Golpismo económico

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Los productores sojeros tienen sus intereses económicos concretos, maximizar sus ganancias obteniendo el menor costo posible para producir, y a su vez vender al mejor precio. En el caso de la soja, el valor internacional se fija en Chicago y varía diariamente según la evolución de la oferta (Brasil, EEUU y Argentina) y la demanda a nivel mundial (principalmente desde China e India). Este precio es en dólares, lo cual agrega un elemento de mayor volatilidad para los productores: además de considerar el precio de venta que se fija en Chicago, deben tener en cuenta la cotización del dólar contra el peso a nivel local. A grandes rasgos, cuanto mayor es el tipo de cambio (más devaluación) el sojero recibe más pesos, pudiendo maximizar la diferencia entre el precio recibido y sus costos pesificados (mano de obra, impuestos, combustibles, insumos).

Sin embargo además de esta fórmula estrictamente económica (y hasta uno podría decir racional porque busca lo que todo empresario capitalista: maximizar la ganancia), se agregan sus intereses políticos. Claramente, este proyecto de país que intenta diversificar la producción, industrializar la nación e incluir a los 40 millones de argentinos no es de su agrado. Y por ello, además de sus fórmulas económicas, le agregan sus presiones económicas. Ellos saben el rol fundamental del agro en la economía nacional: provee gran parte de las divisas que ingresan al país vía exportaciones. La apuesta es entonces dejar sin dólares al Gobierno Nacional forzando una mayor devaluación (con la consecuente redistribución del ingreso que implica), que erosione el nivel de respaldo popular a este proyecto y a la vez reditúe mayores beneficios económicos. Ante la imposibilidad de realizar la (lamentablemente) tradicional fuga de capitales debido a los controles cambiarios, la apuesta es cortar la oferta de divisas produciendo un shock cambiario.
Bajo este escenario, los sojeros produjeron 55 millones de toneladas durante la presente cosecha, pero vendieron la mitad, sólo 28 millones. El restante lo guardaron en silo bolsas a la espera de un mayor tipo de cambio que abulte sus ganancias. Este hecho demuestra claramente que la situación económica de los productores es muy holgada, ya que tienen las espaldas financieras para no vender la producción, solo liquidan lo estrictamente necesario para cubrir sus costos, y con el resto especulan.

Pero al analizar la evolución de los precios internacionales y el valor del dólar en lo que va del año, uno advierte que el factor político es incluso más importante que el económico. Desde inicios de año había pronósticos certeros (Departamento de Agricultura de EEUU) que el precio de la soja en Chicago iba a ser descendente, sin embargo, aun sabiendo que esta movida tendría sus costos económicos concretos, los sojeros se lanzaron a la acumulación, retaceando la liquidación de la cosecha el mayor tiempo posible. Un contrasentido económico, en vez de vender la cosecha al mejor precio en dólares, la guardaron aun sabiendo que la venderían a un menor valor.

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Pero al analizar la evolución de los precios internacionales y el valor del dólar en lo que va del año, uno advierte que el factor político es incluso más importante que el económico.

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En lo que va del año, según distintas consultoras, esta acumulación de divisas les costó a los productores perder entre 1.250 y 1.440 millones de dólares. Para recuperar lo perdido (en pesos) deberían contar con un dólar de $11. He aquí el núcleo de la cuestión en números.

No es una buena noticia alegrarse de las pérdidas del agro argentino, como es precisa una burguesía nacional, también es necesario un agro democrático y comprometido con el desarrollo nacional que entienda que debe agregar la mayor cantidad de valor agregado posible. Estas pérdidas de los productores también restan recursos a todos los argentinos por la caída en lo recaudado por retención a las exportaciones y por ende a todo el funcionamiento del estado y la reasignación distributiva de recursos. Pero lo más alarmante, demuestra que existe un núcleo de argentinos con grandes rentabilidades económicas y enormes espaldas financieras que está haciendo fortísimas apuestas para que este proyecto nacional quede trunco, y lo más rápido posible.

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