos ojos una retirada. Sanz, presidente de la UCR, defendió categóricamente la postura del ex ministro de economía. Más temprano que tarde las propias limitaciones de una alianza meramente electoral salen a la luz.

¿Los radicales tienen expectativas serias de que Mauricio Macri sea el presidente a partir del 11 de diciembre? No parece que les entusiasme mucho. Entonces, pudiendo disputar un balotaje que saben que los tendrá como perdedores pero que les permitirá acumular un caudal de votos importantes y un reposicionamiento en la Capital ¿por qué habrían de bajarse? La merma electoral a nivel nacional que puede significar una disputa local no aparenta ser un factor a tener en cuenta.

El radicalismo nunca se tragó la idea de Macri presidente pero fue consciente de que una figura de su peso era necesaria para reacomodarse en muchas provincias. Mientras sectores totalmente ajenos a los Boinas Blancas lamentaron con tono épico “la alianza del partido centenario con la derecha conservadora”, los radicales lograron un reposicionamiento a nivel nacional. Será tema de ellos evaluar el costo político de dicha alianza.

Mientras que Macri se retuerce en la búsqueda de votos para forzar un balotaje y su partido triunfa en el único distrito que gobierna, los radicales recuperaron Mendoza, continúan gobernando Santa Fé dentro del Frente Progresista Cívico y Social y tienen serias expectativas en distritos grandes como Jujuy y Tucumán de la mano de Gerardo Morales y José Cano respectivamente.

Si bien quedó lejos la idea de Sanz de  10 gobernaciones a partir del 11 de diciembre, la tensión que ya empezó a generar el balotaje porteño es una ilustración casi perfecta del significado de la alianza nacional para los radicales. Buscar un amplio crecimiento territorial que le permita generar figuras de alcance nacional y ser un actor central del escenario nacional.

 

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Juan Etcheto

Periodista // Twitter: @JuanEtcheto