En la Argentina de la última década, por primera vez en la historia, hemos podido construir un plan de desarrollo a largo plazo del sector agropecuario: El Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020. El objetivo central del plan es generar riqueza con mayor valor agregado en origen.
Hoy grandes capitales con el monopolio de los hipermercados son los formadores de precios. Como parte de las cadenas globales del dinero, fijan los precios no sobre la base de los costos de producción sino según sus intereses en el mercado mundial, por eso tienen el poder de provocar inflación y desabastecimiento. Y éste es un problema, no de un gobierno, sino del conjunto del pueblo.
Para eliminar los obstáculos que dificultan la producción y distribución social de los alimentos es de importancia fundamental pensar medidas efectivas de transformación socioeconómica. La nueva ruralidad implica planificar los territorios rurales de los pueblos y pequeñas ciudades del interior, fortaleciendo los mercados internos, con estructuras productivas integradas y produciendo en origen con alto valor agregado; a partir de la construcción de la gran escala social, con la herramienta del cooperativismo y el asociativismo; promoviendo políticas regionales de producción y desarrollo industrial, de comercialización y distribución, apuntando al abastecimiento local y regional con el objetivo de mejorar la alimentación de la población en cantidad, calidad, sanidad y precio.
No hay salida para la ruralidad si no producimos con valor agregado en origen. Para que los jóvenes que van a estudiar vuelvan a su lugar de origen para aplicar sus conocimientos. Para desarrollar la industria metalúrgica, la construcción, la ingeniería, la computación, todo eso que hoy se concentra en unos pocos polos industriales. Para generar trabajo y garantizar una alimentación en cantidad y calidad suficientes con precios reales sin especulación. Para que a los salarios no se los lleve la renta financiera.
El objetivo estratégico de avanzar en el agregado de valor en origen a la producción primaria, tiene que ver con la soberanía decisional del país, el fortalecimiento nacional y la distribución de la riqueza a partir de un estado regulador; implica un cambio en la lógica hegemónica del modelo agro-sojero-exportador concentrado, lo cual necesariamente conllevará políticas de estado que generarán adhesiones y resistencias. Deberá diagramarse la política de industrialización de la producción agraria, atendiendo al objetivo del agregado de valor en origen con desarrollo local y altos niveles de asociativismo, lo cual implica más producción y más trabajo nacional.