Envalentonado Mauricio Macri reaccionó con dureza contra los gremios que participaron de la protesta y ordenó echar a dos funcionarios que habían llegado al Poder Ejecutivo gracias a su sintonía con sectores de la CGT. Los desplazados fueron el viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, y el superintendente de Servicios de Salud, Luis Alberto Scervino, que tenía el control de las obras sociales.
Es que el presidente vive su mejor época tras el resultado electoral en las primarias del 13 de agosto, al tiempo que la CGT no logra encontrar una homogeneidad política y naufraga en las contradicciones dentro del triunvirato. Para complicar más las cosas, las escenas de violencia dentro de la plaza de mayo terminaron por eclipsar una marcha con poca sustancia y proyección política
Alberto Scervino estaba estrechamente ligado al dirigente sindical José Luis Lingeri, que estuvo ayer arriba del escenario en el acto de la Plaza de Mayo. En la Casa Rosada admitieron anoche que las medidas fueron producto del disgusto de Macri por el doble juego de algunos sectores gremiales, que apoyaron la protesta pero son parte del Gobierno. De este modo, endureció bruscamente su relación con los sindicatos.
Scervino tenía a su cargo el manejo de una caja destinada a «disciplinar a la dirigencia sindical», a través del Fondo Solidario de Redistribución, que se encarga de reintegrar a unas 300 obras sociales sindicales el dinero que asignan a tratamientos de alta complejidad o medicamentos costosos. El fondo acumula unos 30 mil millones de pesos.
Sabor, a su vez, había acompañado al oficialismo como funcionario porteño, antes de desembarcar junto a Jorge Triaca en el Ministerio de Trabajo. Según fuentes gubernamentales, sería reemplazado por Horacio Pitrau, actual subsecretario de Asociaciones Sindicales.
El Gobierno siguió con atención el acto en el que una CGT fragmentada advirtió que no descarta llamar a un paro general, aunque dilató cualquier decisión hasta el 25 de septiembre. Dos horas después, en la Casa de Gobierno, Macri hizo una puesta en escena para responder a las críticas que emanaron desde el palco que montaron los gremios en la histórica plaza.
El jefe del Estado, rodeado por jóvenes que accedieron a su primer empleo en la consultora Accenture, sostuvo que la protesta sindical fue «una pérdida de tiempo» y manifestó que ese tipo de manifestaciones «no nos lleva a ningún lugar». Y añadió: «No hay que poner la energía en movilizarnos a no sé qué, como hace unas horas veíamos».