Por Daniel Ezcurra: «Movimiento, Partido, Frente y liderazgo»

Los Movimientos policlasistas como vehículos políticos de una amplia diversidad de sectores y actores económico-sociales, son un fenómeno enraizado en la historia latinoamericana y Argentina. El radicalismo yrigoyenista y el peronismo ha sido en el siglo XX y XXI los Movimientos Nacionales a través de los cuales las mayorías populares canalizaron su participación en la disputa por la conducción del Estado y la determinación de los proyectos de sociedad en pugna.

El Yrigoyenismo y el Peronismo como Movimientos excedieron los límites de los partidos que han sido sus principales expresiones electorales en los Frentes Políticos que les permitieron disputar la llegada al gobierno. (Partido Radical y Partido Justicialista).
En ambos casos, es la figura del líder y conductor/a la que permite cementar la diversidad y orientarla en una estrategia de poder. Rubén Drí lo expresó así en una reciente nota: “el Movimiento no tiene contornos definidos como los tiene el partido. Desborda todos los límites como los ríos que salen de madre. ¿Cómo se mantiene unido? Mediante el “liderazgo”. En los Movimientos el liderazgo es fundamental. Si desaparece, el Movimiento queda en letargo, no logra unir los diferentes y múltiples sectores que lo componen. Con el líder, con un nuevo líder, se recompone, vuelve a actuar políticamente, recupera o renueva sus instrumentos para la tarea, fundamentalmente el partido”.

El partido y los Frentes como herramientas electorales del Movimiento

En el caso del Peronismo, ya su creador puso de manifiesto que la fundación de un partido propio deberá considerarse integrado a una orgánica superior; la del Movimiento, y tendrá una finalidad dentro del mismo, complementaria a la del conjunto conducido por una misma Conducción Estratégica. Esta es la clave para entender su existencia. No es una forma aislada con objetivos propios. Ni es la conducción del todo ni estará por encima del conjunto del Movimiento.

Así lo expresó en enero de 1949 “El Movimiento Peronista no es un partido político; no representa una agrupación política. Es un Movimiento Nacional; esa ha sido la concepción básica. No somos, repito, un partido político; somos un Movimiento y como tal no representamos intereses sectarios ni partidarios; representamos sólo los intereses nacionales. Esa es nuestra orientación. Nuestro objetivo es –lisa y llanamente- lo que debe ser el objetivo de todas las naciones que luchan por la felicidad de sus hijos y por la grandeza de la Patria.”
La experiencia concreta del Peronismo demuestra que el carácter de herramienta electoral del partido no eran sólo palabras: Perón llega a la presidencia en 1946 en un Frente compuesto por el Partido Laborista, el Partido Independiente y la Junta Renovadora Radical. El 23 de mayo de ese año llama a la disolución de los mismos para conformar el Partido de la Revolución Nacional; el 23 de mayo de 1947 se crea el Partido Peronista. El nombre de Partido Justicialista aparecerá oficialmente en 1971.

Luego de 1955, el peronismo proscripto alternará el apoyo a Frondizi con el llamado a votar en blanco. En las legislativas de 1965 se presentará a través del Partido Unión Popular.

También orientará las experiencias frentistas del FRECILINA de 1972 que cobijó a todas las ramas del peronismo junto a las agrupaciones democristianas, la ex UCRI, los partidos provinciales, las fracciones del conservadurismo «popular» y un sector del socialismo y el Movimiento de Integración y Desarrollo. Las elecciones de 1973 se abordaron con el FREJULI formado por el Partido Justicialista, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Partido Conservador Popular y el Partido Popular Cristiano (PPC).

En la vuelta de la democracia, El Frente Justicialista Popular en 1989 llevará a la presidencia a Carlos Menem, que reelegirá en 1995 con apoyo del FREJUPO y la UCEDE… En las elecciones del 2003 habrá 3 expresiones peronistas: La Alianza Frente por la Lealtad (Menem). La Alianza Frente para la Victoria (Kirchner) y el Frente Movimiento Popular Unión y Libertad (R. Saa). Y desde allí será, hasta hoy el Frente para la Victoria la herramienta del peronismo kirchnerista.

La disputa por el liderazgo

Como el mismo Perón sufriera en carne propia con el vandorismo y la idea del “peronismo sin Perón” en los 60, y con las violentas tensiones entre las tendencias en la década del 70, la disputa por la conducción es una constante en los Movimientos Nacionales.

Hacia el 2005 el duhaldismo a través de Lavagna y luego Hugo Moyano desde el movimiento obrero desafiaron la conducción Kirchnerista con resultado adverso pero a un alto costo para el Movimiento. Y ahora en el terreno de arenas movedizas fruto de la derrota electoral del 2015, es Florencio Randazzo quien pone en cuestión la conducción de Cristina con su pretensión de ir a internas luego de 16 meses de silencio.

El tema de fondo no es la legalidad del pedido de internas, ni el rol del Partido Justicialista como herramienta electoral, ni lo excelso o no del dispositivo de conducción desplegado en terreno por CFK (todos temas debatibles) sino cual es la figura del Movimiento Nacional capaz de, con su liderazgo “evitar el letargo y unir los diferentes y múltiples sectores que lo componen” en un momento nacional y regional donde los grupos concentrados y las derechas políticas buscan borrar de la memoria histórica de las mayorías la posibilidad (y la necesidad) de retomar el camino de un país con justicia social, independencia económica, soberanía política e integración regional.

No sin debates y tensiones, la abrumadora mayoría de los espacios y fuerzas que componen el Movimiento Nacional ha manifestado que Cristina Fernández de Kirchner es esa figura. Entendemos que las encuestas dan cuenta del pálido reflejo de una realidad de apoyo del pueblo argentino hacia la dos veces Presidenta. Su figura se agiganta al calor de las penurias producidas por el gobierno macrista, las cuales no dejan de crecer.

¿Por qué este es un debate trascendente más allá de los nombres propios?; porque las clases dominantes entendieron con la traición menemista en los 90´ que la gobernabilidad neoliberal necesita un Movimiento Nacional estéril y vencido encabezado por una conducción que no cuestione y/o comparta su modelo de país para pocos.

El peronismo no es un partido. El peronismo es la experiencia vital de los trabajadores y el pueblo. El peronismo está donde y con quienes defienden esos intereses. Y hoy, aquí y ahora es Cristina quien mejor los expresa.

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Daniel Ezcurra

Docente y militante del FpV // Twitter: @ezcurrad