Leuco: es necesario más periodistas que informen sobre derechos humanos

Tengo ganas de poner un aviso clasificado en los diarios que diga algo así: “Se necesita con urgencia escuchar y leer a periodistas con honestidad y honradez, que difundan información transparente a la población. Es necesario, para los nuevos tiempos de la Argentina, enfrentar a la prensa hegemónica, empoderando a la población con el periodismo popular que corría por las venas de Rodolfo Walsh, para difundir la lucha permanente de Madres y Abuelas, del Ni Una Menos, del Ni un Pibe Menos y de la Soberanía Nacional”.

Tomando el último aniversario del Golpe Cívico Militar y Mediático, que empezó aquel 24 de marzo de 1976, dejando desangrar con la carne torturada a 30.000 argentinos y argentinas. Y también retomando la visita de Barack Obama a nuestro país -presidente del Estados Unidos que pergeñó cada golpe simultáneo en nuestra América Latina, que sigue bloqueando a Cuba y secuestrando a ciudadanos extranjeros en el territorio robado de Guantánamo y que es responsable de cada una de las muertes en la guerra que impulsa día a día en Medio Oriente-. Es inevitable el reclamo para que se escuchen las voces de una nueva camada de periodistas que informan día a día sobre diversas causas que hacen a los derechos humanos en nuestro país.

La convocatoria por los 40 años del último Golpe en Plaza de Mayo superó las expectativas que cualquiera pudiera imaginar. Miles de personas rodearon la Plaza del Pueblo y los alrededores sosteniendo un grito que mantiene una lucha que no se va olvidar. El silencio mediático fue y es arrollador, igual que los gritos desaforados de cierto periodismo que no se avergüenza de ocupar cada espacio en la radiofonía Argentina, amalgamando un discurso hegemónico liberal y antipopular.

La referencia es clara. Son comunicadores y comunicadoras que desoyen al pueblo, persiguiendo el lucro y defendiendo intereses espurios. Leuco, Lanata, Pagni y tantos otros se dedican a defender causas que son incompatibles con el avance de los juicios de Lesa Humanidad, con la recuperación de la identidad de nuestros nietos y con la defensa por la real justicia social. Que van de la mano de nuestra soberanía, hoy bastardeada. ¿O acaso no se olvida de eso Leuco cuando pide “nuevas organizaciones de derechos humanos”?

Lo cierto es que algunos de estos periodistas fueron, en cierta medida, emblemáticos en el periodismo de investigación. Jorge Lanata, hoy harto de que le hablen de la dictadura, dio voz a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo cuando eran una flor gritando en el medio del desierto. Otro sin méritos mayores es Carlos Pagni, columnista del diario La Nación, procesado en 2012 a pedido de la jueza Arroyo Salgado por operar en una empresa que se dedicó entre agosto de 2006 y junio de 2008 a traficar información robada a funcionarios públicos. En enero la misma jueza lo sobreseyó y la medida alcanzó a otros imputados, como el ex SIDE Tata Yofre. Con el camino despejado y el apoyo mediático, Salgado logró mover y remover la causa que investiga la muerte de su ex marido, el fallecido fiscal Alberto Nisman, quien estuvo a cargo de la malversada causa AMIA. Carlos Pagni hoy se dedica a hablar de los holdouts, de Davos y de economía empresarial.

Cada uno de estos periodistas ocupa espacios y lugares de reproducción permanente en los medios de comunicación. Fueron destacados opositores de los gobiernos kirchneristas y lo siguen siendo. Le temen al simple canto de “vamos a volver”. Escupen abiertamente la posibilidad de un retorno y a la vez sostienen que cada línea que escriben o difunden está bendecida de la “objetividad”. Palabra que entronaron a lo largo de los años y que buscaron hacer bandera mientras se puso en debate la Ley de Comunicación de Servicios Audiovisuales. Ley a la que el Grupo Clarín le faltó el respeto e incumplió judicializándola.

La empresa que encubrió el golpe de Estado y para la que Alfredo Leuco trabaja, llamaba “Gobierno” al plan sistemático de aniquilamiento, tortura de personas y robo de bebés. Fue el mismo grupo que aplaudió la desindustrialización, llamó subversivos a los pibes y pibas y celebró cada dólar con el que se benefició endeudando a la Argentina que reventó en 2001. Y el listado queda corto.

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Hoy Leuco es voz cantante del Grupo, una de las “estrellas” que no se mosquea, ni se plantea en nombre de la libertad de expresión su participación en cada espacio al que se lo convoque: Clarín, Radio Mitre, TN. Está en todos los lugares que puede y no teme ser recordado como el periodista que aplaude un renacer de la Teoría de los Dos Demonios por parte del discurso oficial. Periodista que se sentó a la derecha de instituciones como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, para faltarles el respeto a ellas y al pueblo argentino.

Apagón informativo. Hoy vemos incontables despidos de comunicadores y comunicadoras. En el portal de justicia Infojus, Télam y Radio Nacional, el vaciamiento al Grupo 23. Vemos empresarios que se patinaron cada peso que les ejecutó el Estado. Este proceso desinformativo es sin dudas parte de una autocrítica a realizarnos sobre las políticas de medios de comunicación. A la elección por el financiamiento de ciertas lógicas que se acomodan sin problemas a la coyuntura política. Y que, además, tienen a la clase trabajadora como una de las principales afectadas.

En el medio de tarifazos, del libre juego del mercado y la desregulación total en materia de medios de comunicación, se encuentran los medios populares. Que resisten, y han resistido, sobre una balsa en medio del aviso de tsunami. Un sólo caso es suficiente para argumentar la censura y la disputa inequitativa en materia de medios. El emblemático canal cooperativo BarricadaTV, con licencia para funcionar en la Televisión Digital Abierta (TDA) desde el año pasado, sigue sin poder transmitir porque se enfrenta en la pelea con el titán Clarín, que les usurpa la frecuencia 33, destinada a los canales sin fines de lucro. Hay información de calidad. Y es parte de nuestra responsabilidad buscarla y difundirla. Debe ser una tarea que hoy corre por cuenta de la sociedad comprometida.

Es preciso señalar la salida del Estado argentino de la agencia interestatal Telesur. En el medio de discursos de libertad de expresión, de una pretendida política en defensa de derechos humanos, de la unión de los argentinos y republicanismo, el gobierno de Macri elige salirse de la empresa de la cual el Estado posee un 16 por ciento de las acciones. La agenda nacional e internacional que propone Telesur parece no encajar dentro del plan de gobierno. ¿Por qué será?

Siendo que la prensa hegemónica le teme a la información veraz, a la palabra “militancia” aunque la ejerzan y se tapa los oídos cuando el pueblo argentino quiere ser escuchado, es fundamental crear conciencia social de búsqueda responsable de la información en estos “nuevos tiempos de la Argentina”, como dice Leuco. Nuevos tiempos que traen olor a viejos tiempos: tiempos de botas en la calle reprimiendo la protesta social, tiempos de despidos masivos, tiempos de censura, tiempos de un Poder Judicial y político obsecuente que acompaña la gobernabilidad, tiempos de endeudamiento y de bicicleta financiera, tiempos de Carta Abierta y tiempos en que la prensa vuelve a callar. El Nunca Más, sigue vigente.

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Marlene Silva y Erika Silva