Hace algunas semanas, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, dirigido por Agustín Salvia, difundió los avances de su informe anual, en los cuales se sostiene que la pobreza en el país habría aumentado en los últimos dos años y que los niveles actuales son similares a los del año 2010. Clarín y La Nación explotaron este estudio para titular, a un mes de las elecciones, que la situación social de la Argentina estaba empeorándose. Según Gabriel Calvi, docente de la Universidad de Buenos Aires y director de un proyecto acreditado en la Facultad de Ciencias Sociales, el informe de ODSA tiene serias inconsistencias técnicas y metodológicas que ponen en duda algunos aspectos centrales del diagnóstico de la situación social que la UCA publicita. Desde ABC en Línea nos contactamos con él para conversar sobre este tema.
ABC en Línea (ABC): ¿Leíste el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA? ¿Cuál es tu opinión general de ese trabajo?
Gabriel Calvi (GC): Sí, cada vez que publican un Barómetro trato de analizarlo en profundidad, al menos en los aspectos que refieren a la evolución de los ingresos y la pobreza. Son los puntos que más interés me generan y los que más impacto público tienen, a raiz de la intervención del INDEC en 2007 y al consecuente cuestionamiento del IPCGBA y de las cifras de pobreza.
Mi opinión personal sobre los trabajos de ODSA es un poco ambigua. Por un lado, no puedo dejar de reconocer la envergadura del operativo involucrado en el relevamiento. Estamos hablando de una encuesta de periodicidad anual realizada a más de 5500 hogares, que supone un esfuerzo, en términos de recursos humanos, materiales y de logística en general, para nada despreciable. Para que tengas una idea, es una tercera parte del campo de la EPH de un trimestre.
Pero los Barómetros, las publicaciones anuales de ODSA, dejan a mi juicio mucho que desear. El tratamiento que se le da a la información más sensible (y valiosa para el analista interesado en cuestiones de privación y bienestar material) es metodológicamente cuestionable y no pocas veces inconsistente. No se entiende, por ejemplo, por qué los ingresos se presentan sólo ajustados a valores de diciembre del año del relevamiento, por qué no se publican las series con los índices de precios usados para actualizar los umbrales de privación (canastas de indigencia y pobreza) o para deflactar los ingresos, por qué persisten en publicar tablas de ingresos familiares totales y per cápita inconsistentes entre sí, por qué no se presentan medidas que den cuenta de la dispersión de los ingresos (máximos, mínimos, percentiles).
En suma, un operativo costoso y un esfuerzo enorme, subutilizado al momento de sistematizar la información que brinda.
ABC: El informe sostiene que entre 2010 y 2014 los ingresos mejoraron su poder de compra y que bajó la desigualdad, pero que a pesar de eso la pobreza se mantuvo. ¿Es posible que esto sea así?
GC: Difícilmente. Lo lógico sería que la mejora en el bienestar fuera acompañada por una caída de la pobreza y el Barómetro de este año nos dice lo contrario. Estas inconsistencias se hacen manifiestas desde la publicación del año pasado, pues sólo desde ese momento presentan los Ginis que supuestamente surgen de la encuesta, y se amplifican por el deficiente tratamiento de la información que refiere a los ingresos.
El grado de mejoría que reportan las encuestas de la UCA (las EDSA), tanto en materia de ingreso per cápita familiar (IPCF) como en materia de desigualdad distributiva, hace insostenible la persistencia de las tasas de pobreza en niveles similares a los de 2010. Entre ese año y 2014 ODSA informa un aumento del poder de compra del IPCF del 12,3% (página 60 del Barómetro, año V) y una reducción de la desigualdad de más del 4% (página 211). Con esta misma información, el bienestar absoluto (medido con una función tipo Sen) aumenta más de un 16%. Y, aún así, la pobreza se mantiene prácticamente invariante? Parece absurdo. El Barómetro de este año es bastante contradictorio en este punto, a menos que la UCA esté postulando, a modo de giro teórico copernicano, que la pobreza de ingresos es insensible a las mejoras en el ingreso y en su distribución.
En lo personal, creo que el problema de fondo es un poco más complejo, y consiste en que la información que se brinda en los Barómetros es incompleta, está deficientemente sistematizada y no está exenta de errores metodológicos.
Es incompleta, entre otros aspectos, en materia de precios. Como no presentan la información de precios que usan como insumo, quien lee un solo Barómetro no tiene manera de reparar en que ajustan los umbrales de privación con un índice y deflactan los ingresos con otro. El índice con el que ajustan los umbrales de privación, es decir, las líneas de indigencia y pobreza, refiere exclusivamente a la evolución de los precios alimentarios, y entre 2010 y 2014 reportó un aumento del 201%. El que usan para deflactar los ingresos, que sería un índice general de precios, sólo puede precisarse comparando las tablas de ingreso de varios números del Barómetro (años II al V), y experimentó en igual período un dinamismo más moderado (167% de aumento).
Indices de precios promedio (IPC) y alimentario (IPA) ODSA
Base 2014=100
Fuente: Elaborado en base a ODSA, Barómetro de la Deuda Social Argentina. Serie Bicentenario (años II a V).
La contradicción según la cual aumenta el bienestar pero se estanca la pobreza está amplificada también por una deficiencia en la sistematización de la información, que es recurrente en los Barómetros. El IPCF a valores constantes publicado en las Figuras AE 1.2.2 de los Barómetros es un promedio que parece tener como base no a la población, sino a los hogares. Sólo así se entiende otra de las incongruencias que surgen de los datos de ingresos: entre 2010 y 2014 el poder de compra del ingreso total familiar se incrementó en menor medida que el del ingreso per cápita. En otras palabras, el poder adquisitivo de la población no aumentó un 12,3% (como surge, dada la forma en que está presentada la información, de la Figura AE 1.2.2 del Barómetro, año V), sino un 5,1% (como señala la Figura AE 1.2.1).
Ingresos total y per cápita familiar ODSA y estimación propia del ingreso per cápita
Fuente: Elaborado en base a ODSA, Barómetro de la Deuda Social Argentina. Serie Bicentenario (año V).
Pero también teniendo presente esa cuestión, la contradicción persiste: con un 5,1% de aumento de los ingresos reales y un 4% de mejora en su distribución, el bienestar se incrementa en más de un 8% y, aún así, la pobreza sigue igual según la UCA. Esto nos llevaría a probables problemas metodológicos en el cómputo del Gini, una cuestión más difícil de explicar. La metodología que emplean para calcularlo en el último Barómetro (año V) consiste en distribuir “los ingresos totales generados por los hogares ordenados según el ingreso adulto equivalente de los mismos” (pág. 211). Estrictamente, no estamos hablando de un coeficiente de Gini sino, en términos de Fernando Medina, reconocido especialista de CEPAL en la materia, de un pseudo-Gini, ya que la variable que ordena (ingreso por adulto equivalente) no es la que se utiliza para medir la desigualdad (ingreso total del hogar). Además de la dificultad para interpretarlo, este pseudo-Gini estaría rompiendo con una de las propiedades que hacen del Gini (el verdadero) un coeficiente robusto para evaluar comparativamente la desigualdad en un país con inflación como la Argentina, esto es, su independencia de escala.
ABC: ¿Entonces, a qué atribuís esa contradictoria evolución de la pobreza y el bienestar que se desprende del informe de la UCA?
GC: A la particular forma en que ODSA calcula la línea de pobreza. Para hacerlo, expanden la línea de indigencia con una constante (2,1), es decir, una inversa del Engel invariante en el tiempo. Así, la valorización de la canasta básica total (CBT) queda atada exclusivamente a la evolución de los precios alimentarios, que como vimos experimentaron un mayor dinamismo que el promedio, y la tasa de pobreza se “independiza” de las mejoras en el poder de compra general de los ingresos familiares y del bienestar.
Para ponerlo más claro, si deflactamos el IPCF real de ODSA estimado sobre la población (no el publicado) por el índice general de precios que surge de los Barómetros llegamos a la conclusión que el ingreso promedio creció, en términos nominales entre 2010 y 2014, poco más de un 180%. Este porcentaje es 21 puntos porcentuales inferior a la evolución del precio de los alimentos (201%) y, por tanto, de la CBT ODSA. Con estas tendencias que reportan las EDSA la pobreza debería haber aumentado. Si no fue así (la pobreza según la UCA se mantuvo en igual nivel) es debido a una sustancial mejora distributiva, más intensa de lo que informa el pseudo-Gini de UCA, por la cual los hogares de menores ingresos lograron mantener su poder de compra de alimentos en mayor medida que los mejor posicionados.
Ingreso per cápita familiar nominal (IPCF) y línea de pobreza (CBT) ODSA
* Promedio sobre la población y pasado a valores corrientes con los índices de la tabla anterior.
** Para un adulto equivalente (varón de entre 30 y 59 años de edad).
Fuente: Elaborado en base a ODSA, Barómetro de la Deuda Social Argentina (años II a V) y EPH cuartos trimestres (INDEC)
El ejercicio anterior aporta un dato más interesante aún. Al comparar el IPCF nominal (sobre población y no sobre hogares) de ODSA con el que surge de la EPH queda claro que estamos hablando de dos universos poblacionales bien distintos. Los ingresos de las EDSA son, en promedio, un 65% de los que surgen de las EPH, es decir, son considerablemente inferiores. Esta evidencia estaría confirmando la intuición de muchos analistas, y explicaría los casi 10 puntos porcentuales de “sobre tasa” de pobreza que, a igual canasta, informan las EDSA vis a vis las EPH.
ABC: ¿Qué es el índice de Engel y por qué es discutible el modo en que es utilizado por el Observatorio?
GC: Ernesto Engel fue un economista y estadístico del siglo XIX (igual de alemán y bien contemporáneo al más conocido Federico Engels) que tuvo el mérito de advertir que los hogares más pobres destinan una porción mayor de sus ingresos al gasto alimentario. Este descubrimiento quedó formalizado como coeficiente de Engel, que no es otra cosa que la relación entre el gasto alimentario y el gasto total de un hogar o grupo de hogares.
La metodología tradicional de medición de la pobreza por ingresos utiliza la inversa de este coeficiente (gasto total / gasto alimentario), de una población de referencia, para expandir la línea de indigencia (que es un set valorizado de productos que cubren necesidades nutricionales) a una línea de pobreza. La línea de pobreza de un hogar es un umbral que contempla, por tanto, un cierto gasto mínimo alimentario y no alimentario, que debe cubrir el hogar con sus ingresos para no ser considerado estadísticamente pobre. Para calcular la línea de pobreza correspondiente a cada observación (onda de la EPH), ese coeficiente (la inversa del Engel) era periódicamente actualizado por INDEC, a partir de la información del IPCGBA, pues, suponiendo cantidades constantes, variaba en función de la evolución de los precios relativos (alimentarios vs promedio general).
Como el ODSA hace uso de una inversa de Engel constante (2,1), está sosteniendo implícitamente que los precios relativos (alimentarios vs promedio general) no se alteraron en el tiempo. Esta decisión metodológica, que es muy categórica (la línea de pobreza de un hogar es 2,1 líneas de indigencia), no sería cuestionable por sí misma. Si no tuviéramos indicios de evolución diferencial de los precios relativos no sería siquiera impugnable. Pero el mismo ODSA se encarga de contrariarse: calcula la línea de pobreza bajo una hipótesis de no alteración de los precios relativos; pero usa un índice distinto al alimentario para deflactar los ingresos, cosa que falsea la hipótesis de partida. Lo que se afirma implícitamente con la invarianza del Engel se niega categóricamente al actualizar los ingresos. Esto sí es cuestionable.
Si el Engel de ODSA fuera sensible a la alteración de los precios relativos que surge de sus Barómetros su inversa debería rondar, en la actualidad, los 1,85 puntos. Con esta inversa de Engel el valor en 2014 de la CBT sería de $1.637, un 11,5% inferior al asumido por la UCA, evidenciando desde 2010 un incremento nominal de 167%, algo inferior al experimentado por los ingresos corrientes que informan las EDSA (180%). Por sí sola, tal decisión metodológica, esto es, reflejar en el Engel la variación de los precios relativos, hubiera cristalizado en una moderaba baja de la tasa de pobreza, pero si a ella le sumamos la mejora distributiva, incluso la que informa el seudo-Gini de ODSA, la pobreza sería menos acuciante aún. Significaría esto úlltimo que la pobreza quedó desterrada del territorio argentino? Indudablemente, no. Con esta valorización de la CBT la pobreza de ingresos, medida con la EPH, afectaría al 16% de la población. Pero aportaría un diagnóstico bien distinto de la situación social actual que, consecuentemente, llevaría a canalizar esfuerzos en una dirección y no en otra.
ABC: ¿Encontrás alguna otra inconsistencia en el informe?
GC: Sí, hay más. Pero estas son las más relevantes a mi juicio.
ABC: Teniendo el informe los problemas que mencionás y siendo publicado en diarios de tirada nacional un mes antes de las PASO, ¿creés que el Observatorio tiene objetivos más políticos que académicos?
GC: No lo creo y tampoco es un tema que me devele. El ODSA no es un partido ni una organización política. Es un centro de investigaciones de la UCA, en el que trabajan profesionales idóneos, algunos de los cuales tengo la fortuna de conocer personalmente. Entiendo que tiene sponsors importantes (Fundación Diario La Nación, Fundación Navarro Viola y Banco Galicia) y que el Observatorio Social le aporta logística, pero dada la magnitud del relevamiento que ponen en marcha todos los años necesitan de recursos, y eso es totalmente entendible. El uso político que se hace de los informes de la UCA es otra cosa, excede a la voluntad de los responsables del estudio.
Lo único que sí puedo emitir como juicio a este respecto es una inquietud. El titular del ODSA advierte, cada vez que puede, en cada entrevista que le realizan, la necesidad de desentroncar el tema de la pobreza de la cuestión meramente económica (los ingresos) y ampliar el horizonte a estudios multidimensionales del fenómeno (como el que aporta el Barómetro de este año). Pero los comunicados de prensa del ODSA siguen circunscribiéndose a la evolución de las canastas alimentarias (la simple o la multiplicada por 2,1) y al porcentaje de los hogares o población que, con sus ingresos, no logra cubrirlas.
Sigo creyendo que el relevamiento constituye un gran esfuerzo y que es valorable, aún a pesar de que capta a una población más modesta que la de la EPH en términos de ingresos. Pero sería más valioso aún si hicieran públicas sus bases de datos para uso académico, por supuesto, luego de la publicación de los resultados, cosa que generaría una interesante sinergia investigativa.