Una mirada retrospectiva del principal socio comercial argentino: China

1. ¿La modernización causó disputas por el poder al interior del PCCh?

Este artículo tratará de dar cuenta de si a partir de la modernización operada en China, emprendida desde el Estado, se dio inicio a una disputa (o no) al interior de las distintas fracciones o sectores de la elite dirigente, el Partido Comunista (PCCh) para controlar y hacerse con el poder de ese Estado.

Para brindar una explicación lo más precisa posible, se hace necesario realizar un corte temporal. Por eso, se procederá a analizar el período del ascenso de Deng Xiaoping, con el trasfondo del proceso de reforma y apertura que moderniza a la República Popular China.

Para empezar, se hace necesario esbozar una “hoja de ruta” con algunas ideas, las cuales no se tomarán de forma esquemática ni se intentará hacer con ellas una traspolación mecánica. Siguiendo a Poulantzas, puede decirse que la modernización transitada sólo fue posible desde el aparato que fue objeto de la lucha política de aquellas elites, siendo ese proceso rectificado o reencauzado según la fracción de la elite dirigente que se hacía con el poder. Con lo cual la modernización, el Estado y las elites pasan a estar fuertemente asociados.

Por otro lado, si se siguen los lineamientos trazados por Immanuel Wallerstein, podría entenderse que en occidente, la modernización implica un proceso de transición de una sociedad más bien tradicional a otra donde exista una sociedad civil de relevancia y secularizada; instituciones políticas que moldean un sistema político demoliberal; y económicamente hablando, industrializarse para insertarse en un “sistema mundo” cumpliendo un rol determinado. Continuando la finalidad heurística de estas aclaraciones, vemos que esta conceptualización carece de la efectividad sufíciente para dar cuenta del proceso concreto mediante el cual este gigante efectivamente pasó a ser un país moderno.

Este proceso (modernizarse mediante la industrialización) fue encarado desde un Estado altamente centralizado y una clara impronta de las respectivas burocracias (característica central de lo estatal en los tres países), con un escaso o nulo desarrollo de instituciones políticas que garanticen la participación del resto de la población. Es decir, en ausencia de un sistema democrático con sus instituciones que contengan a los distintos grupos sociales, y sin movimiento obrero como presión desde abajo. Quizás, la siguiente pregunta es un buen puntapié para dar inicio al trabajo: ¿Qué explica, desde lo político, el hecho de que países atrasados en 1950 pasen a ser, cuarenta años después, potencias mundiales?

2. De la elite centralizada de Mao, a la elite profesional de Deng

Iniciando el análisis en concreto este país, puede verse que allí luego de la muerte de Mao, “Deng Xiaoping (Teng Hsiao Ping) dio inicio a un proceso de desmantelamiento de la herencia maoísta. (…) Las reformas orientadas al mercado, la política de ‘puertas abiertas’ destinada a alentar a las inversiones extranjeras y establecer vínculos más estrechos con el mundo capitalista, constituyeron una transformación lo suficientemente drástica como que un observador, a finales de la década de 1980, describiera el período posmaoísta como una ‘segunda revolución’” (Paul Bailey, China en el siglo XX, pág. 211).

Por otro lado, esta reforma (entendida como transformación de la economía) y apertura (hacia occidente, como búsqueda de capitales, mercados y tecnología) que termino generando un “socialismo de mercado” o “socialismo con particularidades chinas”, es decir, un híbrido en el que la macroeconomía era dirigida por el Estado, y la microeconomía librada a la regulación del mercado es consecuencia de una disputa político-ideológica entre la elite dirigente del PCCh. “Las Cuatro Modernizaciones debían producirse en el ámbito de la agricultura, la ciencia y la tecnología, y la defensa. Ninguna prometía una reforma política. (…) En marzo de 1979 Deng emitió los llamados Cuatro Principios Cardinales: China debía continuar en la senda de 1) la vía socialista, 2) la dictadura del proletariado, 3) el liderazgo del partido, 4) el marxismo-leninismo unido al Pensamiento de Mao (John King Fairbank, China, una nueva historia, pág. 487).

Rastreando los orígenes de este “Cambio de Dirección Histórico”, puede llegarse hasta el período comprendido entre la muerte de Mao Zedong y el tercer plenario del undécimo comité central del PCCh. Puede verse aquí como el año 1976, con la muerte de quien recuperó la unidad nacional y recompuso la econompia, reedita la disputa política entre los distintos sectores del PCCh. A grandes rasgos, puede hablarse de la existencia de tres sectores: la “Banda de los Cuatro”, Hua Guofeng, y Deng, quien durante la Revolución Cultural había sido una de las víctimas de las purgas efectuadas. Esta disputa estuvo orientada hacia el control del partido, el Estado, y por ende el país, en función de lo que cada sector entendía que era el camino apropiado para iniciar el camino que ponga a China en el concierto de los países más avanzados.

Claramente puede verse como un sector era desplazado por otro, siendo a su vez corrido por el siguiente. “Hua Guofeng disfrutó del honor de haber salvado al partido y al país de las maquinaciones de la Banda de los Cuatro (…), La reunión de 1977 del comité central aprobó también el retorno de Deng Xiaoping. (…) El tercer pleno del undécimo CC del PCCh, celebrado en 1978, marcó el paso decisivo hacia la revaluación del legado maoísta y sus políticas. (…) Se declaró el final de la ‘lucha de clases’ y se subrayó la prioridad de la ‘modernización socialista’ (que incluía la adaptación al mercado además de al plan estatal). (…) El respaldo a la posición de Deng se manifestó bajo la forma del movimiento ‘Muro de la Democracia’ criticando los excesos de la Revolución Cultural y pidiendo la reforma del partido” (Paul Bailey, pág. 213-214). Luego de esto, Deng logró la separación de las funciones de partido, de gobierno y del EPL, logrando hacerse con la influencia entre bastidores del Estado y del PCCh.

En el plano ideológico, el desplazamiento de los sectores maoístas por los reformistas de Deng se plasmó en la “Resolución” de 1981, que rechaza la idea de revolución permanente, instaurando como contradicción principal la tensión entre las “fuerzas productivas atrasadas” y el sistema socialista. De esta manera, las reformas vendrían a iniciar un proceso de ampliación de la base eco-nómica que, luego de ser socializada, superaría el “estado primario del socialismo”.

Así, puede verse como la posibilidad de modernizar China, muerto Mao, proyecta una disputa al interior de la dirigencia del PCCh sobre el rumbo y profundidad de esa modernización, abriendo una mutación de las características de las elites, pasando de las tradicionales que estuvieron vinculadas al proceso revolucionario y tenían en Mao Tse-Tung a su fuerza centrípeta, a otras más bien profesionalizadas, formadas para garantizar el “socialismo con particularidades chinas”. Su otro rasgo característico es la descentralización de las funciones, como correlato de la desconcentración de las funciones entre Estado, Partido y Ejército, como garantía para la modernización, que se logró producto de la reforma y apertura iniciada por Deng.

3. Conclusiones finales

Si la pregunta iba enfocada al hecho de que la modernización desató (o no) disputa política dentro del PCCh, puede verse como en China, con un sistema de partido único, existió una disputa para orientar de una determinada manera esa modernización a fines de los ’70 y principios de los ’80. ¿Qué explica la presencia de esta disputa? El discernimiento de Deng de que la modernización era la clave del mantenimiento del sistema político-económico. En China, la reforma y apertura no fue para dar marcha atrás con el socialismo, sino para ampliar la base económica en vistas de acelerar el “socialismo con particularidades chinas”. Como este discernimiento no fue claro para todos los grupos del PCCh, este proceso se terminó dirimiendo mediante una disputa política.

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