Hace un año, Nahuel Domínguez redactaba este artículo en conmemoración de los 25 años del Caracazo. El mismo, fue publicado en diversos medios. Dada la delicada situación de la Venezuela actual, creemos de vital importancia la relectura de este análisis que brinda herramientas para entender la realidad de hoy en día en el país venezolano a 26 años del estallido social.
Del Caracazo a la farsa (27 de febrero de 2014)
«Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío». Así abría Karl Marx su célebre libro “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”.
Corría el año 1989. El Presidente era Carlos Andrés Pérez, de la Acción Democrática. Hacía tres décadas que se había firmado el Pacto de Punto Fijo, un acuerdo entre los partidos políticos (AD, Copei y URD) que tenía por objeto un programa común de gobierno y la exclusión del Partido Comunista, posteriormente perseguido. El sistema puntofijista creó un bipartidismo (entre AD y Copei, porque URD fue perdiendo influencia progresivamente) que se rompió con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia.
El Pacto llevó a Venezuela a una situación delicada: gran endeudamiento, alta inflación, y depreciación de la moneda. En ese contexto, Pérez aplicó un “paquete económico” que incluía aumentos en los servicios públicos y de transporte, desregulación de los precios, y reducción del déficit fiscal. Todo con apoyo y bajo supervisión del FMI. Las medidas no fueron bien recibidas por las clases populares, que llevaban años siendo víctimas de la exclusión. El impacto negativo que tuvo la política de Pérez derivó en una gran protesta conocida como el “Caracazo”.
En un principio los manifestantes se mantenían pacíficos, pero la protesta se fue radicalizando. Ante la ineficiencia de las fuerzas de seguridad, la violencia aumentó. Hubo enfrentamientos sangrientos y saqueos. Con la intención de restituir el orden público, Pérez puso en marcha el Plan Ávila, dándole al Ejército la potestad de usar armas de guerra al momento de contener las manifestaciones. Con desmedido uso de la fuerza (el Plan fue condenado posteriormente por violación de los Derechos Humanos por la Corte Interamericana de DD. HH.) acabaron con la revuelta. Las cifras oficiales dan como saldo 300 muertos, pero fuentes extraoficiales afirman que fueron más de 3 mil. La gran tragedia.
En el año 2006 Chávez asumió la responsabilidad en nombre del Estado de Venezuela por la violencia ejercida durante el gobierno de Pérez y dispuso indemnizaciones para las víctimas y familiares.
En la Venezuela reciente, la historia es otra. Las políticas de redistribución de la riqueza y justicia social han hecho que las clases populares se sientan representadas por el gobierno revolucionario. Los “invisibles”, los “olvidados”, hoy son reconocidos. Sin embargo, una serie de protestas han causado una crisis social en el país. Esta vez no son los más humildes los que salen a las calles, sino los más pudientes. Decía Arturo Jauretche: “Conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”.
Desde la asunción de Nicolás Maduro el Gobierno Nacional ha sufrido una ofensiva por parte de la derecha venezolana (quienes mantienen el control de gran parte de los medios de producción). La estrategia de la burguesía para generar descontento se basó en inducir inflación y acopiar productos para generar desabastecimiento. El malhumor se empezó a sentir en las clases medias y altas y de esa manera la oposición tomó las calles bajo la solapa de una “protesta estudiantil” pero con una impronta destituyente.
La diferencia entre aquel “Caracazo” y la actualidad se evidencia en el rol de las Fuerzas de Seguridad y en las posturas de los gobiernos. Pérez, como respuesta a las demandas, optó por cerrar el diálogo y tomar el camino de la violencia extrema para acabar con la protesta. Maduro, en cambio, ha llamado reiteradamente al diálogo a todas las fuerzas políticas y sectores sociales. Tras dos semanas de manifestaciones el Gobierno trata de aislar los focos violentos sin reprimir. Pese a las falsas denuncias mediáticas, todas las muertes han sido causadas por los excesos de la protesta y no así por abuso del Estado. No obstante, el Presidente ha dicho que debe ser investigado todo miembro de las Fuerzas de Seguridad que haya disparado contra manifestantes y llamó a crear una Comisión de la Verdad para investigar todas las denuncias de abusos.
Chávez dijo que el “Caracazo” fue el renacimiento de la Revolución Bolivariana. El pueblo despertó del letargo a por reivindicaciones sociales que llegarían con la Quinta República. Hoy, en cambio, la protesta es de los sectores más concentrados, que pretenden volver a la pasada Cuarta República, a los privilegios para pocos, a la exclusión de los más pobres. La lamentable farsa.